Opinion

OBRADOR Y QUIRINO…

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Por Benjamín Bojórquez Olea 28 Enero 2019

SOBRE El CAMINO

Hoy día Sinaloa ha perdido protagonismo y ha ganado relevancia en el orden nacional. Siempre he dicho, “No hay problema que no podamos resolver juntos y muy pocos que podamos resolver por nosotros mismos”. En colaboraciones anteriores compartí, con los amables lectores, mi análisis de la realidad sinaloense y las razones que me llevan a sostener que vivimos un momento extraordinario para que nos pongamos de acuerdo, entre todos los sectores sociales, sin distingos de orientación política, para restablecer nuestra normalidad cívica y nuestra cohesión comunitaria a través de un nuevo contrato social. Sin duda la naturaleza e identidad de la clase política y empresarial; la academia, las organizaciones de la sociedad civil y los sindicatos, por mencionar algunos ejemplos de actores colectivos, se han diluido y desnaturalizado, todo ello en perjuicio de nuestro tejido social. Un gobierno necesita de todos para construir una imagen pública que permita un equilibrio y gobernabilidad de un ciudadano donde la voluntad e institucionalidad en beneficio de Sinaloa tiene un matiz digno de reconocerse a través de desarrollo y unificación de toda corriente política, eso busca Quirino Ordaz Coppel. En cambio, Andrés Manuel López Obrador, tras su visita el pasado fin de semana a Sinaloa, sumado al indeseable clima de polarización local y nacional, merced a diversas prácticas, decisiones y eventos y siniestros desafortunados, el mandatario nacional respaldó una similitud de ideas y compromisos donde coincidió, que el Gobernador de Sinaloa tiene todo su apoyo, e inclusive invitó a toda conducta política y a su propia plataforma de Morena, que nuestro estado y nación ha llegado a una situación límite de gobernabilidad y un penoso ambiente de tensión social a los que tenemos que enfrentar con talento, generosidad y visión de largo plazo, facilitando los consensos para incluir y nunca más para dividir. Las mujeres y hombres que damos diversidad y sentido a la sociedad de Sinaloa, con las particularidades y circunstancias de cada caso; ya sea que formemos parte del Gobierno, del Mercado o de la Sociedad Civil, tenemos en frente una afortunada coyuntura político - social, digna de ser tomada en cuenta. La existencia de un nivel de negociación y consenso, lo suficientemente altos para no albergar ningún disenso al interior del Poder Legislativo a fin de dotar a Sinaloa una prueba fehaciente de la voluntad política que tenemos los sinaloenses por devolver la paz y la tranquilidad a la sociedad en su conjunto. En este orden de ideas, es deseable que nos demos la oportunidad de aprovechar la coyuntura que ahora vivimos, poniéndonos de acuerdo para establecer un nuevo diseño legal e institucional (eventualmente, también habría que explorar lo constitucional). Lo anterior implica que, entre todos, favorezcamos una mejor y mayor generación de capital humano y un fortalecimiento de las capacidades de emprendimiento y productividad de las personas, así como una restauración de la vigencia del Estado de Derecho, con pleno respeto por los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales: ahí las vertientes de nuestro “Nuevo Contrato Social”. Por ahora, la acción de Gobierno, por cuanto a la labor de diálogo, concertación y gobernabilidad política, habrá de ser de puertas abiertas, mediante políticas públicas bien diseñadas; atravesadas por los criterios de equidad, austeridad, rendición de cuentas, transparencia; combate a la corrupción y un alto sentido de legalidad e inclusión, para servir a más personas en lo político, económico y social. Vamos a ampliar y multiplicar los puentes de negociación y entendimiento con mercado y sociedad, a fin que juntos alcancemos el bienestar, la prosperidad y felicidad que Sinaloa y sus habitantes nos merecemos.



GOTA Y CHISPA:


Nos debemos la vigencia del respeto por la ley y las instituciones, lo que exige castigos ejemplares para quien se aparta del orden legal; es indispensable favorecer la libre empresa para generar riqueza y bienestar, combatiendo la desigualdad desde el emprendimiento, para crear una red de bienestar para todas las personas y regiones del Estado. Finalmente, pero no menos importante, tenemos que consolidar y defender la división de poderes, la independencia de los órganos autónomos y el respeto por los Derechos Humanos con transparencia y honestidad. Es mucho lo que cada uno de los firmantes del nuevo contrato social tendríamos que ceder, pero seguramente alcanzaremos, entre todos, la paz positiva, la que es condición necesaria y natural para la prosperidad y felicidad que Sinaloa y sus habitantes nos merecemos. Pues bien, eso busca Quirino Ordaz Coppel, pero mientras mezclemos necesidades e intereses personales jamás podrá ser un Estado que esté a la vanguardia y necesidades comunes. Estamos en el mejor momento para que dejemos de lado protagonismos e intereses facciosos y pongamos la viabilidad política de Sinaloa, sus personas y familias, al centro del intercambio público. En resumen, es hora de un nuevo contrato social. “Es cuanto”. “Nos vemos Mañana”…