¿Si Vis Pacem Para “Abrazus”? Cuando los Derechos Humanos son Usados de Pretexto
Por Carlos Flores Pompa 01 Junio 2022
La Plomada
El fin de semana pasado el
presidente Andrés Manuel López Obrador visitó Sinaloa con la finalidad de
supervisar de forma personal el avance de obras; tanto las reuniones como la
mañanera transcurrieron de forma tranquila y sin por menores, sin embargo, el
sábado el presidente se movilizo hacía un evento del programa sembrando vidas
en la comunidad serrana de los Ojuelos Chihuahua al que viajó por vía aérea,
mandando a la prensa oficial y no oficial por carretera donde tuvieron la mala
fortuna de toparse con un retén de civiles fuertemente armados en vehículos
particulares que supuestamente custodiaban el lugar donde se llevaría a cabo el
evento, dicho suceso ocasionó cuestionamientos al primer mandatario sobre la
situación del país en materia de seguridad a lo que solo respondió “yo no soy
Calderón” y se fue.
Lo que ocurrió en el trayecto al
evento de sembrando vida de este sábado,
junto con muchos más que ocurren día a día en nuestro país, hace poner en duda
la efectividad de la estrategia de seguridad de la cuarta transformación,
añadiendo a ello declaraciones hechas por el Presidente de México como “la
delincuencia organizada se portó bien” al día siguiente de una jornada
electoral infestada de señalamientos de intervención de grupos armados
movilizándose para alterar el resultado de las elecciones, declaraciones como
“nosotros cuidamos a los delincuentes porque también son seres humanos” después
de imágenes difundidas donde camionetas con civiles armados que hacen huir y
persiguen a elementos del Ejército y Guardia Nacional abonan a la percepción de
que las bandas delincuenciales son las que mandan en el país, sin que exista una
autoridad capaz de frenarlos.
Algo que preocupa enormemente es
el uso de la retórica institucional oficial para cambiar el sentido y
significado de las cosas, así como de los sucesos, aprovechándose del
desconocimiento que la mayor parte de la ciudadanía tiene en materia de
seguridad pública, derechos humanos, derecho penal, entre otros tópicos, que
solo quienes se desenvuelven en esas áreas, ya sea por trabajo, profesión o de
forma académica conocen; dejando a quienes no se encuentran en dicha situación
a merced de las falacias o interpretaciones a conveniencia que justifiquen los
errores o inacciones por parte de las autoridades responsables de
salvaguardarnos.
Para ilustrar un poco lo
anterior, se analizará el suceso de la
persecución de elementos del Ejército y Guardia Nacional por parte de civiles
armados, seguido de los argumentos presidenciales donde sostiene que cuida a
los delincuentes por ser también seres humanos, el Secretario de la Defensa
Nacional de igual manera argumenta que por instrucción del señor presidente de
la república se abstienen de confrontar, precisamente para evitar muertes o
lesiones innecesarias, respetando los derechos humanos de todas las personas,
hecho que resulta no ser del todo preciso y tiende a confundir a aquellos que
no están familiarizados con los conceptos de las áreas de seguridad, justicia o
derechos humanos, habrá incluso quienes lo encuentren lógico, sin embargo, aquí
se juega con el desconocimiento de las personas a favor de la omisión de
nuestras autoridades, ya que ignoran que las mismas leyes y protocolos oficiales de
actuación prevén el uso de la fuerza necesaria suficiente para neutralizar
amenazas a la sociedad o en el cumplimiento y ejercicio del deber, facultando
incluso hasta el grado de excluir como delito o justificar el privar de la vida
a otro en aras de restablecer el orden bajo el imperio de la ley, sin que ello
vulnere los derechos humanos de los delincuentes, dicho de otra forma y en
jerga coloquial, “le pueden entrar perfectamente a los catorrazos sin problema
de vulnerar los derechos de los maleantes”, a no ser claro, que la orden sea no
molestarlos y dejarlos trabajar a gusto.
Cualquier elemento de las fuerzas
armadas sea Ejercito o Marina, así como de los cuerpos civiles de seguridad
pública federal como la Guardia Nacional, estatales o municipales como el resto
de las policías locales no incurrirían en ninguna violación a los derechos
humanos si observan en su actuar las situaciones previstas y los procedimientos
establecidos dentro de los protocolos de actuación donde la legislación
justifica su actuar bajo diferentes figuras jurídicas como lo son: Legítima defensa;
estado de necesidad; y el cumplimiento
de un deber o ejercicio de un derecho, por lo que el actuar de las fuerzas del
orden están a salvo de violaciones insistiendo en que siempre y cuando se
cumplan las situaciones y procedimientos establecidos en dichos protocolos.
Las cifras de desaparecidos,
feminicidios, homicidios y hechos violentos en lo que va de este sexenio que
superan los números de todos los anteriores, son prueba de que la inacción de
nuestras autoridades lejos de reducir de la violencia la alienta,
envalentonando a los delincuentes bajo una premisa falsa de elevar su moral
ante el hecho de haber logrado que nuestras policías y fuerzas armadas huyan de
ellos, alentando traspasar cada vez más los límites de transgresión a la
sociedad; por ejemplo: Si un padre de familia ve que sus hijos discuten y no
actúa, en unos minutos dejaran de discutir y empezarán a gritarse, si continúa
sin actuar, los hermanos pasaran de los gritos a los empujones, si en ese grado
el progenitor permanece omiso en su intervención, de los empujones pasarán a
los golpes e ira escalando gradualmente hasta que la autoridad del hogar
personificada en el padre decida ejercer su papel como garante del orden
familiar entre sus miembros.
No hay pretexto valido para que
nuestras fuerzas armadas y policiales dejen de cumplir con el deber jurado y su
propósito de existir, la falacia de justificar la inacción de nuestras autoridades
aduciendo la protección de derechos humanos, se cae por si sola ante el
conocimiento y lectura de nuestras leyes, ojalá los más altos mandos de las
instituciones encargadas de la seguridad
y el establecimiento y cuidado del
orden constitucional y social recapaciten en cuanto a al poder e inercia que
están otorgando al crimen organizado, de lo contrario podríamos agravar la
crisis de seguridad que hoy se tiene aunque se oculte o minimice mediante el
uso de propaganda institucional.