En un fenómeno que sorprende tanto a líderes religiosos como a analistas sociales, la Generación Z —nacidos aproximadamente entre 1997 y 2012, jóvenes de entre 13 y 28 años en 2025— está regresando a la iglesia en cifras crecientes en Estados Unidos.
Este grupo, conocido por ser nativo digital, visual, autenticista y altamente comprometido con causas sociales, está desafiando las expectativas al volver a los espacios de fe en un contexto marcado por la secularización de décadas pasadas.
Lejos de una tendencia de alejamiento religioso, un número cada vez mayor de jóvenes varones de la Generación Z ha comenzado a asistir nuevamente a servicios religiosos, marcando lo que muchos consideran el inicio de un resurgimiento espiritual. Este fenómeno no se limita a una sola denominación, sino que abarca desde iglesias protestantes hasta comunidades católicas, revelando un interés genuino por redescubrir la fe en medio de la incertidumbre social.
Expertos atribuyen este retorno a varios factores: la búsqueda de propósito, comunidad y guía moral, en un mundo donde la tecnología y las redes sociales dominan la vida cotidiana. Paradójicamente, son precisamente esos espacios digitales — a través de debates filosóficos, contenido espiritual y conversaciones sobre sentido de vida — los que han despertado en muchos jóvenes una curiosidad por la fe y la trascendencia.
El crecimiento de la participación es especialmente notable entre los varones jóvenes, un segmento que históricamente había mostrado menor interés religioso que las mujeres o generaciones anteriores. Según un reciente informe de Barna Group y Gloo, parte de la iniciativa State of the Church, los jóvenes de la Generación Z ahora asisten a la iglesia aproximadamente 1.9 fines de semana al mes, superando ligeramente la asistencia de los millennials, que promedian unos 1.8. Además, un artículo de ABC15 revela que los datos muestran que los hombres de la Generación Z están regresando de forma significativa a los bancos de la iglesia.
Las implicaciones de este resurgimiento de la fe aún están por verse, pero muchos líderes espirituales lo consideran una oportunidad para revitalizar congregaciones, tender puentes entre generaciones y renovar la esperanza. En tiempos de polarización, ansiedad y vacío moral, la Generación Z parece estar recordando que, incluso en la era digital, el alma sigue buscando sentido.