Ni con Dios ni con el Diablo: La danza de la Gloria…
Por Benjamín Bojórquez Olea 28 Enero 2025
Sobre el camino
En la política sinaloense, donde los ideales se tambalean bajo el peso de las ambiciones, pocos personajes logran mantenerse en pie sin que el desgaste los revele. Gloria Himelda Félix Niebla es un ejemplo crudo y perturbador de cómo la búsqueda de la grandeza personal puede convertirse en un ejercicio de confusión entre el poder y el deber. “Ni de Dios ni del diablo”, Gloria Himelda parece navegar en aguas turbias donde los valores quedan relegados frente al apetito desmedido por el control.
En momentos donde la ciudadanía exige claridad y compromiso, la titular de la SEPyC ha demostrado que su principal meta no es el bienestar del pueblo, sino la proyección de una grandeza personal que, en su percepción, está indisolublemente ligada al poder. Esta confusión le ha impedido desprenderse de un sistema que considera suyo, al punto de creer que las instituciones son extensiones de su voluntad.
¿Es esta actitud un acto de habilidad o de cinismo? Quizás ambas cosas. La habilidad de perpetuarse en un sistema que recompensa la lealtad ciega y la simulación, y el cinismo de representar valores que en la práctica son traicionados una y otra vez.
Históricamente, los grandes líderes han demostrado que la grandeza personal puede coincidir con la grandeza de una nación. Figuras como Nelson Mandela o Charles de Gaulle son ejemplos excepcionales. Sin embargo, la política en su forma más pura es también un terreno peligroso: es el espacio donde la corrupción, la mentira y la mediocridad encuentran refugio, donde el crimen puede operar con impunidad bajo el manto del prestigio.
Gloria Himelda no es una excepción en este entorno. Su trayectoria está marcada por una constante negociación con lo humano y lo inhumano, donde hablar con el "diablo" no es una metáfora sino una necesidad profesional. Su amor declarado por lo divino y lo heroico contrasta con las alianzas y estrategias que la han llevado a pisotear valores fundamentales para nuestra entidad.
En un contexto de injusticia social y desprestigio institucional, personajes como Gloria Himelda han contribuido a la revisión de los pilares democráticos. Su práctica política ha socavado la confianza en los partidos, convirtiéndolos en simples herramientas para perpetuar intereses personales. Con cada voto comprado y cada promesa vacía, la voluntad del pueblo sinaloense se desdibuja, dejando un paisaje donde la esperanza es una moneda de cambio más.
La historia de Gloria Himelda es también un recordatorio de cómo la aparente devoción por el pueblo puede ser utilizada como una pantalla para ocultar ambiciones personales. Cada discurso cuidadosamente construido y cada gesto simbólico no hacen más que reforzar la desconexión entre la clase política y quienes verdaderamente necesitan cambios reales. Esta desconexión no es un accidente, es una estrategia calculada para mantener el control a costa de los sueños colectivos.
Sinaloa merece algo mejor. No puede ser que el futuro de nuestra sociedad dependa de personajes cuya visión se reduce al beneficio propio. Si seguimos tolerando liderazgos que ven en la corrupción una herramienta y no un problema, estaremos condenando a generaciones enteras a vivir bajo la sombra de un sistema roto.
GOTITAS DE AGUA:
Gloria Himelda Félix Niebla es una mujer de ambiciones desmedidas, capaz de sacrificar amistades y principios por una oficina refrigerada y una caja chica. Su habilidad para cambiar de "cachucha" política no es otra cosa que una liturgia personal donde el único Dios es el poder. Desde las cuatro paredes de su despacho, oculta una figura indeseable, incapaz de reconocer que su conducta es parte del problema.
En el espejo de nuestra sociedad, Gloria Himelda refleja una verdad dolorosa: la grandeza no se mide por los cargos que se ocupan, sino por el impacto positivo en las vidas que se tocan. Y en ese sentido, Sinaloa sigue esperando una política que honre su nombre. Pero quizá el problema no sea Gloria Himelda, sino la sociedad que permite que figuras así prosperen. Mientras la indiferencia y el conformismo dominen, los “Himeldas” seguirán gobernando, y la esperanza seguirá siendo solo eso: una esperanza vacía. “Si cierran la puerta, apaguen la luz. “Nos vemos mañana”...
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