Opinion

CANGREJO GLOBAL

new.author
Por Benjamín Bojórquez Olea 11 Febrero 2019

SOBRE El CAMINO

Ahora que ya tenemos más perspectiva se nos facilitan los diagnósticos. A finales del 2016, con la aprobación del “Brexit” y la elección de “Trump”, fue cuando se produjo el terremoto cuyo posterior tsunami está devastando las ciudadelas de los países democráticos. Este año que comienza haremos una nueva evaluación de daños. Primero, la proliferación de “hombres fuertes”, que surgen como setas en los sistemas presidencialistas. En América Latina, y aunque provengan de polos distintos, es el caso de López Obrador en México y de Bolsonaro en Brasil; en Turquía, Erdogan sigue, implacable, su eliminación de cualquier control a su poder; por no hablar de tantos otros que nunca estuvieron sujetos a dichos controles, como Putin o Xi Jinping. El segundo fenómeno que se ha acentuado es la polarización política. Se ha roto ya con el mito de que la mayoría de la población se ubica en el centro. Esto lo vemos también en todas partes. Thomas Friedman, el periodista del New York Times, dijo que en Estados Unidos el choque entre republicanos y demócratas recuerda al habitual entre “chiitas y suníes”, que la política americana está tan infectada de sectarismo como la de Oriente Próximo. Y en Europa va por el mismo camino. Es como si volviéramos a los años ‘30’s del siglo pasado, solo que sin resaca de una guerra mundial, ni paro masivo, pobreza, ni ideologías totalizadoras. Por eso es todo tan extraño. Si recorren Europa occidental encontrarán con el epítome del bienestar. ¿Por qué entonces tanto irracionalismo y tanta histeria política? La revuelta de los “chalecos amarillos” en Francia ya fue la gota que colmó el vaso. Es tan inesperado como difícil de explicar, aunque ahora siempre hay alguien que afirma haberlo predicho, como al parecer es el caso de la última novela de Houellebecq. Tengo para mí que todas estas actuales desventuras de la democracia liberal no podemos explicarlas sólo con los análisis convencionales en términos de “perdedores de la globalización” frente a élites cosmopolitas, aunque haya mucho de eso, o recurriendo a la erosión del sistema representativo, los temores frente a la inmigración masiva –que tampoco lo es tanto- u otras causas que suelen mencionarse últimamente en la prensa o en la literatura especializada. Seguramente necesitamos de algún tipo de explicación psicosocial. En lo que debemos de fijarnos es menos en la parte objetiva, lo que acaece, y mucho más en la subjetiva, en cuál es la vivencia que hacemos en nuestro interior de los datos de la experiencia. Algo similar a lo que hizoFreud en su libro sobre el “Malestar de la cultura”, donde refleja de forma asombrosa la tensión entre los impulsos básicos del inconsciente y el “Súper-Yo” de las imposiciones sociales. Puede que ahora esté ocurriendo algo similar sin que seamos capaces de verlo. En otras palabras, que los ciudadanos de las democracias avanzadas precisamos de terapia psicoanalítica, no como individuos, sino en nuestra condición de ciudadanos. Todos los diagnósticos apuntan a que hoy se ha destapado con mayor fuerza que nunca el contraste entre la imagen ideal de la democracia y su realidad empírica, claramente deficitaria. La democracia ya no sería capaz de realizar sus promesas, y esto conduciría a una creciente alienación frente a las instituciones y a los titulares del poder, las élites políticas y sociales. Pero, si esto es así, ¿Cómo es posible que optemos por aquellos que están más alejados de la realización de dicho ideal democrático; es decir, por líderes populistas, cuando nos consta de sobra que su objetivo final es la erosión de los mecanismos de control del poder? Optar por una mayor realización de la promesa democrática eligiendo a los que la acabarán destruyendo es ciertamente irracional.



GOTITAS DE AGUA:


Tenemos buenos ejemplos en el Brexit, que, como está a la vista, está produciendo en la antesala de su realización plena una verdadera neurosis entre el público británico. ¿Por qué es tan difícil que puedan llegar a un acuerdo? Y que alguien como Trump siga manteniendo un apoyo del 40 por ciento de la población después de todas sus patrañas y desmanes no es explicable desde ningún criterio sensato. ¡Y estamos hablando de las dos democracias más antiguas del mundo! Vuelvo a suscitar la pregunta,¿Qué está pasando? Pierre Rosanvallon dijo en una reciente entrevista a “Le Monde”, que el populismo ocurre cuando los sentimientos de repulsión, y no los de adhesión, son los que dirigen la acción. “Es la expresión de un hartazgo”. De otro lado, sería la expresión de un mundo social en el que los miedos, los fantasmas, las expectativas tiene un papel esencial respecto a los intereses materiales. Nos enfrentamos, por lo tanto, a algo distinto del clásico “preferidor racional” al que le había acostumbrado la ciencia política canónica. Y seguro que tiene que ver con la aparición de un nuevo ciudadano, más socializado en el narcisismo y la emocionalidad primaria que prevalece en las redes sociales que en la argumentación o la reflexión. De ahí la necesidad de sujetarlo a terapia.



UNA CHISPITA MÁS:


En todo caso, debe ser una terapia en la que deberíamos comenzar por nosotros mismos, por el clásico “conócete a ti mismo”. Porque lo que vemos en nuestro interior es un extraño amasijo de deseos, temores, sentimientos, que oscilan al ritmo que nos marcan nuestras “cámaras de eco”. En ellas –de nuevo el sujeto narcisista- nos creemos por encima de los verdaderos intereses generales. Los impulsos primarios del yo, con todo su irracionalismo, frente a las auténticas necesidades sociales. “Así comenzamos el año”. “Nos vemos Mañana”…