Opinion

La Constitución abandonada: ¿Qué implica una consulta sobre las fuerzas armadas?

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Por Ricardo Fuentes Lecuona 26 Septiembre 2022

A diferencia de consultas previas sobre megaproyectos o la aplicación de la ley, una consulta sobre las fuerzas armadas implica un profundo problema constitucional

Así las cosas… Tras la humillante derrota en el Senado de la iniciativa para extender el acompañamiento militar de la Guardia Nacional hasta 2029, el Presidente López Obrador declaró en la mañanera del viernes 23 de septiembre que se llevará a cabo una consulta ciudadana sobre la permanencia de las fuerzas armadas en las labores de seguridad pública en el país.

A diferencia de consultas previas sobre megaproyectos o la aplicación de la ley, una consulta sobre las fuerzas armadas implica un profundo problema constitucional. La Constitución es clara, el Artículo 35 establece que no podrá ser objeto de consulta popular, entre otros, la seguridad nacional y la organización, funcionamiento y disciplina de la Fuerza Armada permanente.

Aquí no hay atajos ni esquinas redondeadas, una consulta sobre las fuerzas armadas es, indiscutiblemente, una completa y descarada violación a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

La incuria que demuestra el Presidente al abiertamente sugerir una consulta claramente inconstitucional, es evidencia de que está dispuesto a ignorar y pisotear la norma fundamental de la nación para fomentar su agenda política.

Ahora bien, es importante mencionar que él mismo aseguró que no pretende que ésta consulta sea organizada a través del Instituto Nacional Electoral. De esta forma, logra separarse de la inconstitucionalidad de su propuesta, sin embargo, cede también todo tipo de vinculatoriedad del resultado. ¿Cuál es la razón de todo esto?

Está claro que al Presidente no le importa la Constitución, ni el proceso legislativo, y que su meta no es forzar la reforma a través de la voluntad popular, la razón de estas consultas con resultados definidos a priori tampoco es la de informarse de la opinión pública, ni de “pedir permiso” al pueblo.

En una administración tan intrínsecamente populista como la actual, las consultas públicas son una herramienta de galvanización electoral que permiten a los gobernantes llevar a cabo prácticas que a cualquier otro liderazgo nacional le serían imperdonables, con el bono de mantener a su electorado movilizado, y con ello, su legitimidad política intacta.

El Presidente no puede dejar de hacer consultas, por tan superfluas, despilfarradoras o legalmente problemáticas que sean, porque en ellas se encuentra la legitimidad de su gobierno: el populismo, que es el corazón latiente de la cuarta transformación.

Sin las consultas, las viejas prácticas, el autoritarismo y la corrupción, perderían su blindaje ante el escrutinio del público general y su movimiento político comenzaría a perder momentum ante las causas populares que la oposición pretende abanderar hacia el 2024.

Una consulta sobre las Fuerzas Armadas no es más que un refill al vaso populista de Morena, que además viene con el costo de menospreciar públicamente a la Constitución, al proceso legislativo y al honor de nuestro ejército.