Opinion

ME PREOCUPAS MÉXICO…

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Por Benjamín Bojórquez Olea 28 Mayo 2019

SOBRE El CAMINO

Este artículo está motivado por una anécdota ocurrida en las redes sociales hace un par de semanas. Se trata de un hecho que podría mover a risa y verse como algo intrascendente, pero si se mira desde otra óptica, refleja la muy triste realidad de nuestro deficiente sistema educativo. Todo empezó con un tuit que publicó una cuenta el 14de mayo pasado un poco antes de las tres de la tarde. El tuit decía literalmente: “AMLO es un acrónimo”. Las reacciones no se hicieron esperar y en el ambiente de altísima polarización y división en que hoy vivimos, los defensores a ultranza del presidente Andrés Manuel interpretaron esta afirmación como un insulto y respondieron cosas como:“¿Y por qué no se lo dicen cara a cara?”, “AMLO es el presidente de México a mucha honra y orgullo y una palabra no lo define, y por más que lo quieran descalificar el tiempo pondrá a cada quien en su lugar, viva AMLO” o ”Entiende que por más que trates de desprestigiar a AMLO no habrá chayote para que te calles la boca, así que grita más fuerte para que lo único que ganes es el desprecio de la gente”. Tal vez el más transparente de ellos fue el de una persona que en lugar de defender al presidente de esta pretendida agresión, escribió: “Disculpa tu ignorancia, pero me puedes explicar xfa… ¿Qué es un acrónimo? No trates de usar vocabularios que creo que ni tú mismo sabes lo que escribes. ¿O a quien tratas de impresionar? Usa un vocabularios más coloquial que todos podamos entenderte”. Pero este tuit no contenía un insulto sino una simple afirmación verdadera en el campo de la lingüística, porque como todos los que estudiamos la primaria y aprendimos nuestro idioma deberíamos saber, en la lengua española un acrónimo es una “Sigla cuya configuración permite su pronunciación como una palabra; p. ej. Ovni: objeto volador no identificado; TIC, tecnologías de la información y la comunicación”. Por lo tanto AMLO es un acrónimo, puesto que es una sigla que está conformada por las iniciales de los nombres y apellidos del presidente y puede pronunciarse y de hecho se hace, como una palabra. De manera que esta discusión bizantina en las redes sociales fue suscitada por la peligrosa combinación de dos elementos: la ignorancia sobre un término básico del idioma Español y la reacción visceral orientada por creencias no sustentadas de una especie de obligación moral de salir en defensa del presidente sin analizar lo que se responde sino atacando y descalificando a quien se supone que lo ataca de mala fe. Esta situación es un ejemplo extremo pero lamentablemente representativo del muy deficiente nivel de la discusión pública que tenemos hoy en nuestro país, que está muy lejos del debate informado, objetivo y basado en argumentos que debe caracterizar a la opinión pública en un país democrático. Hay mucho camino por andar para tratar de construir este debate democrático y la tarea tiene como un eje central indudablemente a la educación. Porque sin duda es más fácil creer que pensar con espíritu crítico y los mexicanos creemos demasiado, creemos en todo lo que nos dicen por más descabellado que pueda ser mientras suene convincente o lo diga una persona con carisma o un medio con impacto. Creemos demasiado en primer lugar porque tenemos un nivel de aprendizaje muy deficiente y desconocemos muchos conceptos, términos, teorías, métodos y elementos de la ciencia, de las matemáticas y de nuestro propio idioma, en el que tenemos un repertorio de vocabulario cada vez más limitado. Creemos demasiado porque no estamos habituados a pensar, porque la escuela nos llena la cabeza de información y de operaciones mecánicas pero no nos enseña a pensar lo que aprendemos ni mucho menos a pensar sobre lo que es pensar y sobre las reglas básicas del pensamiento. La escuela no nos ayuda a desarrollar nuestras habilidades para entender lo que nos dicen, para preguntarnos sobre las pruebas o las evidencias de realidad que tienen los mensajes que recibimos todos los días.



GOTA Y CHISPA:


En esta coyuntura de nueva (contra) reforma educativa tendríamos que estar muy atentos al planteamiento del modelo educativo que va a sustituir al que acababa de iniciar y a los lineamientos didácticos y metodológicos que se promuevan entre los docentes para que se construya una educación orientada hacia el desarrollo de un verdadero pensamiento crítico y se evite por todos los medios imponer una escolarización que ideologice o adoctrine a las nuevas generaciones con creencias supuestamente críticas a las que tengan que obedecer ciegamente. Porque como lo muestra esta anécdota tomada de las redes sociales –una entre muchas que ocurren todos los días- el reto de la formación del pensamiento crítico para una nueva ciudadanía capaz de participar en un debate responsable sobre el rumbo del país que necesitamos construir está hoy más vigente que nunca. A mi criterio nuestro país requiere educadores que traten de desterrar todo tipo de fanatismo y formen personas que quieran pensar y no se conformen con seguir sus creencias ciegas; educadores capaces de formar personas inteligentes que puedan pensar porque cuentan con las herramientas necesarias y suficientes para hacerlo; docentes que desarrollen niños y jóvenes valientes, que no tengan miedo de pensar y de expresar objetiva y claramente lo que piensan. “Es más fácil creer que pensar con espíritu crítico”. Porque la venganza construye  dos ataúdes. “Nos vemos Mañana”…