Sólo los idiotas viven en su propia cárcel de creencias. Son prisioneros en una jaula que tiene las puertas abiertas pero están incapacitados para darse cuenta y salir. Los idiotas repiten siempre sus mismos argumentos emocionales, para ellos, sus creencias son la verdad última, no se permiten abrir la mente para explorar otras circunstancias, otras posibilidades, no aceptan más verdad que la que sus impresiones han construido, casi siempre con percepciones de la realidad alteradas. A sus creencias, a sus impresiones casi siempre falsas, apuestan su vida, pasado, presente y futuro. Morena en Sinaloa minimiza sus actos de ineficacia y violencia política, por lo que debe ser preocupante para la sociedad sinaloense identificar quienes pueden ser considerados “non grato” tanto en las principales ciudades de Sinaloa y en el congreso local. Basta escuchar declaraciones y en mitines la conducta de muchos de ellos que atraviesan una bipolaridad compartida y sin sentido y sustento ya sea legal o de carácter social. Ser idiota es algo muy común en cualquier sociedad, pero contra toda creencia, un idiota no es un enfermo o débil mental como erróneamente se ha entendido esta palabra. El idiota, etimológicamente, es simplemente alguien que no se ocupa de los asuntos públicos. Por este desinterés en la cosa pública, en los otros, es que se asoció esta palabra a la forma conductual de una persona egoísta, cerrada, necia, burda, sin capacidad de analizar y comprender para cambiar. ¿Escuchaste bien, Billy Chapman? El idiota es una persona que no cambia, es dueño de una necedad sin remedio. La medicina mental tomó esta palabra para definir la idiocia, una grave incapacidad mental. La carencia de recursos para hablar y discutir en libertad sobre la política en el ágora, en el sitio público. Ve un hombre despojado de dignidad y de sabiduría, pues en la época clásica griega, ser un hombre sabio implicaba ser un hombre público y político, por esta razón se despreciaba a los idiotas, aquellos ocupados en sus propios asuntos, sin interés en los demás. Por eso la palabra tomó una acepción despectiva. Los epicúreos pensaban que la política no era más que una fuente de problemas, sufrimiento y, por tanto, infelicidad. Por eso se dice que los únicos felices son los tontos. ¿Eres feliz, Billy Chapman? Idiota, en término clásico, es pues el simple ciudadano particular que no ocupa cargo, ni se preocupa de la cosa pública. En la Atenas del siglo V, se consideraba mal que una persona se mantuviera apartada de los asuntos que iban a gestionar su vida, pudiendo participar en ellos. En ese tiempo existían las “liturgias” o subvención económica que la polis daba por asistencia y participación y que sacaba de los altos impuestos que Atenas imponía a ciudades sometidas. Por eso se consideraba tonto e ignorante que una persona no se ocupara de la vida que le afecta. ¿Entendiste, Billy Chapman? En efecto, esta definición de tonto e ignorante para la palabra idiota se va a prolongar durante todo el Imperio Romano y hasta la Edad Media y el Renacimiento. El apóstol Lucas, autor del libro de “Los Hechos” y del tercer evangelio, utiliza la palabra griega idiotez para definir a la persona privada de raciocinio, ignorante, simple oyente, tosco, e indocto, iletrado, agrammatos. Buscar culpables señor alcalde de Ahome es tapar la ignorancia misma, es confundir con idiosincrasia la demagogia y la ineptitud de cada lágrima que arrojas tras tus discursos aldeanos.
GOTA Y CHISPA:
En resumen, Billy Chapman, es un idiota, una persona cerrada, ocupado en sí mismo, es decir, solo escucha sus propios pensamientos, y a otros como él que le refuerzan sus creencias, sus criaturas. No acepta argumentos diferentes a los que sus propias imágenes mentales han construido por impresiones, más que por razonamientos. Es una persona insegura, con miedos, que no cambia. Para Billy Chapman, cambiar significa derrumbarse, pues todo lo que es él está basado en percepciones falsas. El señor idiota no cambia, porque no se dé cuenta de las cosas, sino porque no quiere aceptar que está equivocado, pero mantenerse en esta posición solo agrava su idiotez y pone en riesgo las buenas costumbres y prestigio de un Municipio como lo es, Los Mochis, Sinaloa. Ahora y sin raspar los muebles genéricamente hablando, cabe mencionar que, si aplicamos todo lo que hemos dicho con muchos morenistas ocupando puestos de relevancia pública, veremos que la palabra idiota calza bien para cierto tipo de militante o seguidor del partido de Morena, o de cualquier partido político. Esto no quiere decir que aplique para todos, pero si para un circulo que hace todo lo posible para resaltar el termino de idiotez. “Enhorabuena, señor Alcalde, Guillermo Billy Chapman”. “Nos vemos el Lunes”…