La Reforma Educativa del gobierno de EPN tuvo muchos errores. La sociedad paga bien caro el abandono en que deja a sus hijos, como todos los padres que no educan a sus hijos. Como había advertido el diputado morenista Mario Delgado –quien por cierto votó a favor y defendió la Reforma educativa del sexenio anterior- después de la aprobación de la legislación secundaria de la (contra) reforma educativa de López Obrador, no ha quedado ni una coma de los cambios que se realizaron el sexenio pasado. Una vez más los intereses político-partidistas predominaron sobre el genuino interés por la formación de calidad de los ciudadanos que el país necesita en este complejo cambio de época que vive el mundo y que por más que se pretenda negar, está presente en todos los ángulos de nuestra vida cotidiana. Si uno revisa los “debates” en las redes sociales, todos los argumentos que defienden la indefendible legislación que acaba de aprobarse se basan en razones que tienen que ver con la venganza contra Peña Nieto y su gobierno, la alegría porque Claudio X. González o Mexicanos Primero sufrieron una gran derrota porque se revirtió la –según ellos- “mal llamada” reforma educativa, el gusto porque ya no habrá más “evaluaciones punitivas” –que nunca existieron- y se ha desmantelado el gran villano construido mediáticamente por las fuerzas que se opusieron a los cambios que fue el INEE. Del otro lado, muchos de los que critican las leyes que se acaban de aprobar hablan en contra del gobierno de AMLO, de la CNTE y el SNTE, de los grupos de presión que generaron esta regresión, etc. Los niños y adolescentes de este país son los grandes ausentes en este debate y fueron los grandes ausentes en la construcción, análisis, debate y aprobación de las leyes reglamentarias de la (contra) reforma educativa que se aprobó en la Cámara de Diputados y será revisada –y seguramente aprobada sin mayores cambios- en el Senado de la República en las próximas semanas. Se trata sin duda de un triunfo de las cúpulas sindicales –oficial y disidente- que han recibido nuevamente la rectoría del Sistema Educativo Nacional (SEN) de manos del Estado Mexicano que debería tenerla y ejercerla y que parecía haberla recuperado con mucho trabajo y enormes conflictos durante el gobierno anterior. Es evidente –y lo sostenemos- que la Reforma Educativa del gobierno de EPN tuvo muchos errores en su construcción y sobre todo en su instrumentación y comunicación al magisterio y a la sociedad. Resulta muy claro que se hizo demasiado énfasis en la evaluación docente y que ese aspecto borró casi por completo muchos avances que tenía la reforma constitucional anterior como la autonomía del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, la creación del Servicio Profesional Docente, la formulación de un Nuevo Modelo Educativo mejorable sin duda pero válido como intento de unificación de los propósitos y orientaciones básicas del Sistema Educativo Nacional desde su gobernanza hasta su modelo curricular, el planteamiento de la centralidad de la escuela y el otorgamiento de cierto grado de autonomía de gestión a cada centro escolar, etc. También es notorio que a pesar de que el modelo de otorgamiento de plazas por concurso y de promociones por evaluación buscó terminar con la asignación arbitraria de puestos –por afinidad política, favores personales, venta, renta o herencia- las prácticas opacas no habían sido erradicadas por completo. Sin embargo estaba ya la normatividad clara que permitía ir avanzando paulatinamente en la erradicación de estas malas prácticas que por estar arraigadas durante décadas de ejercicio del sistema corporativo del viejo régimen priista tenían necesariamente que tomar tiempo para revertirse. La solución no era echar abajo todo lo ganado y volver al viejo sistema en el que las cúpulas magisteriales tenían el control del otorgamiento de plazas y de las promociones como lo van a volver a tener ahora con las llamadas “comisiones tripartitas” que son una recreación de los organismos opacos del pasado. La solución no era eliminar al INEE autónomo y crear un instituto en el que la autoridad educativa vuelve a ser juez y parte. El camino no pasaba por eliminar la evaluación docente y volverla voluntaria ni por retomar el otorgamiento automático de plazas a los egresados de las normales a las que se ha abandonado históricamente y ahora se les está recortando significativamente el presupuesto. La respuesta a los grandes retos de la educación nacional está en el futuro y no en el retorno al pasado que es la opción que han tomado los legisladores –que ni siquiera tienen a sus hijos en escuelas públicas, por lo que poco les importa el futuro de la educación pública del país- al ceder por intereses político-electorales la rectoría de la educación a los viejos y caducos organismos gremiales del magisterio. Después de todo lo que se dijo respecto a la total abrogación de la reforma del 2013, el documento aprobado no es tan negativo como temíamos muchos de los que consideramos que lo que se hizo en el sexenio anterior, si bien era mejorable y tuvo muchos errores de instrumentación y comunicación, iba en el sentido correcto. Es de celebrarse que la sentencia del diputado federal y casi dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, de no dejar ni una coma de la reforma previa haya sido solamente una amenazante declaración que no se cumplió en los hechos. Sin embargo, “el diablo está en los detalles” y que tendríamos que estar vigilantes en la construcción de la legislación secundaria de esta nueva reforma para constatar que esa vaga formulación sobre el procedimiento de ingreso y promoción de los docentes que será determinada por el gobierno sea definida en términos que garanticen a nuestros niños y adolescentes contar con los profesores mejor preparados y más comprometidos con su vocación, que el nuevo centro o instituto se organice de forma que se pueda mantener todo lo que el INEE logró construir en términos de investigación y procesamiento riguroso de información pertinente y útil sobre todo el sistema educativo y se garantice la mayor autonomía posible dentro de las limitaciones que le impone su nuevo estatus constitucional.
GOTA Y CHISPA:
El resultado fue que finalmente la amenaza del diputado federal Mario Delgado se ha concretado y que de la reforma educativa del 2013 parece no haber quedado ni una coma en esta legislación secundaria de la (contra) reforma educativa lopezobradorista. El jueves y viernes pasados fueron días a mi criterio bastante tristes para la educación del país, a pesar de que los militantes de la mal llamada “cuarta transformación” estén de fiesta y celebrando este retroceso histórico como lo que es, una victoria político-partidista que doblega a sus adversarios y les granjea el apoyo electoral de los gremios magisteriales, sin importar que el futuro de los niños y jóvenes del país vuelva a estar marcado por el signo de la mala calidad, la falta de equidad y la anacrónica visión que los condena a una escolarización mediocre y sin pertinencia social. Ahora bien, los legisladores sinaloenses de Morena no se dan cuenta o no les importa, pero al final, nuestra nación pagará muy caro este abandono en que sigue dejando a sus hijos. Les pregunto a los legisladores sinaloenses de Morena, ¿Saben donde están sus hij@s?“Nos vemos Mañana”…