¿A qué ángel se ha encomendado? ¿Qué ha hecho el señor alcalde de la capital sinaloense ante esta pandemia? ¿Cómo calificas su gobierno? ¿A poco el señor déspota de la ciudad más importante de Sinaloa ha mejorado a Culiacán y socialmente mantiene una unidad que hoy se requiere? Es innegable la poca relatividad para emitir un mensaje a como hemos estado acostumbrados por este alcalde que desprecia la solidaridad y mantiene ocupados a la gran parte de la sociedad con nimiedades que distan de un auténtico loco originario de la sindicatura de Culiacancito. Eventualmente, a todos nos llega una gran oportunidad en la vida, algo que está destinado a cambiar radicalmente el curso de nuestras vidas y en algunos casos, tiene tanto poder, que es capaz de influir en los destinos de un millón de habitantes. Sin embargo, cuando esta oportunidad llega, ya es tarde para comenzar a prepararse, por lo que suele perderse inexorablemente en el universo de los “hubieras” u “ocurrencias”. Y lejos de materializarla de manera positiva, termina siendo, nuestro más grande lastre, un estigma que nos anula, que nos extingue, que nos marca de por vida. Jesús Estrada Ferreiro es el claro ejemplo de ello. Veamos por qué. Este personaje mencionado es arrogante, de lucha quizás, con intenciones inherentes, que cuando habla transmite su fe absoluta. Es un hombre que llegó muy de repente, uno de los más grandes honores que un Culiacanense pudiera tener, gobernar a nuestra maravillosa ciudad, pero llegó también por un desprecio social hacia plataformas soslayadas por la idiosincrasia y mesianismos impuros. Para desgracia suya, no ha sido el arquitecto de la posición, sino que la posición se la está devorando en el limbo del poder, para el que comenzó a prepararse, cuando ya era muy tarde. Y es que, no solamente fue la coyuntura de un fenómeno llamado AMLO, lo que le tendió la cama para llegar tan alto y tan de repente, sino que las circunstancias posteriores, se acomodaron de tal forma, que pudiera ser él, quien reivindicara de una vez por todas al servidor público, y por qué no, también, dignificar la lucha de las mujeres y hombres, de la que él, se dice ser parte de los equilibrios autóctonos. Se apropió de un discurso de reconciliación, pero jamás quiso comprender, que la reconciliación de un pueblo u capital con su gobierno, solo puede darse a través del bienestar económico y social, aquel que trasciende la barrera infame de la retórica política. A Estrada Ferreiro, el azar le repartió la carta más deseada, una carta, que ni siquiera ha querido jugar, la carta de la buena bonanza, la carta de gobernar y administrar un municipio cargado de necesidades públicas, la carta de la solidaridad, la carta de la comprensión, la carta de inyección económica de la ciudad más importante del estado de Sinaloa. Se le alinearon los astros, cohabitando en el poder, limitado y encerrado en sus egos y en su sed por dominar con la hoz en mano. Se tropezó con un cabildo que, salvo contadas excepciones, se parece más a un borracho parado junto a un poste de luz en la calle, solo para apoyarse y no para iluminarse. Pero sobre todas las cosas, se encontró, con un pueblo sediento de justicia, que exudaba esperanza en cada suspiro y que se había colmado el alma a la espera de que nuestro súper Presidente, asumiera ese liderazgo, y que en realidad, sigue vacante hasta la fecha que asumió el trofeo… Se sigue dando el lujo, de perder ya más de un año entre la vanidad y el desprecio por la historia, que, en este preciso momento, la tiene en la ignominia. Sin embargo, a veces me pregunto, a qué ángel se ha encomendado o a quién le cae tan bien allá arriba, muy arriba, que la vida le ha puesto otra situación al límite, no solo para reivindicarse y tomar las riendas del puesto, sino para erigirse como ese gran líder que está destinado a ser. Llegó el COVID-19, con los brazos abiertos para darle el espaldarazo total, un virus que, si no contagió al alcalde Ferreiro de manera orgánica, si le dio un golpe brutal a su discernimiento, pues le puso palabras en la boca que, si Estrada Ferreiro hubiera tenido capacidad de reacción, habrían sido más que suficientes, para dar un manotazo sobre la mesa de forma descomunal. Hoy Culiacán se encuentra adolorido y, quizás también, ante un colapso que si bien se puede evitar por la conducta de la sociedad, este señor déspota pudo salir con esa firmeza que le caracteriza para que de forma enérgica haya emitido un mensaje contundente y conjugar acciones y estrategias que han quedado en el olvido. No lo vio así, no pudo o no quiso poder… Pero eso sí, listo para romper listones.
GOTA Y CHISPA:
Lo cierto es que no quiso utilizar un entorno complejo, difícil, pero precisamente, adónde con suficiente motivación y pasión, el ser humano despliega su creatividad y su inteligencia al máximo y es capaz de generar una visión ilusionante. Adonde todos comparten ideas y no se la pasan preguntándose el por qué de los problemas, sino el qué podemos hacer todos juntos, para crear un futuro mejor. Pero, lejos de contagiar una visión, ha esparcido algo muy peligroso, la apatía; una apatía que se respira en cada dependencia, oficina y funcionarios, que se sienten en la orfandad por la falta de un verdadero liderazgo. No hay ideas y sí, muchos pretextos. Nadie se atreve a decirle que, si en más de año y medio de gobierno no ha conseguido las cosas, no es por falta de concatenancia, sino por falta de disciplina, de voluntad y acción… Porque ha elegido victimizarse, para no reconocer esos errores que ufanan criterios magnánimos. No se ha dado cuenta, que el futuro no es algo que se encontrará tan fácilmente, como se encontró una candidatura impulsada por el Nitro de AMLO, un nitro que prácticamente se está extinguiendo. Se aferra a un libreto, que dudo sea completamente una creación de él, y sí, de quienes, al hablarle al oído, lo han llevado a conseguir todo lo que en sus adentros, él no quería conseguir...Repudio. No se da cuenta, que la mayor distancia hacia sus objetivos, no es la sociedad ni los medios ni su cabildo, ni siquiera los funcionarios que han dejado mucho que desear, sino él mismo. El ocaso de su administración comienza a asomarse, a tenderle los primeros metros hacia la puerta de salida, se siente ya ese aire otoñal que sopla con suavidad, pero desata un frío que, si bien no congela, aterra. No quiso y no ha querido aprovechar un desafío como el covid-19, para llevar a cabo un liderazgo transformador, conciliador, innovador, pero, sobre todo, disruptivo. No ha querido comprender que el tiempo de aquellos que le grillan la cabeza, había de pasar, pero los deja seguir pasando. Olvida, que cuando la ciencia está ausente de los políticos, el desastre está anunciado… Mucha suerte señor Presidente, en esta segunda mitad de su mandato, le deseo que se encienda ese fuego en su corazón, que lo haga poner a la inteligencia al servicio del corazón, en beneficio de todas y todos los Culiacanenses. Hoy más que nunca, se busca Presidente…lo necesitamos, hay tiempo, creemos. “Nos vemos Mañana”…