Millán es verbi – gracia…
Por Benjamín Bojórquez Olea 18 Abril 2022
sobre el camino
Al contenido de hoy le daremos otro tamiz de vida política a un personaje que es verbi - gracia en Sinaloa, con ejemplos muy claros y con una precisión que muchos políticos de distintas ideologías palomearán a base de verdades, gratitud y vehemencia. El respeto se gana.
Han pasado un poco más de 18 años de que dejara de ser gobernador de Sinaloa, se le atribuye el instinto de la prudencia con la debida aclaración de que en política es un atributo de primer orden, pues corresponde a la capacidad de dimensionar los contextos y sus actores.
Lejos de los logros que anteriormente hemos comentado en este espacio, consiguió conciliar los antagonismos y los enfrentamientos, sin saldos de rencor, así lo destaca su labor de conciliador, una tarea política de orden superior.
El sexenio de Juan S. Millán Lizárraga fue de paz social y política, donde fraguó en el campo de la lucha social, desde la representación sindical cetemista, a la representación de las dos cámaras federales, como diputado y senador, hasta alcanzar la gubernatura del Estado de Sinaloa, y un poco antes no fue alcalde de la capital sinaloense, porque el líder nacional cetemista el extinto, Don Fidel Velázquez, nos comentan, no lo permitió.
Unos de sus más fieles colaboradores y amigos hasta la fecha, lo describen que fue un gobernante con sensibilidad para “alinear” sus postulados y programas de trabajo realizados durante el periodo de los presidentes, Zedillo y Fox, dentro del ambiente electoral del Partido Revolucionario Institucional (su único partido). Para otras personas cercanas lo conciben como un restaurador. Convivió con dos gobiernos distintos, sin embargo, no tuvo ninguna consecuencia, al contrario, en el gobierno panista encabezado por Vicente Fox, tuvo la habilidad política para detonar obras y convencer al ejecutivo, que hoy ya son una realidad en Sinaloa, una de ellas, la majestuosa súper carretera de cuatro carriles (Mazatlán – Durango) lo cual ya hemos comentado anteriormente.
Yo prefiero delinear su perfil desde el ángulo de la memoria: la del ser y el tiempo, un espacio no lo suficiente analizado donde se revela la grandeza de su sentimiento humano y reformador. Y también se discierne sobre la identidad sinaloense.
En esa tesitura, la rectitud y responsabilidad de Don Juan S. Millán no lo hacía insensible e indiferente al mundo de los mortales, pues su capacidad de adaptación y convivencia, de sorpresa y alegría.
En su vida pública fue considerado un político demócrata moderado, algo que le generó críticas de algunos detractores en el partido reinante y opositor, pues algunas figuras sugerían darle un giro más a la izquierda, también empático y humilde. Siempre hemos dicho que, si un personaje reúne las tres clásicas “C”, corazón, cabeza y carácter, es sinónimo de ejemplo. Hombre genuino del mestizaje y, fiel a su origen, en sus saberes, en sus sentimientos, en sus cualidades, honra la sangre cetemista y la sangre itinerante que lleva en sus venas.
Millán ha marcado la política, ha tenido el cuidado de mantener fiel el sabor extraordinario cuando se acerca un comicio, él personalmente se ha vuelto un referente para muchos adversarios y seguidores, y algo más que nunca le ha faltado en la sazón política: su siempre disposición, buen humor y el don de saber construir amigos.
GOTITAS DE AGUA:
Desde entonces, hace ya varias décadas, pareciera que una cuerda muy gruesa de la política, atada a su ultranza, le amarró un pie a su eterna mesa del diálogo donde está la caja de las diferencias, de las decisiones. Ahí se le ve siempre, mañana, tarde y noche, responsable y atento siempre a su familia y un referente vigente en la política de Sinaloa.
Millán es polifacético, experto en su oficio de instalador y amortiguador de cambios de la política, liberal, pero respetuoso de las ideologías. Millán es un apasionado lector, no crea debates inútiles; escucha todas las opiniones, es tolerante, y contemporiza con todos los puntos de vista. Sin duda es uno de los admirables personajes de la Sinaloa de ayer y la Sinaloa de hoy.
No es común encontrar a un hombre que combine su pasión por la historia y la política; que sea eficiente empresario y generoso con su personal; sabio y paternal con su familia, y cuidadoso y cálido con sus amistades; atento con los detalles y previsor de los asuntos trascendentes. Ese es Juan S. Millán Lizárraga. Que, por cierto, hace algunos días fue dado de alta con éxito por los médicos especialistas desde la Cuidad de México, en donde su condición de salud la recupera satisfactoriamente, pues ya hace vida social, en donde ya fue visto en su restaurante favorito. Hay Millán para rato. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…