Algunos líderes de opinión lo identifican como uno de los hombres más poderosos de este sexenio. “Es el Luis Miranda” pero con mucho más poder, me dicen. Hombre de todas las confianzas del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y “Apóstol de la 4T”, como él se autoproclama.
Lo mismo toma un avión solo para reunirse con la tribu Yaqui en Sonora, poniendo a parir chayotes a ese gobierno que de inmediato le pone seguridad y lo acompaña en sus reuniones; que revisa las condiciones de las minas; que se reúne con líderes sociales, como el Doctor José Manuel Mireles; que a diario aparece en entrevistas telefónicas y de televisión, siendo el segundo funcionario con mayor actividad en las redes sociales y en los medios de comunicación, después del inquilino de Palacio Nacional.
“Es el nuevo don Fernando Gutiérrez Barrios”, me apunta otro líder. Emulando al entonces Secretario de Gobernación, todo poderoso, que nombró el ex presidente Carlos Salinas de Gortari durante su sexenio, y quien condujo la política interior y de seguridad nacional durante varios años. Un hombre que se ha convertido en la historia de México en toda una leyenda.
Hoy, el gobierno de la Cuarta Transformación atestigua el crecimiento de un político que apenas hace poco más de un año aguardaba en la banca, como aspirante a dirigir la Fiscalía Anticorrupción del país. Se trata del actual Subsecretario de Gobernación y colega de Excélsior, Ricardo Peralta Saucedo.
De formación abogado y con experiencia en la entonces Procuraduría General de la República, Peralta comparte la visión de Gutiérrez Barrios de mano dura, de entrón, de ser un fiel “soldado del presidente”.
Sin embargo, al igual que el ex Secretario de Gobernación, Peralta no forma parte del equipo que ha acompañado al presidente de la República desde sus inicios, lo cual ha causado escozor entre sus más allegados. En su momento, José Córdoba Montoya, Manuel Camacho Solís y Patricio Chirinos, desde los entretelones abonaron a la caída de Gutiérrez Barrios, como lo documenta el periodista Édgar Hernández.
Ricardo Peralta manda mensaje a sus adversarios políticos: “(mi) corazón está tranquilo y la envidia corroe los huesos … con sus fantasiosas historias difamantes, serán consumo de carcajada delirante. Nadie les cree nada”.
Y es que, en las últimas semanas Ricardo Peralta ha sido señalado de ser el operador de la famosa “Ley Bonilla”, que amplía el mandato de 2 a 5 años del gobernador electo de Baja California, Jaime Bonilla Valdez. Sólo él, la presidenta de Morena, Yeidckol Polevnsky, y el beneficiado Bonilla han defendido la legalidad de la toma de decisión del Congreso de ese estado para modificar la Constitución y ampliar el período.
Dicha decisión mantiene confrontados a los partidos políticos de oposición, incluso a algunos integrantes de Morena. Los propios dirigentes del PAN y del PRI, ya no hayan ni qué declarar pues fueron sus propios diputados locales, con su mayoría, los que les dieron el “regalazo” a Bonilla. Situación que ha sido aprovechada al máximo por López Obrador, para “zafarse” del embrollo.
Y es que, de resultarle bien este tiro en Baja California a Ricardo Peralta, lo convertiría en el principal sucesor de doña Olga Sánchez Cordero en la Secretaría de Gobernación, cuando ella decida solicitar su retiro. Anotarse un gol en la propia cancha de los contrarios, poner a pelear los partidos políticos, convencer a la oposición de votar a favor del cambio, y venderlo como algo “justo y que el pueblo de Baja California pidió”, hubiera resultado algo impensable hasta en los gobiernos emanados del PRI. Es magia pura.
Por otro lado, Ricardo Peralta, junto con el Gabinete de Seguridad, tienen en sus manos el encargo más importante del presidente de la República en su sexenio: la pacificación del país. Las detenciones de Emilio Lozoya, de Carlos Romero Deschamps, o de algún otro “pez gordo” son “pecata minuta” frente a este enorme reto. De ahí que Peralta ya toma las provisiones necesarias y traza la ruta para lograrlo, junto con sus aliados políticos.
Y es que el reto es mayúsculo cuando el número de homicidios en México está fuera de control, y cada mes que pasa, las cifras van en aumento, incluso superando las cifras de los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. La violencia entre los cárteles de la droga, los enfrentamientos armados y el huachicoleo, han sido los factores principales de este incremento, junto con la lucha por el control de los territorios.
La apuesta que ha tomado este gobierno de no perseguir a los grandes capos y disminuir los decomisos de droga, hasta el día de hoy no han mostrado sus frutos, en términos de cifras publicadas por el propio Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP). Aunque el presidente López Obrador se ha mostrado mucho más optimista en sus conferencias mañaneras al declarar que: “Nuestros datos muestran que hemos controlado esta situación”.
En este contexto, Peralta lleva un marcador de 1-0, y mantiene el respaldo del presidente de la República a sus acciones. Al cabo de los meses sabremos si se anota un segundo gol en la pacificación del país.