SIMILITUD ITALIANA
Por Benjamín Bojórquez Olea 03 Enero 2019
SOBRE El CAMINO
Ambos, Benito Mussolini y Rafael Moreno eran muy ambiciosos: Les explico… En su biografía clásica Mussolini, Denis Mack Smith avanza la tesis de que el fascismo italiano no fue tanto una ideología, sino una táctica para alcanzar el poder. Sobre un cambio de rumbo, en 1919, escribe: “los fascistas habían fallado como movimiento izquierdista, pero podrían tener mayor suerte como derechistas”. Esto es sólo un momento, entre muchos, cuando la carrera del dictador italiano nos podría hacer pensar en la de Rafael Moreno Valle Rosas, uno de los más célebres "chapulines" de la época de la alternancia, quien dejó el PRI por el PAN cuando el primero le negó una candidatura para el senado en 2006. Ambos, Benito Mussolini y Rafael Moreno planificaron desde su juventud volverse líderes. En su exageradamente publicitada autobiografía “La fuerza del cambio”, Moreno admite que, desde joven, ser Gobernador de Puebla “se convirtió en un objetivo de vida”. Los dos suprimieron la democracia electoral. El italiano cultivó un estado totalitario durante 21 años. El poblano cultivó un cacicazgo durante seis años (conteniendo cualquier disconformidad en el congreso del estado), lo perpetuó casi dos años más a través de su títere Tony Gali y estuvo a punto de extenderlo por otros seis con la ayuda de su esposa (elegida en medio de una ola de violencia y fraude). Una vez más. Puebla iba a ser un baluarte político-económico para las aspiraciones presidenciales de Moreno Valle en 2024. Los dos suprimieron la libertad de la prensa. Mussolini, periodista antes de que fuera político, conocía bien el poder de la palabra. Moreno Valle instituyó el notorio “tripack”: Si un medio no lo apoyaba, sufría un boicot publicitario no sólo de su gobierno sino también del Ayuntamiento de Puebla y de la universidad estatal. Ambos otorgaron grandes subvenciones a diarios que festejaban sus actos. Los dos utilizaron el espionaje telefónico para monitorear a congresistas. En el caso del poblano, esto fue confirmado al “New York Times” por directivos de la empresa italiana que le vendió el equipo. En cuanto a críticos de menor rango, ambos líderes convirtieron a muchos en presos políticos, más de cien en el caso poblano. Los dos creyeron que la violencia era una medida aceptable con fines políticos. Por supuesto, hubo una gran diferencia de grado, pero Moreno sí forzó la aprobación de una “Ley Bala” que permitió a sus fuerzas policiacas una mayor libertad en el uso de las armas. Y la crítica de que era una táctica para contener la protesta social se vio afirmada, poco después, cuando un niño de 13 años murió tras ser golpeado por una lata de gas lacrimógeno durante una marcha. Los dos eran llamativamente vanidosos. Mussolini solía rodearse de fotos de sí mismo y vetaba los retratos periodísticos que no le gustaban. Moreno también vetaba fotos que le disgustaban y cada año gastó cientos de millones del erario para promover sus logros, a menudo con imágenes que presentaron su sonriente cara. Los dos aún compartieron una cierta semblanza física, algo notable cuando parecían estar contemplando su propia grandeza.
GOTA Y CHISPA:
No todo su legado era desafortunado. Por ejemplo, los dos promovieron obras monumentalistas, como la Estación Central de Milán y el Colosseo Quadrato de Roma, o el Museo Internacional del Barroco y el remodelado Estadio Cuauhtémoc en Puebla. Que resultaron edificios bellos y de renombre, no quita del hecho de que también resultaron monumentos al ego de quien los impulsó mientras gran parte de su pueblo seguía siendo pobre. Aunque (a diferencia de otros 17 gobernadores recientes) no fue sujeto a una investigación criminal, el comportamiento caciquil de Rafael Moreno Valle constituye un buen argumento para una depuración del federalismo mexicano. Está por verse si los “súper-delegados” de AMLO son la respuesta correcta al autoritarismo provincial. Pero hay que hacer algo para frenar los instintos básicos de los ambiciosos autócratas por venir. “I say”. “Nos vemos Mañana”…