Opinion

¿QUÉ PASA EN EL PRI?

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Por Benjamín Bojórquez Olea 01 Marzo 2019

SOBRE El CAMINO

Para nadie es un secreto que el Partido Revolucionario Institucional volvió a perder, el pasado primero de julio, la Presidencia de la República debido al hartazgo de la mayoría de la población que dejó de ver en el otrora “partido hegemónico” una alternativa para salir de la situación en que se encuentra cerca de la mitad de la población (la pobreza), así como el nivel de ineficiencia que ha alcanzado en el ejercicio de gobierno, tanto a nivel federal como en algunos estados que aún conserva, salvo honrosas excepciones. Y ese hartazgo social sin precedentes se debe a tres factores que terminaron por hundir el “barco” que nació en 1929 bajo las siglas del Partido Nacional Revolucionario (PNR) y que durante gran parte del siglo pasado se encargó de institucionalizar la vida pública de la nación: corrupción, falta de identidad de sus militantes y alejamiento de la gente. Sin embargo, no se le puede regatear al partido tricolor su aporte al desarrollo social, económico e institucional del México moderno que tuvo su auge entre 1940 y 1970 con el llamado “Milagro Mexicano”, cuyo origen estuvo fincado en la estabilidad económica, un desarrollo nacional continuo que mantuvo la economía libre de “topes” como la inflación, déficit en la balanza comercial, devaluaciones y demás variables que lograron una estabilidad sin precedentes. Después vino el“populismo” de los setenta que derivó en 1982 en el inicio de la adopción de un modelo que cambió de raíz la forma no sólo de la economía, sino la manera en que gobernó la naciente “clase política” inspirada en el modelo neoliberal adoptado de lleno en 1988 por Carlos Salinas de Gortari. Ahí fue el “acabose”. Lo peor es que en muchos estados del país donde el PRI continúa siendo gobierno las cosas no pintan nada bien, salvo en aquellas entidades donde la visión política de las nuevas generaciones de priistas ha logrado dar resultados evidentes. Casos como Sinaloa, Oaxaca y Campeche dan cuenta de que sus jóvenes mandatarios pueden, con éxito, afrontar los retos que les dejaron gobiernos federales y que, contra viento y marea, trabajan en la actualidad con el gobierno de Morena, aunque para “algunos” opositores eso signifique la claudicación a sus orígenes y convicciones ideológicas por “quedar bien” con el nuevo mandatario federal derivado a la institucionalidad y tejer fino para que le vaya bien al estado que representan. De ahí deriva en lo particular la cátedra política que ha venido desarrollando el ejecutivo estatal de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel. Algunos de quienes hoy aspiran a dirigir al PRI nacional lanzan críticas a sus propios correligionarios sin tener siquiera la calidad moral para refundar a un partido que se perdió entre la corrupción y la ineficiencia política. “Cartuchos quemados” como Ivonne Ortega, sobre quien pesa una losa tras su desastroso paso por la gubernatura de Yucatán; Ulises Ruiz, cuyos estropicios siguen padeciendo los oaxaqueños y, ya no se diga, el exgobernador de Durango, Ismael Hernández Deras, acusado de tener vínculos con el crimen organizado o malversación del dinero público como otros ex mandatarios hoy reunidos en la cárcel o prófugos de la justicia. Lo que hoy necesita el PRI son líderes jóvenes, con visión de futuro, que logren modificar los estatutos de un partido cuyo último candidato ni siquiera militaba en ese partido y que pagó caro su error al ser desplazado a un lejano tercer lugar con apenas 8 millones de votos (aproximadamente). Hace unos días, Alejandro Moreno Cárdenas, gobernador de Campeche, lanzó públicamente su candidatura con la convicción de “darle futuro” al Revolucionario Institucional. No cabe duda de que tiene con qué: trabajo, claridad de ideas y, principalmente, liderazgo nacional, que es lo que hoy requiere un partido que, sin duda, le urge refundarse y no refundirse. Por lo menos las encuestas al interior del PRI otorgan a Moreno Cárdenas“la punta” de las preferencias con 38 por ciento de intención del voto por encima del resto de precandidatos. “Es ahora o nunca”.



GOTITAS DE AGUA:


AHHH, pero para todo esto, el exgobernador de Oaxaca Ulises Ruiz, quien públicamente ha manifestado su deseo de convertirse en el nuevo dirigente nacional del PRI, tiene escasas posibilidades de lograr su objetivo, sin embargo, eso no significa que no desempeñe un papel en este proceso de renovación. Al interior del tricolor están convencidos de que Ruiz Ortiz será el gran agitador en los próximos meses. El controvertido político, nos comentan, utilizará todos los espacios públicos para atacar al gobernador de Campeche, Alejandro Moreno, a quien señala como el candidato del CEN, y al que acusa de utilizar su posición como mandatario para favorecer su propia agenda política. En este panorama, los priistas ven a Ulises en el papel de golpeador de “Alito”, la pregunta es si asumirá este rol para su propio beneficio o lo hará por un acuerdo con otro aspirante para favorecer al segundo. “Piensa mal y acertarás”.



UNA CHISPITA MÁS:


El PRI les debe su situación actual a muchos militantes... Pero sobre todo a uno: Enrique Peña Nieto. Este irresponsable no sólo robó a manos llenas dinero de la Federación y de los Estados para sus propias conveniencias personales y políticas. También protegió y liberó criminales, amenazó y acabó con periodistas. Nunca le interesó hacer un buen papel como presidente. Nunca le importó su país ni su pueblo; y por si fuera poco, no le importó ni que él mismo estuviera hundiendo a su partido político que lo puso en el poder. Ya de pasada, le dejó la mesa puesta a una amenaza para el país de diferente tipo: AMLO. Con todo eso, sin duda, Peña Nieto es EL PEOR PRESIDENTE en esta nueva era contemporánea que ha tenido México en muchísimos años (a reserva de que ese título se lo robe AMLO, que está haciendo esfuerzos desenfrenados para ello). Como siempre... ¿Quién paga todo? El pueblo... “Nos vemos el Lunes”…