Juan Manuel Gastélum pidió apoyo a la ONU e hizo un reclamo al gobierno federal porque ha dejado sola a la ciudad en el tema de la caravana migrante.
El alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastélum, declaró una crisis humanitaria y convocó a organismos internacionales para que lo apoyen en la atención de los migrantes centroamericanos.
Señaló que la atención a los migrantes asciende a más de medio millón de pesos diarios, por ello se solicitarán las acciones de asistencia a la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (ONU).
“Pido la intervención de los organismos internacionales, ya que más de 4 mil 700 migrantes centroamericanos están varados y hacinados en la ciudad, en condiciones precarias porque la federación no ha intervenido a pesar de que es su obligación constitucional”, señaló.
El presidente municipal hizo un reclamo a la Secretaría de Gobernación porque ha dejado sola a la ciudad en el tema de la caravana migratoria y le reprochó que no lo apoya.
“Señores, no voy a comprometer los servicios públicos, no voy a gastarme el dinero de los tijuanenses, no voy a endeudar a Tijuana porque no lo hemos hecho en estos dos años”, manifestó.
Gastélum señaló que la declaración de esta crisis humanitaria se fundamenta en los artículos 20 fracción VII y 73 de la Ley de Migración y el artículo 15 fracción II de la Ley sobre Refugiados, protección complementaria y asilo político.
“Las leyes mexicanas establecen que (la Segob) es la dependencia responsable de atender el tema desde el principio”.
Exhortó al presidente Enrique Peña Nieto y al secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, a asumir su responsabilidad en la atención a las personas en condición de migración.
Caravana migrante se mueve a otro campamento
Cientos de migrantes que salieron en caravana desde Honduras con el objetivo de llegar a Estados Unidos amanecieron este viernes en un nuevo campamento instalado junto a un paso fronterizo de la mexicana ciudad de Tijuana, esperando presionar a las autoridades estadounidenses para abrirles el paso.
Hartos de vivir hacinados desde hace varios días en un albergue que las autoridades de Tijuana les improvisaron en un deportivo de un barrio marginal, unos 200 centroamericanos -en su mayoría familias hondureñas con niños- cargaron sus colchonetas y cobijas para instalarse, en plena calle, junto al paso fronterizo conocido como El Chaparral.
Tras un maratónico viaje de más de un mes desde San Pedro Sula, al menos 4.700 migrantes llegaron directamente al albergue, donde duermen a la intemperie y con escasos servicios sanitarios. La mayoría está enfermo por brotes de influenza, infecciones respiratorias y tuberculosis.
La mudanza del campamento migrante sobre la frontera mexicano-estadounidense podría atizar aún más la tensión, luego que el jueves cientos de centroamericanos se manifestaron mientras fuerzas armadas estadounidenses desplegaban un intimidante operativo de entrenamiento en la cercana garita binacional de San Ysidro.
Trump, quien ha acusado a la caravana de querer protagonizar una “invasión” a su país, ha amenazado reiteradamente con cerrar la frontera y dispuso el envío de hasta 9.000 soldados.
Las autoridades mexicanas reforzaron la seguridad en Tijuana con más de 100 policías federales.
México y Estados Unidos comparten una frontera de más de 3.000 km, por la que cruzan un millón de personas diariamente de manera legal, mientras que el comercio en la línea fronteriza genera un millón de dólares por minuto, según cifras oficiales.