Opinion

EL LIDERAZGO DE JUAN MILLÁN…

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Por Benjamín Bojórquez Olea 15 Febrero 2020

SOBRE EL CAMINO

La figura de Juan S. Millán Lizárraga ha sido a base de respeto desde antes y después de que gobernó Sinaloa, en ese tenor no se ha quedado inmóvil en el tiempo y tampoco se limita al tremendo recuerdo de su legado y vigencia, pues su pensamiento y acción entregan enseñanzas validas, ayer y hoy, lo cual permite decir que, siguiendo su pasado de éxito político, se puede ver con ojos de futuro. Don Juan Millán, en tiempos en que la política se empequeñece, cuando los eslóganes fáciles reinan en los mitines, asambleas, mejor aún, sin estar presente, es sinónimo de grandeza. Por eso junto a un fundamentalismo de quienes han descubierto una convicción que se pudiera pretender, en pocas palabras, imponerse al resto. La cabeza fría de Don Juan Millán se levanta como un verdadero líder, un político a carta cabal, un hombre culto, serio, de vida sencilla, que supera los márgenes sinaloenses, para tener una visión de todo y sus transformaciones. Una foto con el simple hecho de itinerarse en Sinaloa, es un detonante muy acelerado para quienes tienen pretensiones futuras, rasga a hombres y mujeres y todos en general y sin exclusión partidista muestran el músculo político debido a la fuerza y prestigio de quien gobernó Sinaloa en el año de 1999 al 2004. Don Juan Millán reivindicó la democracia en Sinaloa, frente a quienes la descalificaban o pretendían sustituirla por una dictadura, y a quienes desconfiaban de esta, buscando formas protegidas o claramente autoritarias. La astucia y libertad política que daba Don Juan Millán eran valores intransables, hoy su autoridad y nombre continúan siendo torales debido a la historia que se ha relatado en libros y culturas políticas que no inhiben la vigencia actual del siempre tejedor, en donde cada elección su nombre y apellido sale a relucir. Don Juan Millán, su visión y su compromiso por Sinaloa lo hicieron ver más allá de las necesidades, tecnificó las nuevas resistencias partidistas y empujó cambios ante las nuevas prácticas de la política ortodoxa. Para Don Juan Millán la política no era solo local sino nacional, ya que tenía claro que para alcanzar las grandes relaciones era importante asumir una conducta contemporánea. Hoy todos los partidos políticos lo respetan y siguen sus pasos. Don Juan Millán es un político de mirada humanista y de avanzada, que entiende las reglas de la nueva política, además de la importancia del diálogo y el necesario rol del Estado. Nunca ha sido presa del liberalismo, sin prejuicio de reconocer que su aporte dignificó obras de gran alcance social que ya en una de mis entregas anteriores comentamos. Su visión de integración social del estado, rechazaba el clasismo de derecha e izquierda, su línea era plural en su gobierno, donde todos tenían un espacio, sobre la base de colocar en el centro a la persona y al sentido común. Siempre caminó y constituyó la era moderna, el compromiso doctrinario, capacidad programática y decisión identitaria. En Don Juan Millán encontramos una figura con estilo, identidad, perfil propio, inspiración ante los demás, hombre de estado, conductor de la política del ayer y hoy, alguien que, se le reconoce el noble sentimiento de pertinencia y responsabilidad, ya que Don Juan Millán evoca una historia de progreso y genuinos principios de vida y moralidad en Sinaloa

GOTA Y CHISPA:

No existe probablemente en la política contemporánea de Sinaloa una figura pública más representativa, popular y respetada, que el Rosarense y ex-gobernador sinaloense, Don Juan S. Millán Lizárraga; hombre de “carne y hueso” y de una alta tradición armónica y fructífera, que contribuyó en mucho en el desarrollo político y económico que hoy tiene Sinaloa. Don Juan S. Millán es sin duda un referente social y político, digno de tomar en cuenta para cualquier consulta o decisión política, es un notable e importante líder natural, la parte política de su vida lo identifica más como un gran estadista altamente reconocido, pues su divisa de valor es el orden y la visión con alcance integral y no únicamente la línea de partido. Además de ser un hombre de firmes convicciones, sin paralelo hasta nuestros días. Su ideología y firmeza han sido una de sus principales y máximas prendas, oponiéndose siempre al autoritarismo y a los poderes fácticos, a las intromisiones, a las policracias y los zigzagueos del poder que nunca lo marearon, pero eso sí, siempre buscando soluciones prácticas con ese tacto y sentido común que le ha caracterizado hasta al día de hoy. “Nos vemos el Lunes”…