Opinion

ABUELOS ACOTADOS

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Por Benjamín Bojórquez Olea 21 Febrero 2019

SOBRE El CAMINO

Esta declaración refuerza el estereotipo de los roles de género. Hace unos días, se abordó el tema del recorte presupuestario de las estancias infantiles, Carlos Urzúa, el secretario de Hacienda, aseveró que el dinero se les dará directamente a los padres y sugirió que dentro de este nuevo esquema las abuelas podrían hacerse cargo de los nietos. Esta declaración refuerza el estereotipo de los roles de género, al categorizar a las abuelas, después de los padres, como las responsables inmediatas del cuidado de los niños; por otra parte, muchos padres ven en las estancias infantiles una alternativa al no contar con un apoyo familiar, además de ser espacios donde los niños pueden desarrollarse de manera integral, por lo cual no se debe minimizar el trabajo de estos lugares. Y aunque no está bien que el secretario refuerce esta idea, es cierto que existen abuelas responsables de los nietos, además su trabajo es de gran ayuda y sobre todo invaluable, pues dejan, al igual que los abuelos, un legado histórico, cultural y afectivo muy importante. Pero también implica horas de esfuerzo: muchas abuelas enfrentan una doble o hasta triple jornada laboral; haciendo labores domésticas o en un empleo formal, sumado el cuidar de los nietos, de sus propios padres, o de algún familiar enfermo; muchas veces ellas mismas sufren de algún padecimiento. Ceden su tiempo, el cual posiblemente utilizarían en una actividad recreativa para ellas mismas; los momentos de ocio para una mujer madura son pocos, ahora imaginemos a una abuela que se encarga de los nietos. Si bien es cierto que la división genérica del trabajo les ha asignado tradicionalmente el cuidado de los niños a las mujeres, existen hombres que se dedican al hogar y al cuidado de los hijos; dentro de una sociedad machista son menospreciados “por faltar a su masculinidad”, aún existen muchos prejuicios al respecto, como si el género femenino fuera dueño del espacio doméstico y del cuidado de los niños. El problema de la asignación tradicional de los roles de género, se plasma en las leyes de lo familiar, pues por lo general a  las mujeres se les da preferencia en la guarda y custodia de los niños, cuando en realidad tanto hombres como mujeres son capaces de dar los cuidados que un infante requiere. También es cierto que la sociedad históricamente le ha asignado la responsabilidad y compromiso al género femenino de siempre estar al pendiente del otro, como una obligación natural y social, es por eso que muchas veces el trabajo de las abuelas que cuidan a los nietos pasa desapercibido. Por otra parte el compromiso con los hijos y los nietos, en muchas ocasiones orilla a las mujeres a no aceptar cargos que involucren mucho tiempo en sus lugares de trabajo. Las mujeres actualmente se enfrentan entre conciliar el trabajo y cuidar a los niños, y quienes pasan mucho tiempo fuera de casa se sienten culpables al dejar a sus hijos al cuidado de otros. Por ello, la estructura de la sociedad mexicana considera a todas las mujeres como madres simbólicas, precisamente en el entendido que siempre debemos estar para el otro. Las que no son madres, la sociedad impone serlo simbólicamente con los sobrinos, padres o abuelos, estar a cargo moralmente de su cuidado y bienestar. Dentro de la estructura tradicional y patriarcal las no-madres son consideradas “menos mujeres” por el simple hecho de no reproducirse y no seguir las reglas sociales, aunque este pensamiento afortunadamente va cambiando poco a poco sobre todo en las grandes ciudades. Las condiciones de las abuelas o de las mujeres no son las mismas en todo el país, algunas tienen un panorama más adverso, como las abuelas indígenas, que son presas de discriminación no sólo por su género, sino por sus condiciones sociales y étnicas. Ellas nunca descansan, las campesinas o artesanas enfrentan largas jornadas de trabajo; al ser sociedades tan tradicionales, los roles de género se encuentran más estructurados: los hombres no tienen ninguna responsabilidad sobre la crianza y cuidado de los hijos o nietos, tampoco sobre las labores domésticas, las cuales son más pesadas, pues en algunos lugares aún se cocina con leña, al aire libre y sin los servicios básicos.



GOTA Y CHISPA:


Las abuelas son consideradas socialmente segundas madres, por lo cual su trabajo nunca termina, sólo aplazan su descanso. El cuidar de los nietos dependerá de los acuerdos entre padres e hijos, de la salud de las abuelas, del presupuesto y tiempo del que se cuente, pero también importante saber la opinión de los infantes, una vez que tengan esta posibilidad, esto basado en los derechos de los niños: interés superior del niño y el derecho de ser escuchado (Convención de los Derechos del Niño, 1989). Muchos de ellos tal vez no tengan opción aunque es muy importante saber la opinión de los menores sobre los responsables sobre su cuidado. La estructura de la sociedad debe de cambiar, tanto mujeres como hombres son capaces para la crianza y el cuidado infantil, los roles de género tradicionales le han cargado la mano a las mujeres en este aspecto; pero los tiempos han cambiado, tanto hombres como mujeres trabajan. Y si seguimos basándonos en estos viejos preceptos todos salimos perdiendo. Las abuelas tienen su individualidad, su vida y su espacio, las normas sociales le han dado casi el carácter obligatorio de hacerse cargo de los niños. Esto debe cambiar ayudado de las políticas gubernamentales, por esto las estancias infantiles son tan útiles; es de reconocerse el trabajo de las educadoras, además de que también son un espacio seguro para los padres. Todo esto va más allá, sin duda, los abuelos votan y los niños “NO”. Ahora sería interesante saber que opinan en específico los legisladores morenistas sinaloenses respecto a esta nueva incongruencia por parte del ejecutivo federal. “Nos vemos Mañana”…