“TIERRA AJENA”.
Por Benjamín Bojórquez Olea 23 Octubre 2018
SOBRE El CAMINO
Las migraciones son normales. Si nos vamos a las raíces familiares de que cada uno de nosotros, no daremos cuenta que, efectivamente, “todos somos migrantes”. Esta premisa es importante reconocer porque de ahí parten muchos de los prejuicios, miedos y estereotipos que hoy tenemos respecto a quienes no comparten nuestro lugar de origen (cualquiera que éste sea). En el fenómeno migratorio de los últimos años, no sólo tenemos que los desplazamientos son más acelerados sino que también son en tramos más cortos. Lo cual significa que algunos migrantes se quedan con mayor facilidad en algunas ciudades. En este momento estamos viviendo una crisis humanitaria que es inevitable a raíz de la desigualdad y la inseguridad, principalmente, porque son motivos de la migración. Esta crisis se vuelve cada día más grave porque no se tiene capacidad de respuesta institucional, pero porque también hay pocas personas que en albergues, organizaciones civiles o a título personal están trabajando sobre cómo colaborar. Pero, sobre todo, porque hay muchos prejuicios alrededor de esto que hacen parecer a las migraciones como negativas para las comunidades receptoras porque “quitan trabajo”, “crean inseguridad”, o simplemente, “son incompatibles para la cultura local”. Todo esto es lo mismo que le pasa a los mexicanos y mexicanas en Estados Unidos… ¡y nos quejamos! Esto se contagia en las instituciones públicas. Por ejemplo, el Sexto Informe de Gobierno señala que se han llevado a cabo diferentes acciones de asistencia humanitaria en favor de los migrantes, sin embargo, lo que también nos revela el Informe es la visión que el Estado mexicano tiene sobre los migrantes, ya que las acciones que presume se encuentran bajo el título de ”Fortalecer la inteligencia del estado mexicano para identificar, prevenir y contrarrestar riesgos y amenazas a la seguridad nacional”, es decir, que hemos adoptado la misma filosofía que Donald Trump utiliza contra los mexicanos para discriminar y abusar de los migrantes en nuestro propio territorio, al considerarlos como “amenazas a la seguridad nacional”. Un claro ejemplo de esta política migratoria es, como lo documentó la BBC, que las autoridades migratorias mexicanas detuvieron a más de 138 mil menores migrantes durante la administración de Enrique Peña Nieto, 73 mil acompañados y 65 mil sin ninguna compañía, quienes fueron trasladados a alguna de las seis estaciones “concentradoras”. Tan sólo en Sinaloa tenemos cada vez más migrantes tanto mexicanos como extranjeros que se quedan. La respuesta a esta migración no debería ser poner un freno a algo que no tiene barrera alguna, sino determinar más medidas que permitan dar salida a esto y que encuentren área de oportunidad para el desarrollo de nuestro estado. Consideremos, por citar geográficamente, que Nuevo León y toda esa franja norte del país es pieza clave de la economía y como estado fronterizo podría en lugar de ver a la migración como algo indeseable, más bien como una fuerza social, cultural y económica para integrar este fenómeno en los planes de desarrollo. Porque está claro que en un mundo globalizado. “La migración llegó para quedarse”.
GOTITA Y CHISPITA:
Andrés Manuel López Obrador habló y pidió a sus aliados en Chiapas, “El Güero” Velasco y a Rutilio Escandón proteger a los migrantes hondureños que avanzan por la entidad. Hasta ahí bien. López Obrador pidió protección para los indocumentados de la frontera sur y ¿Los de la frontera norte? “Nada de mal trato con los migrantes centroamericanos, no queremos que ellos sufran lo que sufren nuestros compatriotas”, dijo el tabasqueño. Esperemos que con esa fuerza y determinación defienda a los connacionales ante la amenaza Trump. “Nos vemos Mañana”…