Habitantes de Poza Rica exigen la presencia de su gobernadora

Habitantes de Poza Rica exigen la presencia de su gobernadora

Ausencia desde el helicóptero: colonias sepultadas en lodo mientras la Marina suple la falta del gobierno estatal.

Han pasado seis días desde que el río Cazones se salió de su cauce y anegó la colonia Lázaro Cárdenas en Poza Rica, Veracruz, dejando calles llenas de lodo y casas devastadas. Montones de colchones, muebles rotos y aparatos electrónicos inservibles se apelotonan en banquetas entre charcos pestilentes, y el paisaje sigue mostrando la magnitud del daño y la urgencia de la limpieza.

Los vecinos viven con desconsuelo y enojo porque, hasta ahora, la gobernadora Norma Rocío Nahle García no ha recorrido las zonas más afectadas. “Va a las colonias donde ya limpiaron; acá no se ensucia los zapatos”, reclama una residente que, como muchos, perdió todas sus pertenencias, y el sentimiento de abandono se siente en cada esquina de una ciudad de más de 190 mil habitantes.

Ante la falta de atención estatal, la Secretaría de Marina asumió las labores de rescate y limpieza: 260 marinos trabajan desde temprano retirando muebles destruidos, electrodomésticos arruinados y toneladas de lodo acumulado. El esfuerzo federal agrega atención médica y personal del ISSSTE aplica vacunas contra tétanos e influenza, también unidades móviles atienden heridas provocadas por escombros, vidrios y metales.

Las cifras oficiales dejan en claro la dimensión de la emergencia, teniendo decenas de comunidades incomunicadas en varios municipios, varias localidades afectadas y un saldo humano doloroso con víctimas y desaparecidos. En medio del caos, las historias personales evidencian la necesidad inmediata de apoyo y la fragilidad de quienes lo han perdido todo.

A pesar de la tragedia, la solidaridad se convierte en sostén: vecinos y marinos reparten comida, ropa y agua, y ayudan en la limpieza, mientras la ausencia de la gobernadora agrava la percepción pública sobre la respuesta oficial. Entre el barro y la incertidumbre, la presencia y el trabajo de los brigadistas son la principal esperanza para quienes intentan reconstruir su vida.