19-S, las otras historias
Por Anabella Pezet 20 Septiembre 2018
El caldero político
Ayer todos salimos a las calles de la Ciudad de México en punto de las 13:14:40 horas cuando sonó la alerta sísmica. Guardamos un minuto de silencio por todas las víctimas que perdieron sus vidas, y por todas aquellas que dejaron su patrimonio, y que al día de hoy no han podido recuperarse.
El sismo del 19 de septiembre de 2017 mostró la solidaridad de todo un pueblo que se unió para ayudar a los afectados. Cientos de personas acudieron al rescate en las zonas destruidas; hombres y mujeres cargaban en sus hombros piedras para buscar dentro de los escombros a los sobrevivientes. Miles de personas donaron víveres, ropa, artículos básicos, o lo que pudieran.
Sin embargo, la tragedia también trajo a la luz historias de gente aprovechada con el dolor y la pérdida humana. Son “las otras historias” de gente que se sobrepasó de la nobleza de la gente y vio una oportunidad para hacer negocio o robar.
Es el caso de la directora regional del Centro y Eje Neovolcánico de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), la bióloga Gloria Fermina Tavera Alonso quien instaló un centro de acopio con motivo de los sismos de septiembre de 2017 en la oficina que hoy es sede de la Dirección Regional en el Estado de Morelos, ubicada en la Calle Tabachín No. 55, en donde llegaron 30 toneladas de ayuda donadas por el equipo de futbol de los Rayados de Monterrey.
Tavera Alonso decidió celebrar un contrato privado por tres meses pagando una renta mensual de 55 mil pesos más IVA, adicional a la renta de la oficina que ocupaba el personal. De manera protagónica y abierta señaló que ella acopiaría esos víveres, “ya que el Gobernador del estado se los estaba robando”, señalaba. El problema es que quien decidió quedarse con ese cargamento fue ella, y a un año de la tragedia ni si quiera terminó con los repartos.
Abiertamente decidió e informó al personal que en la Dirección Regional se quedarían recursos donados como catres y lonas, las cuales usa como techo en los convivios de la oficina regional y para tapar algunos archivos. Por su parte, las herramienta como picos y palas, las repartió entre la Dirección de las Áreas Naturales Protegidas para el combate de incendios forestales, cuando originalmente eran para recoger los escombros de las casas destruidas de la población morelense afectada.
Personal consultado de la CONANP señala que ella solicitó que le escogieran diversos víveres para quedarse con ellos, tales como latas de ultramarinos, galletas finas, conservas, frutas secas, café, entre otros, donaciones, que según ella, la gente afectada no apreciaría. Adicional se quedó con una colección de prendas de vestir, calzado, juguetes, medicinas, etc. El papel higiénico, servilletas, escobas, productos de limpieza, y demás fueron usados para su propia oficina. Incluso, ante su incapacidad de entregar de manera absoluta y oportuna todos los víveres, desgraciadamente muchos de ellos se echaron a perder o caducaron como la leche en polvo, la cual regalaba a la gente que pasaba por el centro de acopio.
Sobre estos hechos constaron algunas denuncias, incluso ante los medios de comunicación, pero hizo caso omiso, e incluso todavía se puede apreciar la existencia de varios artículos donados en las oficinas de la dirección regional, además de ordenar que toda el agua embotellada se llevara al Parque Nacional Lagunas de Zempoala la cual se cree, sigue ahí.
Sobre el desvío de recursos y robo de las donaciones existen diversas evidencias documentadas por algunos empleados de la institución. Tavera Alonso no sólo se condujo fuera del marco legal, sino también de sus atribuciones. Asimismo, utilizó a personal de dicha dependencia para trasladar los víveres a sus oficinas en horarios de trabajo, usando vehículos oficiales.
Historias negras como las de Tavera Alonso con el lucro de la tragedia existen por todos lados. Ayer mismo, el senador Ricardo Monreal revelaba que no se sabe dónde están 50 millones de pesos donados por diversos legisladores, ciudadanos y bancadas para el sismo. “Hay confusiones y opacidades” señaló el senador.
Son “las otras historias” las que salen a la luz cuando uno se pregunta dónde terminó el dinero que donó, o los víveres, o cualquier tipo de ayuda ante las tragedias. Como decía un padre de un niño fallecido en el colegio Rébsamen: “Los sismos no matan, la corrupción sí”.