LA IMPUNIDAD DEL EXILIO; CUANDO NUESTROS LÍDERES DESFAVORECIDOS SE SALEN CON LA SUYA.
Por Ricardo Fuentes Lecuona 21 Mayo 2022
Así las Cosas
Agustín de Iturbide, Antonio López de Santa Anna, Porfirio Díaz, Victoriano Huerta, Gustavo
Díaz Ordaz, Fracisco Ramírez Acuña, Enrique Peña Nieto, Quirino Ordaz Coppel.
Desde 1823 hasta la fecha, el exilio ha servido como la principal herramienta de los líderes
mexicanos que buscan escapar de las consecuencias de sus artimañas políticas. Ya sea
éste voluntario o forzoso, el resultado es el mismo: la impunidad.
Con nuestro primer jefe de estado como país independiente, la caída de gracia del
emperador Iturbide y su subsecuente exilio en Europa inauguró la larga lista de
personalidades políticas que, tras perder el favor de la ciudadanía, se encuentran
cómodamente viviendo una vida lejos del escrutinio, los tribunales y, por extensión, la
justicia. Un acuerdo bajo la mesa, seguido por una pensión constituyeron, en los siglos XIX
y XX, el boleto dorado hacia la impunidad de nuestros expresidentes.
Las extendidas vacaciones de Santa Anna por el Caribe, la travesía de Díaz y su élite
política abordo del Ypiranga y los viajes trasatlánticos de Victoriano Huerta lograron que, a
pesar de las drásticas transiciones políticas y el deseo de muchos mexicanos de llevar a
estos hombres a la justicia, los actos tiránicos quedasen sin castigo y los responsables, sin
remordimiento.
Carrera de S. Jerónimo, 46, Madrid, la dirección de la impunidad.
Tras la reanudación de relaciones diplomáticas con el Reino de España en 1977, una nueva
oportunidad de exilio se manifestó para la persona non grata en la política mexicana: la
Embajada.
Inaugurada la Misión diplomática durante el gobierno de López Portillo, fue nadie más y
nadie menos que Gustavo Díaz Ordaz quien por primera vez en 37 años fungió como
embajador de México ante España, menos de 10 años después de los eventos en la Plaza
de la Tres Culturas. Con éste nombramiento, regresan, tanto la Embajada, como la
impunidad que brinda el exilio a nuestros exgobernantes.
No son sólamente clientes del exilio los expresidentes. En los últimos años, hemos
presenciado a gobernadores que han aceptado la Embajada como refugio de la reprimenda
y el escrutinio.
El primer caso es el de Javier Ramírez Acuña, exgobernador panista del estado de Jalisco y
Secretario de Gobernación bajo el presidente Felipe Calderón, es señalado por Amnistía
Internacional y la Comisión Nacional de Derechos Humanos de ordenar la represión y
tortura de manifestantes altermundistas en Guadalajara, en mayo del 2004. Durante el
último año del sexenio de Felipe Calderón, fue ratificado como Embajador de México ante
España
El mandato de Enrique Peña Nieto y su interminable lista de escándalos como Iguala, la
Casa Blanca y Odebrecht, seguido por la victoria de Andres Manuel López Obrador,
propiciaron que éste buscase alejarse, tanto figurativa como físicamente, de la política
mexicana y las consecuencias de sus acciones como presidente en un sexienio tan
imperdonable como lo fue 2012-2018. Para ello, el expresidente siguió la larga tradición
mexicana de buscar la impunidad en el exilio. Por lo que, hasta la fecha, Peña Nieto goza, y
presume, de haberse salido con la suya desde su mansión en La Finca, Pozuelo de
Alarcón, vecindad no tan humilde que comparte con personalidades como Cristiano
Ronaldo, Iker Casillas y Gareth Bale.
Por último, tenemos el caso de Quirino Ordaz Coppel, exgobernador tricolor del estado de
Sinaloa, notorio amigo del Presidente López Obrador, reciente despachado del Partido
Revolucionario Institucional y actual embajador de México en España. Muchos acusaron a
Ordaz Coppel de “ceder la plaza” al permitir y darles la espalda a los actos de violencia e
intimidación que plagaron el proceso electoral que culminó con la contundente victoria del
actual gobernador Rubén Rocha Moya. Su estrecha relación con el Presidente, el
gobernador electo y el expresidente Peña Nieto, lo posicionaron como el candidato perfecto
para servir como intermediario entre el actual Presidente y el pasado, a cambio, él recibió el
acogedor refugio que brinda la Embajada.
El caso de Quirino representa el más reciente ejemplo del asilo que brinda la Embajada a
las personalidades que buscan distanciarse de la conversación política y escaparse de las
consecuencias de sus actos. La impunidad en el exilio es tan mexicana como las
quesadillas, los tamales y la impuntualidad