Opinion

REVOCACIÓN A MODO…

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Por Benjamín Bojórquez Olea 18 Octubre 2019

SOBRE EL CAMINO

No nos hagamos tontos, toda intención lleva un objetivo, porque una cosa es el cochinero que dejaron los anteriores gobiernos y otra cosa muy diferente es gestar a Morena para que se instale prehispánicamente. Morena enfrenta el riesgo de confundir al partido y el gobierno como otros anteriores cuando alcanzaron la Presidencia. El dilema de ser el partido mayoritario y no lograr la construcción de su vida interna conforme a reglas comunes y funcionales a una coalición heterogénea, a la que une básicamente la popularidad de López Obrador y la expectativa de una estrategia exitosa para conservarlo a través de la revocación de mandato que aprobaron los senadores para lanzar la sucesión presidencial en 2022. De cara a su Congreso Nacional, hay quienes desde dentro creen que Morena debe mantenerse como la coalición electoral que surgió en la movilización de la segunda candidatura de López Obrador en 2012, luego de acusar que otra vez le habían arrebatado el triunfo. Incluso, les parece conveniente la flexibilidad para ampliar alianzas con otros partidos ante el desgaste hacia las elecciones de 2021 por el impacto de los resultados del gobierno y la necesidad de pactar en el Congreso para enfrentar la segunda mitad de la administración sin mayoría en caso de perderla. De frente tiene la posibilidad de que avance un frente opositor de las fuerzas más grandes contra Morena para evitar que controle el Congreso y refrende la Presidencia. Las posiciones más prácticas pugnan por configurarlo como “maquinaria electoral” y abrir el terreno a candidaturas externas ante la falta de liderazgos, a través del método de encuesta. Es el camino que alumbra su jefe máximo y que aspirantes a la dirección, como Mario Delgado, piden “escuchar”, después de que amenazara con abandonar el partido que fundó “si se echa a perder”. Desde su paso por la presidencia del PRD antes llegar al gobierno de la CDMX, López Obrador mantiene la idea de que los partidos son esencialmente corruptos y apuesta por la movilización —campaña— permanente, como ahora posibilita la revocación de mandatado antes de la sucesión. En el cuarto año suele asomar el desgaste del ejercicio del poder y cae la popularidad presidencial, la principal fortaleza electoral de Morena con la robusta aprobación de su líder. Para otras corrientes, la convocatoria a elección es una oportunidad para construir la palanca transformadora de la 4T, como el grupo de los “puros” o “fundadores”, que tienen el predominio de la operación territorial. No obstante, las asambleas distritales para elegir a 280 consejeros que votarán al presidente nacional arrancaron con denuncias de viejas prácticas irregulares, como acarreo y coacción del voto, vicios en el padrón, tal y como ha sucedido en Sinaloa, intervención de los “súper-delegados” del gobierno en los estados e, incluso, violencia en Jalisco y Zacatecas. La batalla interna sirve para sostener la tesis sobre la incapacidad de convertir el movimiento de Morena en un partido de cuadros, estructura y reglas para su funcionamiento o al menos que no está listo.

GOTA Y CHISPA:

Pero los pronunciamientos sobre el proceso son confusos. Por un lado, su presidente Yeidckol Polevnsky anuncia que se postergará, y por otro, que la decisión se analizará en la Comisión de Honor y Justicia partidista ante irregularidades que distan de la promesa de construir un partido diferente a los otros. Aunque la dirigencia ni la comisión tienen facultades para detener el proceso, cuya convocatoria fue sancionada por el Tribunal Electoral, tendrían que llamar a un congreso extraordinario para modificar el método de elección (encuesta) o diferir la Asamblea Nacional. También en la elección pesa el criterio del Tribunal sobre la prohibición estatutaria de reelección de dirigentes para la actual renovación interna, que dejaría fuera a la propia presidente de Morena, y a otra aspirante, Bertha Luján. El primer proceso de Morena podría acabar en impugnación en tribunales. Ante ese escenario, es posible que crean que, al menos, la revocación de mandato les permitiría lanzar una campaña de reposicionamiento del gobierno y sus resultados para transferir la popularidad de López Obrador a las urnas en 2024. Pero eso es mucha futurología. Quiero imaginar que Morena en Sinaloa cruza sus dedos, ya que su debilitamiento se acelera, y pues hay que crear barreras que les permita seguir dando atole con el dedo. Considero que no tienen vergüenza, ya que según ellos la libertad y la democracia son primero, si es primero, pero para ellos. ¿Será que están probando como instalarse en el poder tal y como ha ocurrido en otros países de América Latina, y para lograrlo simulan y mienten, cambian las leyes a modos operandi y utilizan la demagogia y la perversidad a costa de una emoción? ¿Será que los morenistas sinaloenses estén agazapados y ya les gustó vivir del erario? Digo esto, porque entre simpatizantes y aprovechados, están llenos los panteones. “Nos vemos el Lunes”…