Opinion

JUAN S MILLÁN: DE CARNE Y HUESO…

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Por Benjamín Bojórquez Olea 30 Septiembre 2019

SOBRE EL CAMINO

Las tres clásicas “C”, Corazón, Cabeza y Carácter han sido siempre su vitamina durante su vida personal, profesional y política. Es Rosarense de raíz, sinaloense por convicción, mexicano que ama profundamente a su país. Es Juan S. Millán Lizárraga. Es un hombre producto genuino del mestizaje y, fiel a su origen, en su vida, en sus saberes, en sus sentimientos, en sus cualidades, honra la sangre cetemista y la sangre itinerante que lleva en sus venas. Es de cuna humilde, pero en su adolescencia se reveló a su destino y trazó su propio camino. Un sendero duro, adverso, pero no invencible. Con una carga valiente y de sueños llegó a la capital de los “Once Ríos”. Y como casi todo, empezó de cero. En Sinaloa no le importó comenzar con las tareas modestas de un profesionista, sus aspiraciones iban más allá de lo ordinario, sin embargo, sus anhelos y persistencia habían sido parte del éxito que hasta hoy mantiene como un personaje refulgente en la política de México y de Sinaloa. Siempre vigente. Todo mundo habla de él. Los medios lo refieren. De Sánchez Celis la gente se ha ido olvidando. De don Alfonso y Antonio, tampoco se dice gran cosa. De Labastida, se habla solo cuando sale a cuento la Planta de Fertilizantes de Ohuira. Juan S. Millán será noticia nuevamente en la elección de 2021, volverá a ser noticia. Por ello y a corta distancia a Millán ya se le miraba con grandes dotes de liderazgo, y el micrófono guardaba ese agudo eco en el cual Don Juan Millán mostraba el dominio y control, poniendo a temblar a cada lanzamiento de su garganta. Ante todo esto, es razonable su campo de acción que ha dominado durante su brillante carrera. Su servicio y aplomo ha sido requerido por doquier y por distintas coyunturas radicales. Su ingenio y habilidad siempre se pone a prueba todos los días. Hombre ordenado, prudente, austero, tenía que solventar el sustento de sus hijos pequeños. Tiempos duros, pero nunca se atemorizó ante las pruebas y retos que la vida le impuso, a veces con crudeza, otras ocasiones con menor dificultad, pero siempre cuesta arriba. La modestia, el trabajo intenso y la honestidad, siempre han sido su sello. La sangre de un líder llama, y con interlocutores o no, Fidel Velázquez abrazó a Juan Millán, encontrando al hombre que despertó afecto y confianza, y oteo, dignificando al Rosarense de origen, un líder que construyó y amplió las avenidas contemporáneas y heterogéneas de la política en Sinaloa. Millán ha marcado toda su vida: la compra de la casa que, con el tiempo, vendría a ser el “Cazador” que ocupa esos relatos de las gradas sinaloenses, que en virtud jamás se ha ido, ni en aguas ni secas, viéndosele en actos públicos, ceremonias, restaurantes, estadios y conduciendo firme que con el paso del tiempo Don Juan S. Millán ha diversificado el contenido del quehacer en la política. Pero también ha tenido el cuidado de mantener fiel el sabor extraordinario cuando se acerca un comicio, él personalmente se ha vuelto un referente para muchos adversarios y seguidores, y algo más que nunca le ha faltado en el sazón político: su siempre disposición, buen humor y el don de saber construir amigos. Desde entonces, hace ya varias décadas, pareciera que una cuerda muy gruesa de la política, atada a su ultranza, le amarró un pie a su eterna mesa del diálogo donde está la caja de las diferencias. Él sigue puntualmente aquello de “a la vista del amo, engorda el caballo.” Ahí se le ve siempre, mañana,  tarde y noche, responsable y atento siempre a su familia y que como referente es sin duda fiel de la balanza política de Sinaloa.



GOTA Y CHISPA:


Pero no implica descuidar la política, ir de compras de madrugada a la central de abasto por la materia prima, arreglar toda clase de desperfectos, supervisar y analizar a los personajes con respeto…y de vez en cuando echarse un viaje y compartir su discrecionalidad y concatenancia con lo que le ha caracterizado toda su biografía, siempre enamorado de su familia, del deporte y los amigos. Hombre serio y muy responsable en su negocio, tiene al mismo tiempo un alma infantil. Del rostro severo que platica anécdotas de la historia, pasa a la sonrisa pícara o el comentario jocoso sobre personajes y cosas de la vida. Es un hombre polifacético: experto en su oficio de instalador y amortiguador de cambios de la política. Es un hombre liberal, pero respetuoso de todas las ideologías. Su personaje favorito: Lázaro Cárdenas y Salvador Alvarado. De ambos es un apasionado lector, simpatizante y conocedor. Pero, hombre prudente, no crea debates inútiles; escucha todas las opiniones, es tolerante, y contemporiza con todos los puntos de vista. Sin duda es uno de los admirables personajes de la Sinaloa de ayer y la Sinaloa de hoy. No es común encontrar a un hombre que combine su pasión por la historia y la política; que sea eficiente empresario y generoso con su personal; sabio y paternal con su familia, y cuidadoso y cálido con sus amistades; atento con los detalles y previsor de los asuntos trascendentes. Compartir con él las horas es realmente un privilegio. Goza, disfruta su quehacer como restaurantero, pero no ha visto su negocio como un lugar para competir con otros.  Respeta a todos, cumple con las normas escritas y sabe las reglas no escritas para una sana convivencia. Su estilo de ser le ha permitido construir vínculos de amistad con abogados y funcionarios, con políticos y líderes sindicales, con intelectuales y empresarios, con trabajadores y comerciantes. Es un modelo de éxito en muchos sentidos, pero está muy lejos de que tal condición le cause mareos o le estimule un orgullo vano. En cambio, es un hombre sencillo. Ese estilo bondadoso que le caracteriza, lo ha extendido hacia otros, para ayudarles a hacer el camino menos pesado. Esta manera de ser, acaso sea un reflejo de su propia vida. Una vida nada fácil. Precisamente por eso, porque conoció en carne propia los retos que implica partir de la nada, de la condición más modesta de un ser humano, su vida  es digna de aprecio, de reconocimiento, una lucha con tantas facetas que despierta admiración. Un hombre exitoso, que nunca ha dejado de ser grandemente sencillo: Don Juan S. Millán Lizárraga. “Nos vemos Mañana”…                                                                                                            



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