Opinion

Nueva normalidad laboral

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Por Moisés Gómez Reyna 25 Mayo 2020

Perspectiva

Pese a que los contagios y las muertes por Covid-19 van en aumento a nivel nacional, a partir de junio regresarán millones de trabajadores de sectores clave como la industria automotriz, la minería y la construcción.

Incluso en regiones con baja incidencia de casos, algunas actividades no esenciales podrán reabrirse e integrarse de forma escalonada en lo que se ha denominado la “nueva normalidad”.

Según datos del INEGI, la industria automotriz empleó en marzo a 960 mil trabajadores, la minería a otros 187 mil y la construcción ocupó a 4 millones 317 mil personas.

Usar cubrebocas, gel antibacterial y mantener la sana distancia no son medidas suficientes para afrontar la nueva normalidad y evitar que se disparen aún más los contagios y muertes por coronavirus.

El reto será importante: Volver a la actividad bajo el mínimo riesgo sanitario y con el personal estrictamente necesario en cada centro de trabajo, porque es un hecho que el trabajo a distancia continuará aplicando para quienes puedan hacerlo hasta que se declare terminada la emergencia.

De hecho, de acuerdo con una encuesta de la firma PwC, el 60% de los directores financieros en México consideran que el trabajo remoto llegó para quedarse y seguirá siendo una práctica en sus empresas, aún después de que reanuden las actividades no esenciales.

Por todo esto, la semana pasada el Gobierno federal publicó los Lineamientos de Seguridad Sanitaria, que son una especie de guía de acciones para prevenir contagios por Covid-19 con el reinicio de actividades en los centros de trabajo.

Entre algunas de las medidas que establece el documento se encuentran: Evitar el hacinamiento de espacios, reducir el contacto entre las personas, establecer horarios diferenciados para el personal (entrada, salida y comidas) e incrementar el número de vehículos de transporte de personal, a fin de evitar la aglomeración en las unidades.

Además, se considera capacitar al personal en el uso de equipo sanitario e higiene, intensificar la limpieza de las instalaciones, instalar filtros para detectar a personas con signos de enfermedades respiratorias, evitar el uso compartido de herramientas, proveer a trabajadores de equipos como cubrebocas, lentes proyectores y/o caretas protectoras, entre otras disposiciones más. La industria manufacturera tradicional será uno de los sectores que más resienta estas medidas que obviamente implicarán costos.

Antes de la emergencia, muchas fábricas tenían sólo centímetros de distancia entre sus trabajadores en las líneas de producción. Ahora con la nueva normalidad deberán invertir en barreras que impidan el contacto físico y tendrán que ampliar y rediseñar las líneas para privilegiar la sana distancia.

Al menos en teoría esos gastos deberían ser cargados a los costos operativos de las empresas, para posteriormente trasladarse al precio final de los bienes y servicios que adquieran los consumidores.

Lamentablemente algunas empresas, argumentando la necesidad de mantener su competitividad, podrían caer en la tentación de cargar el costo a sus trabajadores reduciendo bonos y prestaciones diferentes al salario, como vales de despensa, servicios de comedor o transporte, entre otros.

Las autoridades deberán poner especial atención en esta situación, ya que no sería justo que se cargue a los trabajadores el costo de la nueva normalidad, menos tomando en cuenta que México arrastra un rezago salarial histórico.

Además, los empleadores que soliciten trabajo a distancia a su personal, también deberían considerar apoyos para que éstos puedan contar con el equipo y los servicios de internet necesarios para efectuar sus labores desde casa.

Vienen cambios significativos en el mundo laboral a los que habrá que adaptarse, pero siempre protegiendo el empleo o de lo contrario la recesión puede ser aún más profunda.

Twitter: @GomezReyna

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