Opinion

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Por Benjamín Bojórquez Olea 29 Marzo 2019

SOBRE El CAMINO

Esta clase de políticos se da como en los árboles de moras, sin distinción partidista. Dejen de quejarse, la evolución política se ha transformado y ha sufrido cambios en el que la clase tradicional se niega a cambiar. A qué tiempos en los que los ex presidentes de nuestra nación, gobernadores, alcaldes, diputados y senadores hacían volar celulares, pedían toallitas húmedas para limpiarse las manos luego de saludar a la gente de campo, solicitaban el aromatizante tras una reunión en su oficina con obreros, bajaban de la camioneta a uno que otro integrante de su gabinete, humillaban a su equipo minimizando sus capacidades, todo lo anterior efectos de ese tremendo “ego” que invade a un político en el ejercicio del poder. La sociedad está cansada de los estereotipos del político que ejerce una gobernanza a la usanza de los dinosaurios que tenían a su pléyade de “acólitos” para caminar, cargar el portafolio, responder llamados, pagar las cuentas en los restaurantes, etc. Esta clase de políticos se da como en los árboles de moras, sin distinción partidista y en los diferentes escalafones del poder. Señores políticos, los ciudadanos votaron por cambios, por una transformación real no simulada. A todos los señores y señoras que hoy ostentan cargos de gobernanza tienen que empezar a entender que los ciudadanos no queremos personajes con séquitos, tampoco “vedettes de ocasión” que simulen cercanía con la gente y en la privacidad se preocupen por la pose en el reflector. En “Sinaloa” hay un porcentaje muy alto de todas las plataformas políticas que les invade ese cumulo de errores y de no cambiar ese peligro de extinción desaparecerá del mapa electoral y social. Son tiempos donde la sociedad está más que atenta al comportamiento de quienes están ejerciendo cargos de elección popular. La cercanía y apertura que se pide de ellos con la sociedad no es de pose o de campañas virales, sino de trabajo conjunto, intercambio de ideas, propuestas claras y sobre todo, estrategias que hagan ver los resultados de su trabajo. A veces debatimos campañas virales que tienen un sentido particular para quienes las impulsan, pero no para los ciudadanos que están preocupados por los temas que inciden y afectan a ese “metro cuadrado” en su diario vivir. Señores gobernantes, bajen dos o tres ladrillos y trabajen desde la cotidianidad inmediata que no es fingir una sencillez que a muchos les queda grande. Gasten la suela de los zapatos o tenis para llegar a trabajar sin caer en esos espectáculos de demagogia que dista mucho de credibilidad. Dejen a sus séquitos trabajando y ustedes aprendan a valerse por sí mismos. La sociedad está cansada de ver cada sexenio, trienio, a gobernadores, presidentes municipales, diputados, senadores marearse con esa pequeña cuota de poder que luego no saben cómo manejar cuando llega el momento de perderla. El llamado a humanizar a los políticos es sin distingo de partidos y cargos. Pocos se salvan de la marea apabullante que les invade cuando rinden protesta y sienten que deben ser atendidos, consentidos y obedecidos.



GOTA Y CHISPA:


¿Cuál es la diferencia entre la persona real y el personaje en la vida pública? Nuestra esencia, aquello que nos hace ser únicos y auténticos, siempre se manifestará de diferentes formas, pero dicha proyección externa debe coincidir con lo que realmente somos en las distintas áreas de nuestras vidas. Partiendo de esta idea de esencia, cabe señalar que también se puede generar un “personaje”; siendo éste una extensión de la persona. Y en temas de imagen política, solemos poner en duda si a quien tenemos en frente es realmente quien dice ser o, bien, si se adaptó a lo que se requería en ese momento.  Es decir, ¿Cómo sabemos que realmente los políticos son ellos mismos y no son una “fachada” que sólo pretende satisfacer ciertas necesidades en cierto momento? “A quién le quedó el saco”. “Nos vemos el Lunes”…