La grandeza de Juan S. Millán...
Por Benjamín Bojórquez Olea 18 Noviembre 2022
Sobre el camino
No sé si
los grandes son grandes por humildes o si los humildes son humildes por
grandes. El tema es, si considerábamos «un grande», ese alguien
resultó ser una persona humilde.
La grandeza de una persona... no se
mide por el dinero, la belleza o el estudio, sino por la lealtad de su corazón
y la humildad de su alma; así catalogamos al amigo y ex gobernador de
Sinaloa, Juan S. Millán Lizárraga.
El solo apellido Millán Lizárraga ha
estimulado e inspirado a las nuevas generaciones, un político destacado,
brillante, de familia y hombre cabal, con virtudes dianoéticas, éste penetraba
a través de un discurso político que no solo calaba los huesos y al mismo
tiempo ponía al micrófono a sudar, sino que también cimbraba a los partidos
políticos, a la llamada clase política, a las organizaciones civiles y sociedad
sinaloense. El fenómeno de la extraordinaria precocidad y el de la senectud
intelectualmente lozana son muy frecuentes ante la gallardía que con los
años Juan S. Millán inspiraba e inspira con su liderazgo
tripartito. Tal vez por ello, muy a menudo llegan aquí hombres que reúnen las
tres clásicas "C", Cabeza, Corazón y Carácter. Ese es, a
mi juicio, Juan S. Millán Lizárraga.
Millán siempre ha sido un hombre disciplinado dentro del campo de
la política, un personaje místico, original y con noble ímpetu, que como
gobernante daba respuesta y solución satisfactoria a las angustiosas preguntas
mediáticas y problemas, que en su momento agobiaron a Sinaloa, pero con estilo,
claro y castizo, que, como político, asesoraba la experiencia de la vida
pública, aprendiendo a conocer a sus detractores y sortear las dificultades; y
que, como todo un estadista, había que moderar y moldear desde muy de cerca
figuras, sucesos y misiones diplomáticas, de carácter de estado.
Millán Lizárraga, considero, encaró las resistencias de la misma derecha y
cambió 180 grados la política en Sinaloa, cuyos quilates eran
tan valiosos y estimables como la dimensión intelectual y vocación política,
que han sido rasgos característicos y definitorios de su personalidad
humana.
A sus 79 años de
edad, se le ve con músculo, vigoroso, lúcido y con espíritu de lucha, en donde
ha sido participe de muchas victorias y pocas derrotas, en virtud de esos
incidentes que a veces acompañan a esa llamada –fiesta electoral- que son las
oposiciones a cátedras, pues considerarse el amigo fiel acostumbrado decir
sobre la solidaridad de los verdaderos amigos tanto dentro de la política, como
aquellos que se cuentan con la palma de la mano.
La lengua y el romanticismo que
sostuvo como gobernante, legislador y líder, se palpa su entusiasmo, suavizando
su espíritu reformador, sigue vigente hoy en día, para bien de la política, sin
arrogancias y controversias.
Millán fue y es un hombre viajero, parcero, en algunas oportunidades
llevado por misiones diplomáticas y culturales; en otras, que han construido
obras que ya son una realidad para nuestra entidad. Sus viajes fueron su
complemento de una política mesurada, en donde sus ideas y visión de largo
aliento introdujeron una feliz incursión en su vida política, no sin antes
introducirlo a los hombres más inminentes de la época contemporánea de
Sinaloa.
GOTITAS DE AGUA:
Durante su incursión en la
política, Don Juan S. Millán, lo fascinaron las transformaciones,
sin pragmatismos y emociones, su misión, sin duda, era forjar su proyecto
político, para después delegarlo, y fueron sus palabras y su esfuerzo que
mantuvieron los equilibrios y la paz política que todo gobierno necesita.
Al Lic. Millán le dejo estas tres pesadas
palabras: "el hombre, el político, el amigo". "Si
cierran la puerta, apaguen la luz". "Nos vemos el Lunes, si Dios no
los permite"...