Internacional

Kateryna Lahne, la diseñadora ucraniana que desfila en el 080: "Es el momento de que la moda se posicione contra Rusia"

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Por La Gaceta.me 06 Abril 2022

Lahne aplaude que el lujo europeo haya abandonado el mercado ruso pese a las pérdidas que ello conlleva: "Tienes que perder algo para ganar. Es el momento de ser fiel a tus valores, si los tienes"

Como a la mayoría de ucranianos, el inicio de la guerra pilló a Kateryna Lahne desprevenida. Estaba en su ciudad natal, Vinnytsia, utimando los detalles de la colección que presenta hoy en la pasarela 080 de Barcelona cuando empezaron los bombardeos. «Tuve suerte porque unos amigos me acercaron en coche a la frontera de Rumanía», recuerda. Kati salió de Ucrania a pie, por los Cárpatos, con una maleta en la que metió lo que pudo a toda prisa. «Lo que vi en la frontera, las despedidas, las familias rotas... llevaba mi cámara pero fui incapaz de fotografiar nada. Me sorprendió el ejército de solidaridad en Rumanía. Creo que piensan que van a ser los siguientes», explica.


Lahne lleva 19 años viviendo entre Madrid y Barcelona y hace cuatro creó la marca KM by Lange. Todas sus colecciones están inspiradas en Ucrania y todos sus talleres están allí. Sólo trabaja con mujeres, la mayoría costureras de más de 60 años expertas en patrones y bordados tradicionales. En Vinnytsia también se han quedado su hermano gemelo, integrado en una unidad de defensa territorial, y su madre, que cuida a su abuela. «Tiene 93 años. Dice que después de la Segunda Guerra Mundial, la matanza de judíos en su pueblo, la hambruna y Chernóbil no piensa marcharse ahora. No baja al refugio ni cuando suenan las sirenas», cuenta. Su tío, político, está en el equipo de diplomáticos que se ha sentado con los rusos en Turquía para llegar a un acuerdo, algo que Lahne ve todavía lejos. «Las cosas están demasiado calientes. Al final se trata de un conflicto como el de Siria. Cada día de guerra es interesante para Estados Unidos porque Rusia es un poco más débil. Lo malo es que en medio hay un país en carne viva».

Lahne confiesa que tras estallar la guerra se replanteó todo. También si tenía sentido participar en un evento de moda como el 080. «¿Qué hacemos enseñando ropita mientras caen bombas? Es inevitable que la primera reacción sea esa. Pero entendí que tenía que seguir adelante. Ideé la colección, que se titula Zemlia (tierra en ucraniano) mucho antes de que empezara la guerra y jamás pensé que tendría que compartirla en este momento tan difícil. Pero será un homenaje total a Ucrania con fines solidarios», explica. «La moda es una herramienta muy potente para sensibilizar a un segmento de la población que suele estar al margen de la política. Me parece muy interesante cómo ha evolucionado: de ser algo casi absurdo a posicionarse contra la guerra. A su manera, ha contribuido a que todo el mundo sea más consciente de lo que está sucediendo», reflexiona. La performance que se emite hoy enseña su colección, pero también joyas, cerámica, cestos, pósters y bolsos de colaboradores ucranianos, igual que la banda sonora y modelos como la top internacional Tanya Ruban, embarazada, de la muy castigada Chernígov. «Empezaremos con un poema ucraniano antes de enseñar cada prenda, que está dedicada a una región del país».


La moda reaccionó más bien tarde a la guerra. El inicio de la invasión coincidió con la Semana de la Moda de Milán, donde solo el veterano Giorgio Armani, que sabe lo que es vivir en carne propia un conflicto -tenía cinco años cuando estalló la Segunda Guerra Mundial y en más de una ocasión ha recordado los bombardeos sobre su ciudad natal, Piacenza- decidió desfilar en silencio y donar medio millón de euros a Acnur. «Aunque vender un bolso a un oligarca ruso no significa apoyar directamente a Putin, los impuestos se traducen en más dinero para comprar misiles», afirmaba poco después el director de Vogue Ucrania, Vena Brykalin, muy crítico con la inicial tibieza del sector del lujo. Días después y ya en París fue el georgiano Demna Gvasalia, al frente de Balenciaga, el que más claramente se posicionó contra Rusia en un desfile en el que se repartieron camisetas y se vieron vestidos con los colores de la bandera ucraniana. El diseñador favorito de Kim Kardashian huyó en 2008 de Osetia del Sur con 12 años. «La guerra me ha traído de vuelta el dolor de un trauma que arrastro desde 1983», reconocía el georgiano. Hermès fue la primera en cerrar sus tiendas temporalmente en Rusia. La siguieron todas, de Chanel a los grandes conglomerados, LVMH y Kering, y también H&M, Mango o Zara.

«A Demna le salió el corazón. Una buena amiga trabaja en Balenciaga y desde el primer momento no hubo ninguna duda de que iban a hacer una oda a Ucrania», explica Lahne, «aunque me consta que esa decisión no ha gustado a todo el mundo. A muchos les preocupa cómo puede interpretarse eso en China, que es un mercado super importante para el lujo. Pero al final se trata de una apuesta de valores, ¿no? Cuando eres una marca con un perfil tan alto te juegas mucho, pero es el momento de posicionarse. Claro que las marcas de lujo han perdido mucho dinero, pero lo han hecho bien. Tienes que perder algo para ganar. Es el momento de expresar tu postura y ser fiel a tus valores, si los tienes». Lahne es partidaria de endurecer las sanciones. «Rusia quiere todo lo bueno del mundo occidental, pero es un país agresor y quiere imponer una dictadura. Yo cerraría todas las fronteras a todos los ciudadanos rusos. Y dejaría de comprar gas. Estamos pagando la guerra».