La figura de Andrés Manuel López Obrador no será eterna, y el partido de Morena tiene el enorme reto, en el corto plazo, de aprender a vivir sin él, so pena de convertirse en la nueva versión del PRD, con corrientes divididas y anquilosadas entre ellas.
Nadie duda de la enorme capacidad que tuvo López Obrador para sumar, en torno a él, a todos aquellos que quedamos molestos y ofendidos por la corrupción rampante, la frivolidad, pero sobre todo, la impunidad que caracterizó a la pasada administración.
Pero lo que más me sorprende en este gobierno es que existan funcionarios y legisladores que crean que el triunfo de las elecciones de julio del 2018,realmente les pertenece o fue de ellos. Estos neófitos e ignorantes, piensan de verdad que encarnan el cambio que todos anhelamos, y se sientan sobre la silla de la soberbia y la ceguera, a denostar y burlarse ante cualquier reclamo de una “minoría” cuando se está frente a una clara violación y atropello de las leyes que nos gobiernan.
Y me refiero, por ejemplo, a casos como el de la Diputada Federal de Morena por el Estado de Chihuahua, Maite Vargas Meraz.
¿En serio la diputada cree que con el triunfo de López Obrador, los ciudadanos les entregamos un “cheque en blanco”? ¿Ella, al igual que la Presidenta de su partido, cree que el “pueblo sabio” estamos de acuerdo en que se violen las leyes, y que no exista un estado de derecho, y un sistema de pesos y contrapesos en nuestro país?.
“Hay que recordarles constantemente que si ellos son minoría (refiriéndose a los partidos de oposición) en la Cámara Baja ésta (Sic) vez, es porqué (Sic) el Pueblo (Sic) se cansó de ellos”, escribió la diputada, repleto de faltas de ortografía.
Habría que enseñarle que existen normas y derechos internacionales, incluso en nuestra propia Constitución Política, para garantizar los derechos de las propias “minorías” en nuestro país.
Asimismo, habría que recordarle que nuestro padrón de votantes es de casi 90 millones de personas, de las cuales, el pasado 1o de julio de 2018, 56 millones, es decir, alrededor de un 62 por ciento, decidimos ejercer nuestro derecho de voto, y donde 30 millones, un 53 por ciento de ese universo que votó, decidimos hacerlo por Andrés Manuel López Obrador.
El triunfo de López Obrador, en términos reales, significó que sólo un 33 por cierto de los votantes elegimos esta opción, el resto no votó, o votó por otra opción. ¿Eso no sería una “minoría” también?
¿Qué tanto aportó la diputada, y su trayectoria, al triunfo de Andrés Manuel, o más bien fue al revés, y ella ya se la creyó? Porque por más que investigué, no encontré antecedentes de ella que me indicaran un trabajo social de apoyo a su comunidad.
En Morena deberían de estar preocupados por mantener este tipo de perfiles tan soberbios, porque por lo mismo, sacamos a los anteriores gobernantes.
En el “pueblo sabio” nos damos cuenta cuando se trata de un agandalle cuando, a la mala, pretenden quedarse con algo que no se han ganado de forma legítima; como por ejemplo, los 3 años de gobierno que pretenden robarse con la famosa “Ley Bonilla”, arguyendo que “el pueblo lo pidió” (Sic), o la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, por los tres años de legislatura.
Apenas esta semana, México Elige revelaba que el nivel de aprobación del presidente de la República ha caído por debajo del 50%, mientras que otras encuestas, como la de El Universal, se mantienen alrededor de un 70%.
Sin embargo, el hecho de que López Obrador se mantenga o no con un alta popularidad, no significa que haya buenos resultados, sobre todo en materia económica y de seguridad, que son los dos principales temas que más nos preocupan a los mexicanos.
De ahí que, su defensores o aquellos que se vieron beneficiados por la ola de triunfo de López Obrador, espero y no se crean que es suya.
El año 2021 será clave para hacer un balance real del sentir de la población. Si López Obrador logra aparecer en las boletas de las elecciones, es probable que la gente le otorgue la confianza de nuevo, pues hasta ahora se mantiene como una persona cercana y sencilla para la gente.
Pero si dentro de los primeros tres años de gobierno, los cambios no logran pasar del discurso a los hechos, es probable que Morena no obtenga una mayoría en la Cámara baja. Y tenga que echar mano para construir una mayoría artificial, a través de sus partidos satélites como el PRI, PRD, PVEM, PT, y PES.
Si Morena pierde, que no se pregunten por qué sucedió, pues encontrarán entre varios miembros de sus filas la arrogancia característica que encontramos en algunos gobernantes del pasado, justo de lo que venimos huyendo.
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