Lo que se sabe de “El Chueco”, señalado por el asesinato de los sacerdotes jesuitas en Chihuahua
Por Teté Velderrain 22 Junio 2022
El presunto homicida opera a sus anchas por la Sierra de Chihuahua, las autoridades lo tienen identificado desde hace más de 10 años y no le han hecho absolutamente nada.
José Noriel Portillo Gil alias “el chueco”, es miembro de ‘gente nueva’ de los ‘Chapos’, nacido en Cerocahui, tiene 30 años de edad, y trabaja para ‘Los Salazar’ una célula delincuencial ligada al cártel de Sinaloa, que se caracteriza por su sanguinario uso de la violencia.
José “N” pasó de ser sicario a operador de renombre, luego de la detención de su jefe Juan Carlos N “El Larry”, señalado por el asesinato de la Periodista Miroslava Breach, quien investigaba, precisamente, temas del narcotráfico.
“El chueco” es viejo conocido de las autoridades de Chihuahua, pues desde hace una década ya, las autoridades saben de él, quien es, donde está, como opera, más sobra decir, que siguen sin detenerlo.
El presunto homicida, debe ya una gran cantidad de asesinatos, opera de la mano de sus hermanos Leonardo alias “el cinco” y Gilberto alias “el Shakira” y domina la ruta del Chepe, desde Urique, hasta Ciénega de Trejo y Bahuichivo.
En Septiembre de 2017 “El Chueco” fue señalado de ordenar un ataque a las instalaciones de la agencia estatal de investigaciones en el municipio de Cerocahui, en Chihuahua.
En 2018, las autoridades lo vinculan al asesinato del estadounidense Patrick Braxton Andrew, a quien habría confundido con un agente de la DEA.
En 2019 habría ordenado el secuestro y homicidio de la activista Cruz Soto Caraveo, integrante del colectivo “Familias desplazadas de la Sierra Tarahumara”.
Apenas el abril pasado, autoridades de Chihuahua y la Marina, montaron un operativo para detenerlo, más no lo consiguieron.
Noriel Portillo es acusado de asesinar este lunes, a los dos sacerdotes jesuitas que auxiliaron a Pedro Palma, un guía turístico de 60 años que estaba moribundo, y que estaba siendo perseguido por hombres armados.
Hoy, los jesuitas, que llegaron hace más de 400 años a Chihuahua, para tender la mano a los que han sido invisibilizados históricamente lloran a sus muertos, y lo hacen sin cuerpos, porque hasta eso se llevó “el Chueco”.