Armando, armando su campaña...
Por Benjamín Bojórquez Olea 12 Octubre 2022
Sobre el camino
Conste para "trolls" y para los
lectores de bien que no hablo de la persona, sino del ejercicio del cargo de
alcalde de mi querida, "Tierra Santa", Salvador
Alvarado. Aclaración previa porque llevamos poco tiempo en la historia de la
democracia local en nuestra localidad en que cualquier crítica a la gestión
política de la alcaldía genera automáticamente el insulto de algunos entregados
seguidores que se olvidan del argumento, en pro de la aniquilación del
argumentante al que, indefectiblemente mueve la envidia, la frustración o el
rencor.
No puede
ser considerado un buen alcalde aquel que dirige –sin reacción- los destinos de
una ciudad que acelera su caída, cada vez más sin freno. Desde que ostenta la
alcaldía se ha estado buscando tapar el sol con un dedo. Una ciudad en la que
la actividad económica cierra puertas cada día para no volverse a abrir.
Cuántas empresas automotrices y demás han tenido que cerrar sus puertas en los
últimos años. Por supuesto, en parte se lo atribuimos al Covid. Todo esto es
grave, ya que el empleo disminuye y la delincuencia aumenta.
En las
periferias de la localidad o zona rural como quiera usted llamarle se sostienen
a duras penas. La debacle y la falta de gestoría son antológicos. Los cierres
ya venían de poco tiempo atrás y desde la alcaldía se sigue mirando a los
empresarios con recelo, no se bajan impuestos ni se reforma la burocracia para
favorecer la actividad, al contrario, se suman más impuestos.
No puede
ser buen alcalde aquel que observa impávido, se expresa como si no fuera con él,
y no busca el menor estímulo para frenarla, cómo la pérdida de habitantes
desangra y da la espalda al proyecto que es Salvador Alvarado, pero no al
proyecto personal. Se sigue promocionando, ¿y el municipio para
cuándo?
No puede
ser un buen alcalde aquel que miente y paga encuestas con dinero del erario
público, con la finalidad, de posicionarse para una posible reelección, es más,
anticipar escarnio y escozor ante un pueblo que carece de infraestructura,
pues, si no fuera por el cariño adoptivo del gobernador sinaloense, destacando
la obra social en Salvador Alvarado, estuviera en una crisis financiera
bastante complicada. ¿Y la oposición en cabildo? Considero,
que no existe.
No puede
ser un buen alcalde aquel que presume logros que no son de él, más bien es una
falta de respeto al jefe del tercer piso, ya que nuestro edil Alvaradense lo
primero que debería de hacer es ponderar al ejecutivo local, sin embargo, se
pone como el principal ariete de la obra que se realiza en "Tierra
Santa", Salvador Alvarado.
No puede
ser un buen alcalde aquel que gobierna más para su aspiración reeleccionista
que para la ciudad. La diferencia en los resultados está a la vista. Hoy,
Salvador Alvarado, invadida de inseguridad, de núcleos y desorden, una ciudad
donde lo único que crece es la delincuencia y con su presupuesto anual agotado.
No saben que puerta tocar para rasurar recursos de la federación y el estado
que permitan darle un poco de oxígeno a la actividad económica en materia de
infraestructura e inversión pública y privada, es más, nos comentan que algunos
funcionarios están a punto de renunciar a sus cargos públicos.
Ya lo dijo
el gobernador el pasado lunes en su semanera, déjense de andar haciendo
grupitos y grilla, pónganse a trabajar y olvídense de andar acumulando poder.
Pero lejos de la autonomía del municipio Alvaradense, Armando Camacho
Aguilar, no termina de entender los mensajes de quien manda en Sinaloa. La
irreverencia es el platillo favorito del alcalde de la tierra del
garbanzo.
GOTITAS DE
AGUA:
Y,
finalmente, no puede ser buen alcalde aquel que de forma ineficaz y al extremo
dirige con encono y con esa sonrisa cínica y tribal. Insisto, pintando y
limpiando calles no es suficiente para sacar de esta postración al municipio,
se requiere de técnica elemental.
No puede ser buen alcalde aquel que solapa a la delincuencia organizada., aquel que cuando no hay capacidad de gestión recurre a buscar ingresos propios sacados de bajo de las piedras, sangrando a tu propio pueblo, sí, a ese pueblo trabajador, ya que establecimientos comerciales deben pagar impuestos por recolección de basura, y yo me pregunto, ¿en dónde están los regidores de Salvador Alvarado? Yo lo sé, callados y disfrutando su cuantioso sueldo, mientras al pueblo le venden pura lengua. "Si cierran la puerta, apaguen la luz". "Nos vemos Mañana"...