Recorriendo de norte a sur, de este a oeste al país, se suponía que habían forjado una visión bastante clara… Ha pasado ya un año, desde que arribó al poder el Presidente con el respaldo popular más grande de la historia reciente. Casi 20 años en franca campaña, se suponía que garantizaban una recolección de datos, experiencias, sentimientos, problemáticas, pero también, de soluciones y muchos anhelos que debían haber sido plasmados en un plan de acción en consecuencia. Todo ese tiempo, recorriendo de norte a sur, de este a oeste al país, se suponía que habían forjado una visión clara del rumbo que debía seguir México para llegar a un estado de bienestar, en el que todos los mexicanos tuvieran cabida. Vociferó una y otra vez contra el mediocre crecimiento (2%), contra las fallidas estrategias en materia de seguridad, contra la corrupción enquistada e institucionalizada, contra el amiguismo que imperó en el quehacer de la administración pública día con día. Y el momento llegó, juró que nos enseñaría los oficios de un buen gobierno, adónde no robar no mentir y no traicionar al pueblo sería el tridente de valores de la 4T, que se convertirían en virtud de la vida pública. Ha pasado un año… Un año en el que ni lo uno ni lo otro son tangibles de la vida pública ni de la realidad que enfrentan los mexicanos en su cotidianidad. Un año en que el Presidente mañana a mañana sale a justificar, defender, matizar, todo lo que juró, sería desterrado por completo desde el día 1 de su gobierno. En el que sus números son otros, otros distintos al de los pocos y valiosos expertos que lo rodean, a los de las calificadoras, a los del INEGI o CONEVAL, y que, sin tapujo alguno, descalifica y exhibe como conservadores o adversarios de la 4T y siempre con una sonrisa cínica argumentado que: -El pueblo está feliz-. Adónde sus datos cualitativos y cuantitativos distan de la realidad de millones de mexicanos que, con talento, ahínco, perseverancia y mucha honestidad, salen a buscar un empleo digno, que no encuentran. En un país en que nadie en ninguna parte, se siente más seguro que hace un año, y aunque su retórica pide paciencia, la realidad es que juró una y otra vez que, a la llegada de Morena, sería diferente. Y no se trata de pedir fórmulas mágicas a problemas de décadas, sino al menos un ejercicio de autocrítica honesto desapegado del ego, capaz de revirar hacia otras líneas de acción, cuando es claro que las actuales no están dando resultado alguno. En cambio, prefiere seguir culpando al pasado, a lo de ayer y a los de hoy, que según él, se empeñan en ponerle obstáculos, sin darse cuenta de que asumirse en el papel de víctima, no le permitirá construir ningún presente y, en consecuencia, el futuro no existe, o bien, imaginario como el mundo del país de las mil maravillas. Cuando decía que no robar, no traicionar y no mentirle al Pueblo son sus principales valores, muchos le compramos el discurso, pero que es sino mentir y traicionar cuando nos habla de datos que solo existen en su cabeza y que ni sus colaboradores pueden sostener. 0% de crecimiento, cuando prometió en todos los escenarios y antes todos los públicos que, creceríamos al menos al 4%, porque 2% era resultado de la peor de las mediocridades y la corrupción rampante. 100 asesinatos o muchos más por día, siendo muy seguramente, su primer año de gobierno, el más sangriento de la historia de México, algo que ni con la guerra intestina de otro locuaz llamado Felipe Calderón, llegó a suceder. Porque los abrazos se han quedado para darse allí arribita, entre los poderosos que gozan, la gozan y se gozan en la mesa del señor (la 4T) y los balazos…esos se los ha dejado al pueblo trabajador para que se los fume, para que los celebre entre rosarios y misas de cuerpo presente si bien les va. 90% de honestidad porque en un país de más de 120 millones de habitantes, no existe el binomio de honestos y expertos en proporciones adecuadas. Porque en el México que él ya no vive, no hay cabida para el conocimiento, ni para que este sea parte de la vida pública. AMLO se ha llenado de creencias disfuncionales, la realidad que ha construido en su cabeza, es benevolente, no así aquí afuera, adonde vivimos los mexicanos de a deberás.
GOTA Y CHISPA:
En AMLO-ETERNO viven él y sus zalameros que le murmuran… - Todo va requeté bien amo y Señor. Aunque por dentro se dicen a sí mismos. - ¿Pero qué clase de idiota es este? Y él, simplemente esboza una sonrisa tenue con una imagen mental que le dice: -Eres más grande que Juárez. No se equivoca, en estatura lo es. 10% de experiencia, el único empleador que de verdad confía en los jóvenes es él, nuestro Presidente. Porque con fe inquebrantable, perseveró y logro hacer a un joven honesto, que de antemano había sido rechazado 5 veces previas para otras instancias energéticas (Ángel Carrizales), el nuevo y flamante titular de la ASEA. ¡Ah perdón! En realidad, el Presidente sí cree que somos unos verdaderos imbéciles, eso de 90-10 solo aplica cuando eres yerno de uno de sus más cercanos colaboradores, ¿o no? Cristo convirtió el agua en vino, Mr. AMLO convirtió a un deshonesto incompetente en…bueno, pues en el mandamás de tan importante instancia, ¡vayan paralelismos de la 4T! ¡Mr. Presidente!, su gobierno es una bola de basura retórica que va dejando un tufo a mediocridad, corrupción, incompetencia, amiguismo, excusas, padrinazgos, opacidad, intolerancia, sí, todo aquello que usted nos juró que se acabaría. Y no es que le pidamos milagros, al menos a mí, con congruencia me bastaría. Me bastaría con ver que el gobierno dejó de ser una empresa familiar. Me bastaría con verlo aceptando sus limitaciones y empoderando a quienes las minimicen en favor de los mexicanos. Me bastaría con menos ES QUE y más AY QUE. Me bastaría Mr. Presidente… Sin embargo, ha preferido dejarnos un año redondo en números.