Política

La Semarnat del sexenio pasado estuvo en manos de un vendedor de autos de lujo: Víctor Toledo

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Por La Gaceta.me 29 Mayo 2019

Víctor Manuel Toledo, nuevo Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, consideró que a través de los gobiernos neoliberales, la política ambiental de México, que inició con bríos y notables avances, comenzó a perder aliento, se estancó y se fue desdibujando.

Víctor Manuel Toledo, nuevo titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), aseguró que durante el sexenio pasado, encabezado por Enrique Peña Nieto, dicha dependencia estuvo en manos de “mercaderes del sector automotriz” y de un vendedor de autos de lujo.

“En el sexenio anterior, por ejemplo, la Semarnat ya no fue encabezada por funcionarios capacitados y calificados, sino por mercaderes del sector automotriz, y por un vendedor de autos de lujo. La Semarnat fue tomada por esa minoría depredadora y rapaz que hoy destruye a la naturaleza y al ambiente en buena parte del país y del mundo. Me refiero a las grandes corporaciones”, dijo durante la conferencia matutina del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Asimismo, consideró que a través de los gobiernos neoliberales, la política ambiental de México, que inició con bríos y notables avances, comenzó a perder aliento, se estancó y se fue desdibujando; y terminó en descomposición, bajos presupuestos y actos de corrupción inimaginables.

“En el acto de mayor desvergüenza, y esto es muy importante, tanto la Semarnat como la Sagarpa se pusieron del lado de las empresas biotecnológicas en los tribunales para detener la demanda legal que un grupo de 40 ciudadanos y varias organizaciones campesinas interpusimos contra la llegada del maíz transgénico en México, hace cuatro años”, recordó.

Desde Palacio Nacional, advirtió que la pérdida del maíz por contaminación genética sería el quiebre de un proceso histórico de, por lo menos, siete mil años. Ante dicha situación, destacó la necesidad de rescatar a la Semarnat para ponerla al servicio de la sociedad mexicana.

Necesitamos ponerla al servicio de la sociedad, para promover leyes contra el fraking, el maíz transgénico y otros cultivos, por el agua para el uso humano, por la defensa de la biodiversidad, etcétera, etcétera.

¿Qué tenemos de nuestro lado? Muchas y muchos. Primeramente, un Gobierno antineoliberal sustentado en 30 millones de votos, y una sociedad cada vez más consciente, que aglutina, desde cientos, quizás miles de comunidades en resistencia antes los proyectos depredadores, lo que llamamos aquí el México profundo, que, además, ahí están las claves, en todo el mundo, para salir de la crisis del mundo moderno; hasta jóvenes de universidades, resistencias barriales, maestros democráticos -que, me consta, han hecho esfuerzos para mejorar una consciencia ecológica en los niños del país; la iglesia católica, que sigue la teología de la liberación ecológica, a partir de la promulgación de la Encíclica Laudado Sí.

Debemos, entonces, creo, volcar a la Semarnat hacia los ciudadanos, hacia los colectivos. Debemos ciudadanizar la política ambiental.

El país también dispone de los suficientes talentos, expertos, especialistas en ciencia, para fundamentar las decisiones y las políticas de la Semarnat, y para alcanzar una ciencia para la sustentabilidad con ética y consciencia.

La última fortaleza es practicar el diálogo, como nos lo ha mostrado el Presidente López Obrador. Sólo la crítica y la autocrítica bien templada, lograrán madurar a la sociedad mexicana.

Hoy, en esta mañana de mayo próxima al inicio de un nuevo ciclo de lluvias, me toca presentarme, ante ustedes, como el nuevo responsable de la cuestión ambiental en México.

Déjenme decirles que la cuestión o preocupación ambiental, no es más que la reaparición de la naturaleza, la madre tierra, la dimensión femenina de la humanidad en la sociedades modernas, como una fuerza que los seres humanos debemos tomar en cuenta y respetar para seguir existiendo. Algo que debe decirse: quedó en el olvido.

