El silencio institucional confirma la podredumbre: no hay cifras claras, no hay publicación de plazas, no hay rendición de cuentas
Culiacán, Sinaloa.– El Colegio de Bachilleres del Estado de Sinaloa (Cobaes) se hunde en la vergüenza y el descrédito. El proceso de asignación de plazas docentes, que debería ser transparente, se ha convertido en un fraude a gran escala donde la corrupción manda y los maestros quedan relegados por capricho y negocio de unos cuantos.
El dato es escandaloso: ni siquiera se ha dado a conocer el 5% de las plazas reales disponibles para la admisión. Los docentes que se prepararon, concursaron y ganaron con méritos han sido burlados, mientras las plazas se esconden y se negocian como si fueran mercancía en tianguis.
Al centro de este escándalo repugnante está la secretaria técnica de Cobaes, Sandra Irene Reyes, señalada de ocultar plazas, venderlas a sus amigos, regalarlas a compadres y entregarlas a cambio de favores que nadie sabe —ni se atreve a preguntar— de qué tipo. Lo cierto es que con su mano, la institución se ha convertido en un mercado negro de plazas donde lo último que cuenta es la capacidad académica.
Esto no es solo un atropello a los maestros que confiaron en un concurso limpio. Es una puñalada directa a los estudiantes sinaloenses, quienes terminan recibiendo clases de improvisados favorecidos por amiguismos y corrupción, en lugar de verdaderos docentes preparados.
Cobaes debería ser sinónimo de excelencia. Hoy, bajo la sombra de Sandra Irene Reyes, se ha vuelto sinónimo de corrupción, tráfico de influencias y abuso descarado de poder.
El silencio institucional confirma la podredumbre: no hay cifras claras, no hay publicación de plazas, no hay rendición de cuentas. Solo impunidad y complicidad.
Si el gobierno de Sinaloa y las autoridades educativas no actúan, quedará claro que Cobaes no es más que un botín político, donde los maestros de a pie jamás tendrán acceso, a menos que compren su entrada o se arrodillen ante las corruptelas de la secretaria técnica.
La exigencia es contundente: la destitución inmediata de Sandra Irene Reyes, la apertura total de las plazas y una auditoría a fondo. De lo contrario, Cobaes seguirá siendo ejemplo no de educación, sino de cómo robarle al pueblo hasta el futuro de sus hijos.