Opinion

Pie grande (Nivel 2)

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Por Benjamín Bojórquez Olea 26 Junio 2020

SOBRE EL CAMINO

Y como les comentaba el día de ayer. La pasión- escribe Max Weber en “El político y el científico”- no convierte a un hombre en político si no está al servicio de una “causa” y no hace de la responsabilidad para esa causa la estrella que oriente la acción. Para eso se necesita (y esta es la cualidad psicológica decisiva para el político) mesura(Augenmass), capacidad para que la realidad actúe sobre uno sin perder el recogimiento y la tranquilidad, es decir, para guardar la distancia con los hombres y las cosas. El “no saber guardar distancias” es uno de los pecados mortales de todo político y una de esas cualidades cuyo olvido condenará a la impotencia política a nuestra actual generación de intelectuales. Ojo al parche. Por eso el político tiene que vencer cada día y cada hora un enemigo muy trivial y demasiado humano, la muy común vanidad, enemiga mortal de toda entrega a una causa y de toda mesura, en este caso de la mesura frente a sí mismo… En último término, no hay más que dos pecados mortales en el terreno de la política: la ausencia de finalidades objetivas y la falta de responsabilidad, que frecuentemente, aunque no siempre, coincide con aquella. Ante este panorama, la pregunta que surge es cómo paliar la crisis que vivimos y reconducir el país a una mejor democracia, una democracia con calificativos, aproximando la justicia y la ley; cerrando la brecha entre libertad e igualdad. La única respuesta a esa interrogante es la vía democrática. Como lo han señalado distintos analistas, si López Obrador llegó a la Presidencia de la República por vía democrática, el acotamiento de su “decisionismo” político o su relevo tienen que transitar por esa misma vía. Apostar por otros caminos significaría una mayor amenaza a nuestra ya frágil vida política, poniendo en riesgo los derechos humanos y ciudadanos que garantizan la vida social. Lo anterior, sin embargo, no significa avalar los falsos dilemas planteados por Zepeda Patterson (Contra AMLO: ten cuidado con lo que deseas, El país, 25 de mayo, 2020). Nadie duda de la valía de los objetivos del presidente López Obrador en su intento de acabar con la pobreza y la corrupción, pero se pueden cuestionar los medios para conseguirlo. Estoy convencido de poder alcanzar consensos mínimos, sostenidos en una básica racionalidad política, para dar salida a la situación del país. Una racionalidad política asentada en la argumentación, el contraste y falsación de datos, como lo sugiere Popper respecto a la racionalidad científica. Es cierto, no basta esa racionalidad para construir un mejor país, pero la renuncia a ella deviene en un ejercicio político autocomplaciente y demagógico. Estoy convencido de que en este país podemos caber todos, no pese a nuestras diferencias sino gracias a ellas. Frente a la práctica liquidación de los partidos políticos, su incapacidad para recomponerse de cara al interés público, el predominio de una creciente estructura clientelar por parte del gobierno, son los ciudadanos los únicos capaces de fungir como el principal contrapeso a un ejercicio político eminentemente autoritario y se reconozcan como el principal actor de la vida nacional, destacando que la única vía que debamos defender sea la vía democrática. 

 
 

GOTA Y CHISPA: 

 
 

Por eso, hay que reivindicar el surgimiento de cualquier frente opositor que transite por ese camino y al mismo tiempo cierre las puertas a peligrosos poderes fácticos que pretendan e adueñarse del futuro del país. Pero lo que sí resulta una trampa, producto de la sobre-ideologización, la ignorancia o perversión, es pretender incluir en un solo saco la amplia gama de proyectos alternativos al programa de López Obrador, reviviendo, por parte de los incondicionales de la 4T, la peor retórica del estalinismo o la inquisición. Ni por las condiciones generales de la modernidad, ni por las propias de cualquier sociedad democrática, la vida política de un país puede reducirse a dos únicos frentes, como lo pretende el presidente de la República. Lo que hay que subrayar es que esa gama, eminentemente democrática, posiblemente sea, hoy y mañana, la que esté conteniendo el “descarrilamiento” del actual gobierno, pese a las ideas del propio presidente, y este, por el contrario, dadas las características de la personalidad carismática, esté propiciando, inconscientemente o por identificación. Un sacrificio ritual para convertirse en un mártir más del panteón civil de la patria. “Nos vemos el Lunes”… 

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