¿QUIÉN SE ROBÓ MI QUESO?
Por Benjamín Bojórquez Olea 30 Abril 2019
SOBRE El CAMINO
Quien niegue la acción deletérea del miedo y no atiende a un componente fundamental de la política. En estos días que la veda política que abruptamente se ha levantado, el miedo no deriva entre nosotros ante un régimen federal sicosomático y autoritario que lo administra como arma disuasoria para obtener la sumisión de los gobernados. Más bien, la acción de este factor invisible – según lo llamaría falto de tolerancia en el que se – está perturbando el ánimo colectivo desde diversos ángulos. Los pobres e indigentes soportan a diario esa angustia que ferozmente arremete contra su subsistencia, mientras los sectores más favorecidos, grandes o chicos, se agitan porque ignoran qué destino tendrán sus ahorros e inversiones políticas de facto. El miedo a todo lo que se mueva se ha convertido por tanto en un instinto compartido, en una mezcla de resignación, ceguera y cálculo, que conmueve la percepción de nuestro porvenir inmediato. Esta es la amarga cosecha de una clase política que ha desgarrado por el faccionalismo que carece desde hace décadas los juegos políticos dentro de los partidos que no son la medicina adecuada derivado a esa amalgama de crecientes estatutos que rigen en Sinaloa, mucho menos de un pacto orgánicamente capaz de sostenerlo. Las denostaciones y los fragmentados personajes inclinarán sus energías con un solo objetivo, desmarcarse con un alto vinculo en el andamiaje de la nueva forma de hacer política. ¿Será posible salir de esta encerrona que no hace más que reproducir una decadencia política en Sinaloa? Hay al respecto diversas señales. La primera destaca dos incógnitas en el peronismo desde la cuna sinaloense: por un lado, el silencio estratégico de aquellos innombrables que forman parte de una sociedad cansada y limitada en argumentos sólidos y escasa concatenancia para alcanzar esa resonancia que le apuesta a la razón, sin embargo, las maniobras, aún en veremos, para armar una tercera vía entre cambiar el oficialismo y la oposición cerril de los partidos incluyendo a Morena y sus múltiples detractores. Si este vacío no encuentra algún ocupante responsable, capaz de obtener consenso, proseguirá el miedo a lo que vendrá y se acentuará la polarización. Sinaloa requiere en todos los niveles de gobierno ajustar ciertas responsabilidades, para que se gobierne con criterio y gobernabilidad, pero desafortunadamente el poder alterno y la realidad impiden que se transite por las mejores avenidas políticas de Sinaloa. Pero a estas incógnitas se suma el hecho no menos relevante de una profecía auto - cumplida debida a la inflación desbocada, que presentan escenarios con dramáticas fluctuaciones y, por fin, a los movimientos guiados por personajes alternos al poder, no midiendo los riesgos y los altos índices de desprecio, sino todo lo contrario, desestabilizar con encono ante secrecías y divisiones que limitan una campaña anticipada con nombres altamente conocidos en todas las esferas de la geografía sinaloense. Si ese apetito se pierde debido a la crisis política social del presente, la vuelta al pasado podría conservar atractivo. La puja entre pasado y presente está pues contaminada por lo que fue y dejó de ser, y por la hiriente actualidad que adquiere el flagelo de la nueva ola contemporánea. Quien logre librarse, aunque más no sea en una porción significativa, de sus respectivas contaminaciones podría cantar victoria en el 2021. El cambio de rumbo que acaba de poner en práctica el Gobierno se explica por esta exigencia. Ante todo esto, consiste en una estrategia de contención para amortiguar mayores daños mediante acuerdos políticos, por otra parte, los efectos negativos de un sistema electoral de comicios sucesivos que no da respiro.
GOTA Y CHISPA:
Es por eso que, hacer elecciones produce al contrario, en muy poco tiempo, un afiebrado ritmo. Si la crisis actual llegó a destiempo ello se debe, entre otros motivos, a que cambien sus estrategias. Al año siguiente llegará el desbarajuste para, de inmediato, entrar de lleno en el proceso electoral. Esta contradicción entre los tiempos económico y político no es tan evidente, ya que se ubican más allá de la megalópolis metropolitana ciudad de, Culiacán, Sinaloa. Si en esta cunde la incertidumbre, en los demás Municipios del estado se impone la certeza del reeleccionismo. Es lo que viene sucediendo en la mayoría de los casos y probablemente se confirme las desbandadas en los Ayuntamientos y en el ring incongruente del recinto legislativo. De no alcanzar dicha unidad, la probabilidad de que cambien pueda terciar en la contienda y podría mantenerse. Claro está: para ello es urgente que en los próximos meses la virtud de la gobernanza se acreciente y, gracias a ello, vaya descendiendo la marea del miedo y, por ende continuemos viendo desde las gradas políticas el cambio que se ha venido imprimiendo en Sinaloa. “Entonces, ¿Quién se robó mi queso?”. “Nos vemos el próximo jueves”…