La posibilidad de cualquier nuevo pacto se puede romper y desilusionar de acuerdo a la magnitud de seguir de pie, sin ver el daño que podría provocar al interior de una marca contaminada, ya que la nueva era contemporánea traza ideologías en función a los intereses personales de un personaje que dista de una longeva historia fragmentada. El meteórico ascenso de ciudadanos en los sondeos promete agitar el panorama político y augura en un futuro cercano resultados electorales autonómicos donde Sinaloa dejará a las principales plataformas políticas en un pañuelo de lágrimas provocadas de no entender que la política necesita de una nueva refundación y no de defunción. Jesús Alberto Aguilar Padilla busca de forma prematura opciones que le permitan mantenerse bajo custodia política. Sin embargo, la próxima quiebra del sistema local complicará enormemente la tarea partidista de mantenerse en el poder con el apoyo del PRI hacia una eventual fragmentación que le podrían ayudar a sumar una minoría con dirección a otra investidura desmarcada pero a la vez más cerca que nunca. Un pajarito predijo que, Jesús Aguilar Padilla mueve en lo oscurito a un personaje hibrido para que no suceda lo mismo del 2010. Este descenso político o jugada política está más clara que la conciencia de Judas Iscariote. Digo esto, porque en detrimento y complicidad del bloque del tricolor en Sinaloa está tocando las fibras más acidas y álgidas, para luego utilizarlas y repartir el pastel a sus criaturas de toda la vida. Por ello es importante observar el comportamiento de las posibles alianzas que lejos de ayudar en esa dirección al Senador de la República, Rubén Rocha Moya, podría provocar que se partan en tercios, y con ello aparezca la figura de Héctor Melesio Cuén Ojeda, y porque no de un miembro del gabinete actual, que sigilosamente en un momento determinado aparezca en la palestra en el 2021, y ese nombre es el actual secretario de Educación Pública y Cultura, Juan Alfonso Mejía López. Se trata del cuestionamiento y la desilusión de la razón que permea la cultura política que hoy se llama posmoderna o de la modernidad líquida. En efecto, en los tiempos actuales de la política el reinado de la razón ha sido sustituido por la negación de la razón y la entronización de los discursos particulares o las llamadas narrativas múltiples que no responden a las reglas de la inteligencia, la racionalidad y la objetividad sino a las de la identificación emocional, la suma de subjetividades y la legitimación mediática. La emergencia y dominio de las llamadas “traiciones” a lo que es predecible observar en los políticos, marcando una tendencia de que existan muchas personas dispuestas a creerlos. En este camino, la tentación más atractiva es la de la vuelta al pasado donde se asume con nostalgia que las cosas funcionaban y parecíamos saber por qué. Sin embargo, esta es una salida falsa, ya que no pueden tomar si quieren seguir siendo políticos de ocasión. Como bien dice Pablo Latapí en el libro de que tomamos la frase que sirve como epígrafe de este artículo, “la política es un espacio en el que confluyen y muchas veces entran en conflicto las aspiraciones y los intereses de poder –tanto de las diversas fuerzas partidistas del gobierno y la oposición como de los sindicatos magisteriales-“, por lo que los gobiernos utilizan a un elemento de mediación o concertación y también, como desafortunadamente ha ocurrido casi siempre a lo largo de nuestra historia reciente en Sinaloa, para obtener los apoyos que requieren o para corresponder con ciertas prebendas a los apoyos obtenidos. Por ello, Jesús Alberto Aguilar Padilla planea una nueva jugada ortodoxa, utilizar una figura de extracción de izquierda y permanecer vivo, esto se le complicaría porque cuando él fue gobernador rompió con un pacto que tuvo consecuencias políticas, entregar el poder en el 2010. Y sin raciocinios podría provocar también una dicotomía política, debido a jugar contrario al partido del que es emanado, lo cual representa intereses de poder que sin duda están muy presentes en la discusión.
GOTA Y CHISPA:
Sinaloa ha evolucionado, el sentimiento también, y por lógica, Jesús Aguilar Padilla busca que la 4ta. Transformación dé al final de su camino el salto cualitativo. Pero mientras tanto esto cambia habrá que procurar no convertirse en un Sinaloa de bombas incendiarias donde los planes se rompan y posteriormente la 4ta. Transformacióntermine con debut y despedida, porque aquí lo increíble es, no dejar pasar por alto que un ex gobernador originario de la sindicatura de palmitas, Angostura, entre por la puerta del desprecio, provocando un socavón político. “Saber proteger al pueblo sinaloense de sí mismos también está en la quincena de los que mandan”. “Al tiempo”. “Nos vemos Mañana”…