El reglamento de la Secretaría de Educación Pública permite la venta de bebidas azucaradas y menús a criterios de las cooperativas escolares sin sanciones.
México (La Gaceta.me).- La prohibición de venta de comida chatarra en las escuelas que opera desde hace cinco años en el país es un ideal que no ocurre en la práctica, debido a que la propia reglamentación de la Secretaría de Educación Pública (SEP) permite la venta de bebidas azucaradas y menús a criterios de las cooperativas escolares, incluso sin regulación ni sanciones, afirmaron expertos.
El director del Área de Investigación en Políticas y Programas de Nutrición del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), Simón Barquera, y el director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia (Redim), Juan Martín Pérez García, coinciden en que los esfuerzos para lograr que los niños mexicanos dejen de ser los líderes mundiales en sobrepeso y obesidad, desde lo que le corresponde al ámbito escolar, han sido insuficientes.
"Vemos con preocupación que no hay un seguimiento lo suficientemente estricto como para lograr lo que se requiere. Hay cosas que son por el diseño de los lineamientos y otras porque los lineamientos no están siendo implementados con rigurosidad”, señaló.
Barquera calificó como incongruente que en las escuelas se haya eliminado la venta de refrescos, pero se permita la venta de jugos procesados y té helado, que pueden tener hasta 12 cucharadas de azúcar.
Agregó que de acuerdo a estudios realizados en el INSP es en la escuela donde los niños comen más; por ello, la necesidad de que su alimentación sea sana.
"En el instituto lo que hemos visto es que los niños consumen alimentos hasta 4 o cinco veces cuando van a la escuela, que es demasiado. Tienen acceso al llegar a la escuela a los vendedores, en el salón maestros y compañeros les venden alimentos, durante el recreo y al regresar”, declaró.
El investigador enfatizó que los padres de familia encargados de las cooperativas deben ser capacitados realmente para conocer los riesgos de la comida chatarra.
"A las cooperativas de padres se les debe capacitar para que entiendan que es por el bien de sus hijos, que no es por un capricho, sino por protegerlos y que no les dé diabetes”, subrayó.
Por su parte, Pérez García señaló que el permitir que empresas refresqueras y de panadería surtan de alimentos a las escuelas habla de un interés económico, cuando lo ideal para reducir la problemática de la obesidad es evitar su participación.
"El propio Estado mexicano, a través de sus instituciones, prioriza la industria sobre la salud de los niños y niñas”. Agregó que “las maneras en que burlan las regulaciones es reduciendo los tamaños del producto, mezclando o creando nuevos productos comerciales aparentemente bajos en azúcar”.
SIN TRANSPARENCIA DE RESULTADOS POR AUTORIDADES
Tres de cada 10 niños viven con exceso de peso, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2016.
El ambiente obesogénico los pone en riesgo de padecer hipertensión, ser resistentes a la insulina y desarrollar diabetes tipo 2, problemas en el crecimiento, deformación en los huesos por el sobrepeso y déficit de atención.
No hay estadísticas oficiales públicas sobre la venta de comida chatarra en las escuelas, solamente el intento de la sociedad civil en el portal Mi escuela saludable, que establece por medio de acusaciones de padres de familias a las escuelas donde se venden.
Hasta ahora, lo que es una obligación de las autoridades por informar sobre la regulación en las escuelas para prohibir la comida chatarra no existe”, destacó el director ejecutivo de la Redim.
De acuerdo con la estadística de dicho portal, para el ciclo escolar 2017-2018 se reportaron malas prácticas en 327 escuelas de los 31 estados y la capital del país.
De estos reportes, el 99% aseguraron que se vendía comida chatarra de lunes a jueves; 67.5% señaló la venta de bebidas azucaradas y 96.2% que no hubo un comité que vigile la prohibición de la venta de comida chatarra, siendo la figura encargada de supervisar que no se vendan estos productos.
Una buena política de salud debe contemplar evaluaciones, consideró Simón Barquera, quien forma parte del INSP y ha hecho distintas evaluaciones de lo que sigue pasando en el entorno escolar en el país.
"La SEP tiene que poner un mayor nivel de exigencia en el cumplimiento de estos lineamientos a las escuelas, este es un problema de salud en el país, no es nada más un capricho”, señaló.
Este diario buscó a la Secretaría de Educación Pública (SEP) para conocer los avances del programa para reducir la venta de comida chatarra en las escuelas y la oferta de productos que son señalados como dañinos. La respuesta fue que es la Secretaría de Salud la que debe informar sobre ello, aun cuando la estrategia y monitoreo de venta está a cargo de la SEP.
CUMPLÍA CON LINEAMIENTOS
Josefa Rodríguez estuvo a cargo de la cooperativa de la Secundaria Diurna Justo Sierra durante tres años. En ese periodo se le permitió la venta a alumnos de jugos procesados, pastelillos de chocolate, paletas, y una vez por semana consentía a los adolescentes con hamburguesas, pizzas, papas fritas y espagueti, pese a que estos alimentos son considerados detonantes para el sobrepeso.
Me dieron un reglamento y una lista de los productos que podía vender. Yo tenía pedido con Boing, Sabritas y Bimbo, ellos manejaban productos con cierta medida.
"Eran alimentos establecidos por el reglamento de cooperativas que estaban permitidos por la SEP”, reconoció la ama de casa.
Rodríguez explicó que no existían sanciones, solamente si a un maestro no le gustaba el menú, cambiaba la dinámica y la preparación.
"Sólo recibía comentarios si un alimento no les gustaba. El comité era de papás, maestros y la dirección”, recordó.
La exadministradora informó que tenía que entregar 210 pesos de cuota diariamente. En suma, durante los tres años que laboró entregó aproximadamente 122 mil 850 pesos a la administración escolar por vender comida.
NO HAY RESTRICCIÓN PARA COMIDA
La oferta de comida alta en grasas y azúcares adentro y afuera del Colegio José María y Morelos en Iztapalapa es alta y diversa.
Sin ninguna restricción, un niño de primaria puede comprar tacos de suadero, sincronizadas, banderillas, chocolates, jugos y chicharrones preparados.
Aileen Sosa, quien es mamá de una alumna, relató la facilidad con que los niños pueden tener acceso a comida chatarra.
"Fácilmente se puede comprar comida chatarra. No hay ninguna restricción. Hasta hace un año yo le daba dinero a mi hija para que comiera creyendo que era sana la oferta”, declaró.
La madre de familia consideró que es un reto la sana alimentación de sus hijos, por lo que optó por pedir apoyo nutricional.
"Con ella me cuesta mucho trabajo que coma sano, sobre todo que coma verduras, por eso fui con una nutrióloga para que nos enseñe a comer bien, sobre todo si la escuela no ayuda en esto”, dijo.