En efecto, la naturaleza estuvo presente en el imaginario de las culturas ancestrales como una entidad viva y sagrada, desde sus orígenes, hace 300 mil años.

Y fue sólo con el advenimiento de la modernidad materialista, tecnocrática, patriarcal y mercantil, que la naturaleza se convirtió en un ente a ser dominado y explotado, en un recurso natural externo, en un capital natural, en una máquina a ser analizada y escudriñada por el ojo frío, objetivamente frío, de una ciencia al servicio de la acumulación de la riqueza. Así nos ha ido. Así nos fue. Así nos irá.

Esta consciencia ecológica, que suma, día con día día, a millones de seres humanos en el mundo, nos permite visualizar de manera diferente a la política. Tres dimensiones alcanzo a visualizar.

Primero: Bajo la perspectiva de la consciencia ecológica, la habitual geometría de izquierdas y derechas desaparece para ser reemplazada por una nueva disyuntiva: no hay más que políticas por la vida y políticas contra la vida o políticas hacia la muerte.

Visto globalmente, este dilema se traduce en políticas que enfrían el clima y políticas que lo calientan. Cada vez vamos a ir definiendo todo esto en términos de lo que sucede con el cambio climático.

O defendemos la vida o continuamos aniquilando la vida en nombre de la tecnología, el progreso, el desarrollo, el crecimiento económico y un largo etcétera.

Lo segundo es que ahora vemos el devenir, el transcurso del tiempo de otra manera, ya no son años, décadas o sexenios. Ahora están las miradas puestas en lo que pasará de aquí a un año clave: el 2050, año clave, sólo 30 años.

Para esa fecha, la humanidad alcanzará 9 mil millones de habitantes, es decir 2 mil millones más en tres décadas. El petróleo llegará a su fin. La mitad de los países hoy en día ya están usando su última parte del petróleo en todo el mundo. En 2050 se acaba el petróleo y le van a seguir el gas, el carbón y el uranio.

El cambio climático no se ha detenido, a pesar de las advertencias de los científicos, desde hace dos décadas, generarán catástrofes de todo tipo, y los alimentos que sean necesarios tendrán que generarse bajo métodos agroecológicos y no más bajo las pautas insanas de la llamada agricultura moderna o agroindustrial.

Lo tercero surge de lo anterior. Y es que ello nos obliga a indagar la verdadera naturaleza de las fuerzas profundas que provocan este panorama actual y de futuro próximo. Y aquí es donde coincidimos con la Cuarta Transformación, pues no somos los seres humanos los culpables de esta situación de crisis, como nos recuerda un ambientalismo superficial, y una ciencia acrítica, sino los culpables son una minoría de minorías, parásita y depredadora, y esa minoría tiene un nombre, se llama Neoliberalismo.

Es pues esta visión, la que a mi juicio, debe orientar la política ambiental del país y su institución ejecutora. Una política de emergencia, de restauración y de cuidado de los elementos vitales que los mexicanos requerimos, día con día, como un derecho humano esencial: aire respirable; agua para todos; energía alternativa, no fósil; alimentos sanos; hábitat sanos; reciclaje de desechos; hogares sustentable; ciudades ordenadas.

Pero, también acciones urgentes que permitan detener este transitar hacia el abismo, un destino al que tendrán que enfrentarse nuestros hijos y nietos.

¿Podremos lograr a través de la Semarnat? Creo que sí. Y antes que todo, debemos recordar que la Semarnat surgió hace 25 años, como una medida que ubicaba a México en la tendencia mundial de disponer de instituciones leyes en torno al asunto ambiental, un fenómeno que coincidió con el inicio y el despliegue del Neoliberalismo en todo el mundo, y que generó una contradicción que ha sufrido en todos los países, y que en el caso de México alcanzó proporciones dramáticas. /Sin Embargo.