Opinion

MISIVA A JUAN ALFONSO MEJÍA

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Por Benjamín Bojórquez Olea 30 Enero 2019

SOBRE El CAMINO

La grandeza de Sinaloa ha existido siempre, con o sin políticos avariciosos. Lo que necesita Sinaloa es un gobernante humanista que se dedique, en cuerpo, alma y mente, a reducir las necesidades más apremiantes de la gente, principalmente de pobres que no tienen ni para dónde voltear para recibir ayuda. El estado de Sinaloa tiene muchos políticos capaces –y también rapaces- que pueden presumir su larga trayectoria como funcionarios públicos, su participación social y partidaria. Hay hasta quien pone su Currículum Vitae en inglés para que todos se den cuenta que han pisado universidades extranjeras; frivolidades que a nadie interesa–al menos no al pueblo- porque los ciudadanos no viven de la historia de vida inventada de sus gobernantes. Los sinaloenses no necesitan intelectuales, ideólogos, dogmáticos, doctrinarios o lumbreras que los gobiernen; piden a gritos una mujer o un hombre sensibles a sus carencias básicas. Cada vez que vemos en los medios de comunicación levantar la mano de quienes quieren ocupar “La Silla de Sillas”, lo primero que nos viene a la mente es lo que han hecho por la gente de este noble Estado. Poco o nada útil. Unos son más jóvenes que otros; unos gritan más que otros; unos se engrasan el cabello mejor que otros; hay quien gusta aparecer presumido, trajeado y perfumado –hasta con novias jóvenes- para que la gente vea la vitalidad que posee. Dan risa. Ya aparecieron e hicieron sonar su nombre los “neo-políticos” que quieren vender la apariencia de que llegan con ideas revolucionarias, transformadoras, utópicas, capaces de hacer nacer una nueva Sinaloa, diferente a las que han existido (las muchas Sinaloas). No es cierto. Demagogia pura y venta de espejitos. La grandeza de Sinaloa ha existido siempre, con o sin políticos avariciosos, corruptos, malnacidos, que han infligido severos daños a la población; el Estado es más grande y emblemático que las hordas y tribus que lo agreden y deshonran. También están los “políticos de antaño” que viven de viejos recuerdos, de sueños pasados(y guajiros) que nunca pudieron concretar; son esos amantes a la antigua que suelen no hacer nada provechoso por la gente, por la ciudadanía, mientras están en el poder. Sinaloa no necesita mano dura ni mano blanda, ni pieles tersas o arrugadas; únicamente requiere políticos y candidatos con el corazón vivo, latiente, ensangrentado de vibrar por los demás antes que por uno mismo. Políticos y grupos de poder bien estructurados, bien financiados, con larga trayectoria (y cola) pública, sobran en Sinaloa; son rostros ya “quemados”, ya vencidos, ya debilitados. Eso no quieren los ciudadanos. Quienes quieran participar como candidatos a la gubernatura en el 2021 en Sinaloa deberán estrenar no sólo un discurso electoral renovado, no sólo una imagen pública bien estructurada o “vestida”, sino un corazón agitado. Y la verdad aún no los veo. A menos de que sufra de una ceguera permanente; los que si poseen ese requisito son abandonados y talentos desaprovechados, de ahí si hay material para escoger, uno de ellos es, Juan Alfonso Mejía López, un joven hibrido de la política y que ha sido en tan corto plazo un secretario de Educación muy humano y echado para delante, de eso nadie puede tener duda, además posee una respuesta en la cual buscan elementos prácticos y sencillos, con determinación y con una alta dosis de cambiar y crear, en la capacidad para unir y de combinar visión y experiencia generacional, además de esa clase y nueva siembra que permea con aplomo, sensatez, eficacia y eficiencia. “Digo”.



GOTA Y CHISPA:


Pero todavía hay tiempo para que los diferentes cuadros políticos (de derechas o de izquierdas) alisten y preparen a sus mejores hombres y mujeres que quieran dirigir a buen puerto a los sinaloenses. En lo personal, veo a este joven, Juan Alfonso Mejía López, con amplias posibilidades de crecer y vitaminarse para un cargo de mucha relevancia en lo que vendrá en Sinaloa. El triunfo lo obtendrá en el 2021 quien “se venda” mejor como un político (hombre o mujer) que realmente palpe las necesidades de la gente, que sufra con la gente –de verdad, no de mentiritas- lo que los sinaloenses realmente necesitan. La mentira, la falacia caerá por su propio peso; la ciudadanía no es tonta, terminará votando por el más sensible, por el más veraz, por el más ardiente y entregado a las causas justas. Eso sólo lo da el humanismo. Los demás pasarán a la historia nadando en la mediocridad. Por lo tanto, Juan Alfonso Mejía dará mucho de qué hablar en esta historia que presentará nuevas caras de la política. “Al tiempo”. “Nos vemos Mañana”…