México en el mundo; Estrada, Castañeda y ¿Ahora qué?
Por Ricardo Fuentes Lecuona 19 Diciembre 2022
Un cambio de dirección que sí se presenta de forma insólita es la actitud que ha tomado el Estado Mexicano
Desde las elecciones federales de México en 2018, hasta la crisis actual del poder ejecutivo en Perú, Latinoamérica ha presenciado importantes cambios a su realidad política en los últimos años. Dichos cambios no sólo se limitan a renovaciones de liderazgo por la vía del sufragio, como en México, Colombia, Chile, Brasil, y otros, sino que además incluyen transiciones de poder par la force, como en los recientes casos de Bolivia y Perú.
Cabe reconocer que la turbulencia política y las alternancias, aún formales o drásticas, no son nada nuevo en la región, sin embargo un cambio de dirección que sí se presenta de forma insólita es la actitud que ha tomado el Estado Mexicano en tanto a su lugar en las relaciones internacionales.
La voluntad del régimen político actual pretende dejar a un lado generaciones de neutralidad y no intervención, a favor de una especie de internacionalismo light que se alinea, en lo general, con los populistas de la región, desde Trump hasta Ortega. Desde la consolidación del Estado Mexicano moderno en el temprano siglo XX, la llamada “Doctrina Estrada” ha determinado la actitud y el posicionamiento de México frente a la comunidad internacional.
Este mantra codificado en la Fracción X del Artículo 89 Constitucional y que se basa en la no intervención y el reconocimiento a los gobiernos ajenos como expresión de respeto a su soberanía, recibe el nombre de su arquitecto: el estadista mazatleco Genaro Estrada, quien fungió como Secretario de Relaciones Exteriores durante los últimos años del Maximato.
La Doctrina Estrada le ha brindado a México una prestigiosa imagen como un estado promotor de la autodeterminación de los pueblos, la mediación pacífica y el derecho internacional.
Gracias a este prestigio, México logró navegar las turbias aguas de la Guerra Fría sin enredarse en las muchas riñas y enemistades que caracterizaron a la región durante aquellos años. Si bien el gobierno del presidente Fox Quesada y la transición democrática implicaron una suspensión temporal de la Doctrina Estrada a favor de la llamada “Doctrina Castañeda”, los diversos fiascos que causó su posición proyanqui y la evidente torpeza de los Cancilleres Jorge Castañeda y Ernesto Derbez ante situaciones como los golpes de estado en Venezuela y Honduras, además de los tropiezos en las relaciones con Cuba y Argentina, propiciaron que México regresase rápidamente a los principios de Estrada.
El claro partidismo del Presidente al apoyar abiertamente a las campañas de Trump, Petro y Lula, defender a Ortega ante el escrutinio internacional, dar asilo a Morales, e intervenir en la crisis Peruana, es señalado por muchos como un profundo error, considerando que la Doctrina Estrada ha servido como el pilar fundamental de las relaciones internacionales del estado mexicano, además de que está codificada como una obligación constitucional del Ejecutivo Federal.
El cambio de rumbo que presumen el Presidente y el Canciller representan, no sólo un corte a décadas de una tradición diplomática efectiva, sino también un desconocimiento de sus propias facultades constitucionales.