No es lo mismo, pero es igual.
Por Benjamín Bojórquez Olea 01 Agosto 2022
Sobre El Camino
El PRI y Morena son herederos de una cultura de sumisión, ambos partidos viven crisis paralelas: la falta de democracia.
Después del 30 de julio, quizá ganó la percepción de que el INE no es malo para organizar elecciones. Me explico.
Hace muchos años las elecciones constitucionales en el país se vieron manchadas por irregularidades con el único fin de mantener al PRI en el poder. De esas épocas se derivó el calificativo de "mapache" al operador, al responsable de alterar los resultados de las elecciones.
Los sinaloenses sufrimos esta violencia y manipulación del voto. Muchas anécdotas podrían contarse sin empacho alguno.
En el pasado se hablaba los días posteriores a las elecciones de las operaciones políticas, y se experimentaban robos de urnas, suspensión de votación en casillas donde el PRI iba perdiendo, los desayunos con tamales para organizar a la gente para la jornada, amenazas, voto corporativo, compra de votos, acarreo, todo ello para retener el poder.
Los ciudadanos se cansaron de esas prácticas y un buen día rompieron con el cacicazgo de los mapacheros, el gobierno lo entendió, se cambiaron las leyes, se tuvo acceso a mejores condiciones de credencialización para votar, las urnas fueron más transparentes, las boletas de votación foliadas, se crearon organismos electorales al margen de la Secretaría de Gobernación, la federal y las estatales, y entonces los ciudadanos con mejor organización pudieron votar con libertad y decidir quién los gobernaría.
Pero ahora, dada la experiencia del sábado 30 de julio en el país, todo se repite, afloraron las viejas prácticas del PRI para elegir, ahora en la 4T, a los consejeros de Morena en una clarísima carrera rodeada de pragmatismo para obtener posiciones en el intento de retener el poder. El caso de Sinaloa es simbólico.
Nombres en el pasado son muchos, pero quizá ahora sean otros, pero los vicios se parecen mucho a los del pasado, quizá porque los operadores de los grupos de Morena fueron preparados en el viejo PRI y no saben hacer otra cosa más que ser una especie de "perros de la guerra", de "mercenarios electorales" que se venden al mejor postor.
En el pasado, esos "trabajos" electorales eran recompensados por los ganadores con licencias para portar armas, permisos de taxis, designaciones de inspectores de alcoholes o giros negros en los municipios, agente de tránsito, permisionarios del transporte, etcétera.
Con el tiempo las exigencias fueron mayores, y entonces las recompensas derivaron en hacerse, los ganadores, de la vista gorda para la venta de productos ilegales, ambulantismo, contrabando, robo de combustible y algunas otras lindezas.
Hay un dicho muy famoso entre las clases populares "dos cagados no se huelen", y precisamente eso es lo que vimos el sábado en Sinaloa y en gran parte del país donde las elecciones internas fueron manchadas con atropellos, trifulcas, en algunos casos robo de urnas, amenazas, compra de votos... todo un cochinero, al puro estilo del PRI, quizá con menos salvajismo. Y por lo visto las aprendieron bien.
La frase "no sabe perder, si pierde, arrebata", bien puede acomodarse a las experiencias vividas y puestas en boga el pasado sábado 30 de julio.
GOTITAS DE AGUA:
La elección fue abierta, se pusieron las urnas frente a todos y empezó a llegar la gente que "se prestó" a ese ejercicio donde los dados resultaron cargados.
¿Quién ganó, quién perdió el 30 de julio?
Repito, quizá haya ganado la percepción de que el INE no es tan malo en eso de organizar elecciones y que en México hay una especie de sequía de políticos y abundancia de mugrero electoral. "Si cierran la puerta, apaguen la luz". "Nos vemos Mañana"...