El barco de Juan de Dios Gámez Mendívil…
Por Benjamín Bojórquez Olea 06 Abril 2022
Sobre el Camino
El barco de Juan de Dios Gámez Mendívil conforme pase los meses se acercará al lugar más peligroso, no precisamente al “Estrecho de Bering”, pero si a una supuesta guerra marítima, con piratas de la talla de Henry Avery. Es la zona en donde las sirenas suelen atraer con su canto a los marineros, quienes quedan aturdidos y no logran impedir que el barco se estrelle contra las rocas. Al caer al agua, los desconcertados marineros son devorados por las sirenas y los altos mandos piratas. Pero Juan de Dios Gámez tiene un plan. Sus compañeros marineros tienen los oídos tapados con cera para no caer embrujados por el canto. Y él mismo está atado al mástil, de tal manera que no puede soltarse, aunque lo llegue a desear. Así es como el súper - delegado sinaloense, de “La Odisea de Homero”, atravesó el peligro y llegó sano y salvo a destino. A menos de 2 años después, lograr los objetivos políticos es una verdadera odisea reservada solo para pocos. Esos pocos que eluden los cantos de sirena y se atan al mástil de su barco. Esos pocos que se atan a su plan, a su estrategia. El origen de la palabra estrategia está en el lenguaje militar y se refiere al arte de dirigir las operaciones militares. Y también la palabra táctica se vincula a lo militar y designa el arte de poner en orden, mover y emplear las fuerzas propias para el combate. La estrategia de Juan de Dios Gámez Mendívil, entonces, es el plan general que dirige las operaciones. Y la táctica es el conjunto de operaciones específicas que se realizan. Ahí radica su fuerza. La estrategia y obediencia tiene su ámbito en el cuarto de guerra o la sala de situación donde los generales visualizan el conjunto de elementos intervinientes y su articulación, el paisaje completo y las secuencias temporales de mediano y largo plazo. Desde allí toman las decisiones fundamentales, orientan y guían las grandes líneas de la guerra. La táctica en cambio tiene su ámbito en los diversos terrenos de batalla donde se despliegan los recursos humanos y materiales del ejército. Allí pesa más lo inmediato, lo específico, el corto plazo, las acciones prácticas concretas, la ejecución en el terreno y las operaciones derivadas de la estrategia y que constituyen el día a día de la guerra. En política es exactamente lo mismo. Se acuerpa, manejando un perfil bajo, pero a su vez, muestra el músculo a la hora de la decisión coyuntural. Juan de Dios Gámez Mendívil, dentro de sus posibilidades tiene un vínculo muy cercano en el tercer piso, además, de que va incrementando sus relaciones en la federación, no tiene cola que le pisen y es muy joven, además tiene un capital político fácil de vender electoralmente, tiene carisma y es dinámico. Por ello muy pronto será una moda dentro de Morena, joven protegido, y nos comentan, que es muy chambeador, operador y de mano izquierda. Un poder que es bueno comprender en su esencia y en su origen para así profundizar en el valor de la estrategia en relación al poder político. Allí está la clave del poder: esa cooperación masiva permite encarar empresas enormes y alcanzar gigantescos logros que serían imposibles para individuos o grupos pequeños. Y esa cooperación, además, al ser flexible (a diferencia por ejemplo de la rígida cooperación masiva de las hormigas o las abejas) permite ir evaluando y ajustando el trabajo político colectivo a medida que se desarrolla. Anticipando un respeto a la investidura política a la que pertenece. El objetivo puede ser construir una pirámide, detener una epidemia, reconstruir una ciudad. Luego de un sismo, enviar una nave a Marte o ganar las elecciones. La constante es siempre la misma: cooperación masiva flexible. Pues muchos caen en la tentación y desesperación, por causa y efecto contario al poder.
GOTITAS DE AGUA:
Mucha gente opina. ¿Demasiados? Todos, en realidad todos opinan. Todos tienen ideas, todos quieren influir, todos saben cómo ganar. O por lo menos eso cree. Y lo hacen sin mala intención y con la buena voluntad de ayudar. Pero, ¿sabes qué? te enloquecen. Literalmente, te enloquecen. Porque si escuchas a todos te sumerges en un torbellino de ideas que van y vienen y cambian y se contradicen y giran y empujan hacia adelante y hacia atrás y en todas las direcciones posibles (y en las imposibles también). Los tiempos electorales son infinitamente extensos, pero al mismo tiempo son infinitamente breves. Son extensos porque ocurren tantas cosas cada día que solo quien ha estado allí lo sabe. Novedades, hechos, noticias, problemas, reacciones, cambios, más problemas. Todo ocurre a toda velocidad y cada día te parece una semana (a veces mucho más). Ese tiempo electoral parece interminable. Pero a la vez es demasiado breve. Porque cuando ves el horizonte y te das cuenta que el próximo domingo serán ya las elecciones casi siempre te parece que es demasiado pronto, que faltaron cosas por hacer, que todo pasó muy rápido. Pero además están las emociones exaltadas, a flor de piel. En ti mismo, en tu equipo, en los equipos rivales, en los periodistas, en la gente. Todo el mundo con las emociones subrayadas, más intensas, más volátiles, a punto de explotar y también explotando. ¿En dónde ubican a Juan de Dios Gámez Mendívil? A mi juicio, en una posición coyuntural envidiable para cualquier político de la era moderna en Sinaloa. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…
@olea_bojorquez