El escenario que enfrenta actualmente el PRI, obliga a dejar las máscaras imaginarias. Dice un recurrente dicho popular que “prometer no empobrece, cumplir es lo que aniquila”. Una expresión hilarante, pero muy cierta. Un enunciado que, desafortunadamente, es aplicable hoy en el partido: el Revolucionario Institucional. Se cansaron de prometer, de ofrecer castillos en el aire, de construir puentes donde no existían ríos… De hacer de la política, como dice el politólogo Max Weber, un ejercicio de gozo en el poder. Los últimos resultados electorales colocan en una posición poco halagüeña. Hoy, hablar del PRI es hablar de impunidad, de abandono, de corrupción. Muchos de los militantes que decidieron permanecer en el instituto se mantienen escondidos y agazapados. No es para menos: una buena parte de los representantes gubernamentales en el país cometieron excesos imperdonables a la luz del poder. Pues bien, eso no quiere decir que la realidad es presente y no pasado, en eso se basan los morenistas, y esconden bajo llave la oligarquía no menos pertinente: la ineficacia en el poder. Nunca entendieron que los tiempos modernos y hoy, con 90 años de historia, transformaron una institución en un gigante viejo y rancio, sin capacidad de reacción y sumergido en la incertidumbre. Pedir que le echen la culpa por el progreso del país es retórica pura. Parece que siguen estancados en el pasado con la esperanza de que la gente recuerde esas glorias universales. Una pena. Un tal priísta, sin o con escrúpulos, o bien, como un ex presidente de un partido agonizante, considero que deben despertar de ese quimérico cuento. No se pueden escudar en los logros del pasado porque no han atendido aún el presente. Hoy les toca pedir disculpas sentidas a la sociedad y a los propios priístas por esos úteros desenfrenados, por la codicia, por la sumisión como opositores, por fallarle a millones de mexicanos. Es cierto, ni todos los priístas son castos ni todos los priístas son impúdicos, pero todos deben someterse al juicio de este momento histórico. Están parados en una cómoda zona de confort y en la inmovilidad. Si quieren que el PRI recupere su dignidad necesitan que los beneficiarios del poder, que fueron muchos, den la cara por su partido. ¿Dónde están esos priístas de hueso colorado en Sinaloa? Les contesto rápido, están escondidos o en sueños, su regularización permea en una emoción básica pero a la vez, opaca y sin ese prestigio que muchos ostentan tener. Ese principio o etnia es básicamente intolerable a la nueva cultura de la política y polarización social. Es ese capitán araña, que embarca a la sociedad y ahí precisamente se queda en tierra y sin su GPS.
GOTA Y CHISPA:
Es urgente que defiendan, que propongan, que convoquen, siempre en el marco de la humildad y sin vedetismos: primero la institución, después los intereses personales. Y que hacen, los cotos de poder paralizan el buen desempeño de los gobiernos, ¿Por qué? Porque viven en el constante cuidado, no se reagrupan precisamente por intereses de grupo. En ese sentido, el escenario que enfrentan los obliga a dejar las máscaras, a desnudarse de su cuerpo completo para sentir un poco de pudor y de vergüenza. Si no lo hacen estarán condenados a quedarse en los terrenos del engaño y la simulación. Que no les quepa duda, deben regresar las manecillas del reloj y comenzar de nuevo. 2020 debe ser el punto de partida para el Revolucionario Institucional: el año cero para caminar despacio, sin prisas, sólo de esa manera podrán avanzar… Un paso a la vez. “Nos vemos Mañana”…