Entre atajos sin respuesta...
Por Benjamín Bojórquez Olea 16 Diciembre 2022
Sobre el camino
Hay frases e ideas que te sacuden y se te quedan reverberando en
la cabeza. Me pasó hace tiempo leyendo un libro de Bernardo Mabire:
Políticas culturales y educativas del Estado mexicano.
Aquí la cita: "la
paradoja central del país se resume en que la organización política que lo
salvó de desintegrarse era la misma que inhibía su pleno florecimiento".
Difícil al ponerlo mejor y más
claro. He ahí nuestro dilema medular desde hace más de un siglo: la urdimbre
política que nos permite ser país, es, simultáneamente, lo que no nos deja
florecer. Algo así como una soga que te salva de naufragar, pero no te permite
nadar con la potencia de la que serías capaz o como un respirador que te
mantiene con vida, pero te impide volar.
La cuestión hoy y desde hace ya
tiempo es que esa forma de mantenernos juntos, misma que ha sido el soporte de
la gobernabilidad del país más allá de cuál, partido político nos gobierne, se
ha ido volviendo cada vez más limitante y menos posibilitadora. La crisis que
vive México actualmente es producto de la exacerbación acumulada de las
tensiones internas de esa fórmula política fundante.
Las crisis no nos son especialmente
novedosas, pues como bien sugieren la cita de Mabire, son parte
constitutiva de nuestra existencia como colectividad. La que enfrentamos hoy,
sin embargo, es distinta y probablemente más profunda que otras, pues revela el
resquebrajamiento de un modo de organizarnos, ejercer el poder y repartírnoslo,
con todo y su imaginario moral, que ha operado como argamasa centralísima de
esa colectividad que hemos sido y somos.
El actual presidente de la
República advirtió, al hablar acerca del tiempo que resta de su sexenio, que
los "dos años que faltan van a ser los mejores".
Más allá de sus propios datos, en
los que siempre halla elementos para continuar dibujando una realidad alterna,
en la que todos son logros y triunfos a pesar de lo que se vive día con día en
el país, durante este tiempo ha quedado muy claro que el discurso oficial
estará más que orientado a explotar aquello que se ha convertido, nadie lo
dudaría, en uno de sus principales motores a lo largo de casi dos décadas: el
insulto y el ánimo pendenciero que tanto le gusta a sus seguidores y fanáticos
casi religioso del llamado "obradorismo".
Con miras a desacreditar la marcha
en defensa del INE, el inquilino de Palacio Nacional hizo gala de
su amplio diccionario para señalar a quienes participaron de dicho movimiento.
A nadie le sorprendió el uso de los términos que ha repetido, de manera
sistemática, aún antes de que llegara al poder.
Lo que despierta la atención es el
énfasis con el que, de manera reiterada y quizá con un cierto enojo, ha
orientado el discurso al terreno que sabe manejar con precisión: el maniqueísmo
populista en el que su gobierno se muestra como algo inmaculado, jactándose de
aprobaciones históricas y obras faraónicas que, dicho sea de paso, lucen tan
inoperante como la rifa de un avión que es paradigma del absurdo.
GOTITAS DE AGUA:
¡Cuánto le dolió la marcha al
Presidente de la República y sus más cercanos incondicionales! Para un político que se cree el dueño de la verdad, el ver a
decenas de miles de personas, de distintos orígenes y formas de pensar,
oponerse a una reforma electoral que lo único que busca es concentrar en manos
del propio Poder Ejecutivo federal los procesos electorales resultó un desafío
inédito.
Así, bajo esa perspectiva maniquea
y redentora, se ha descalificado una marcha que tiene como fin hacer patente la
confianza que existe en el árbitro electoral ante la propuesta de reforma que
ha puesto en la mesa el Ejecutivo federal.
Lo dicen quienes pretenden ser los
únicos con el derecho histórico a la protesta y a las marchas; no obstante,
detrás de esa iniciativa, también existe la búsqueda de una sociedad que
necesita articular su respuesta más allá de los partidos de oposición, quienes,
por cierto, a estas alturas requieren de argumentos que los validen ante las
próximas elecciones. "Si cierran la puerta, apaguen la
luz". "Nos vemos el Lunes"...