Opinion

CHUY: “EL INQUILINO”.

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Por Benjamín Bojórquez Olea 15 Noviembre 2018

SOBRE El CAMINO

Alguna vez escuché decir que la verdadera medida de un hombre se encuentra no en cómo lidia con la adversidad externa, sino en cómo le hace frente a sus propias batallas, a sus enigmas internos. Casi por definición, una carrera política exige la respuesta a una serie de preguntas fundamentales: ¿Qué tipo de político se quiere ser? ¿Uno que apueste por la evolución y la ruptura o uno con mayor apego a las tradiciones y las formas de, por ejemplo, el partido que lo ampara? Por supuesto, mientras más monolítica es la estructura de partido de la que el político proviene, mayor será la resistencia interna a apostar por una identidad de verdad transformadora. La reflexión invita a pensar en Sinaloa y el PRI. La tensión entre el respeto a las formas del pasado y la voluntad de profunda metamorfosis ha estado en el centro de los políticos priístas por décadas. Peña Nieto apostó todo por la transformación económica, yendo en contra de la vocación estatista del PRI. Pero no le alcanzó la voluntad evolutiva para apostar por el progreso político del país y de su partido. No solo no le alcanzó: Desde hace mucho tiempo he pensado que la pregunta toral alrededor del carácter de Jesús Valdés Palazuelos radica en esa misma tensión entre conservar las formas, las prioridades y el elenco del PRI u optar por encabezar esa ruptura inédita (y, a todas luces, necesaria)con el corporativismo y demás causas de su partido. Aunque aún no se oficializa su silla al tricolor, es cuestión de tiempo estatutario para verlo en funciones. Recuerdo una plática que lejos de entrevista, debatimos, donde no podía pretender encabezar una nueva generación de políticos priístas si insistía en organizarse actos fastuosos, de corbata roja, con los brazos abiertos, saludando como “César en el Coliseo”. Jesús Valdés me explicó que, para él, la solemnidad y el respeto a una tradición no reñían con “trabajar con un estilo distinto, con nuevas formas (…) con una visión moderna”. Me quedé con mis dudas. Aquel apetito suyo por los viejos modos de hacer las cosas me revelaba una propensión inquietante: si la forma es fondo, entonces Jesús Valdés era un político viejo con piel de joven, un reformador cuya vocación transformadora encontraba (y encontraría) sus límites en los hábitos, territorios e intereses de su partido. Tuvieron que pasar muchos años para que Jesús Valdés se topara con la oportunidad ideal para revelar cómo ha resuelto la disyuntiva entre las viejas formas y la “visión moderna” paralela a un liderazgo que siempre ha pretendido poner en práctica. Jesús Valdés podía tomar la indignación nacional, pero puede más su condición humana de lucha, para echarse al hombro un partido que lleva tiempo sumiso en discursos incongruentes, pero pudo haber roto con la tradición priísta (“político que reconoce un error no sabe ser político”) y admitir, con todas sus letras, de manera explícita, sus omisiones y sus tropiezos. Pudo haberse referido con toda vehemencia a la polémica del “hartazgo social”. Y claro: pudo haber roto el discurso predecible, la gélida enumeración y el elogio en boca propia para hablar desde el corazón, con la cercanía que tiene alguien que pretende habitar lejos de la cúpula olímpica de un partido de tradición. Un poco de don de gente, un poco de sangre, de emoción. El priísta de “visión moderna”.



GOTITAS DE AGUA:


Por ello en el PRI en Sinaloa se incluye un nuevo protagonista. La posible carta de toda la clase política, los fieles militantes de apie y los 3804 seccionales darán el paso de entrada al nuevo inquilino del Comité Directivo Estatal del PRI. Pero también, alguien que viene a reestructurar esas bases en estado terminal, en pocas palabras, el personaje que trae consigo ese tanque de oxigeno ante el reclamo social y crisis política que sufre el PRI tras las pasadas elecciones del 1 de julio. Hace días que se viene gestando entre los grupos políticos en Sinaloa un desplegado mediático en redes sociales que demandan cambios radicales en la conducción del partido. Comprender los mensajes resulta simple porque alude a hechos recientes que, aun cuando el nombre que levantará los escombros del Revolucionario Institucional pudiera ser objeto de crítica, son muy fáciles de identificar. Seguramente que al final de la feroz lucha que mantienen diversos grupos políticos por obtener el control del PRI-Sinaloa habrá un triunfador y éste, si la aritmética que hicieron los verdaderos dueños de la franquicia con el gobierno en turno no falla, ya es alguien de lealtades longevas, para estar a la altura de las circunstancias, donde la sensibilidad social y la coyuntura de Jesús Valdés Palazuelos dará la voz de ataque y será el próximo inquilino del flamante instituto político del PRI-Sinaloa. “El que salga al último apague la luz”.



UNA CHISPITA MÁS:


Otra cosa mariposa: No son pocos los errores de comunicación que están cometiendo en Morena tanto en el Senado, como en la Cámara de Diputados y en la vocería del Presidente electo. El más reciente fue el de la dirigente nacional del partido, Yeidckol Polevnsky sobre la visita de Donald Trump a la toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador. Primero dijo que sí venía, luego le quiso componer con un malogrado tuit, para terminar diciendo que no le corresponde a ella esa información. Deben de ser más cuidadosos porque los errores al comunicar sus proyectos pueden salirles más caros de lo que ellos mismos creen. “Que recuerden que no han tomado protesta”. “Nos vemos Mañana”…