Transformar la educación…
Por Benjamín Bojórquez Olea 29 Marzo 2022
Sobre el Camino
Se debería atender la gestión escolar, la formación docente y propuesta de planes de estudio. Como todos sabemos, durante todo este mes de marzo y hasta el próximo 1 de abril se están llevando a cabo en todo el país, mesas de consulta sobre la propuesta -aún en proceso de construcción- del modelo curricular y los nuevos planes de estudios (sic), para la educación básica mexicana, convocados por la Secretaría de Educación Pública federal. He escrito ya en este espacio que este tipo de consultas parecen un “Deja vu”, algo que hemos vivido una y otra vez cuando los gobiernos de nuestro país han querido legitimar propuestas de cambio previamente decididas dando la apariencia de que estos cambios han surgido de las propuestas de los actores involucrados. La justificación de este cambio curricular -aún sin haber una evaluación rigurosa y consistente del nuevo modelo educativo que se instrumentó apenas en el 2017- se plantea en la página web de la SEP en estos términos: “…Transformar el currículo de la educación básica, es fundamental si queremos brindarle a nuestras niñas, niños y adolescentes las herramientas necesarias para construir un país y un mundo mejor”. Independientemente de que la prioridad para la educación en este momento del país en el que los expertos calculan una pérdida de aprendizajes equivalente hasta a tres años escolares en las regiones más marginadas, debiera ser una estrategia nacional bien diseñada y eficazmente instrumentada para la recuperación de esta trágica situación que afectará a las nuevas generaciones, en lugar de hacer un cambio en los planes y programas de estudio, considero necesario plantear una unidad de tres elementos que deberían considerarse para que tenga viabilidad esta propuesta. Porque como suele ocurrir, los cambios educativos que se proponen en nuestra realidad nacional, además de partir de la tendencia ideológica del gobierno en turno más que de un diagnóstico real de necesidades de formación de los futuros ciudadanos y de un análisis del contexto nacional y mundial en el que se encuentra enmarcado el proceso educativo, suelen pensarse de manera simplificadora. Normalmente se piensan como elementos independientes; por un lado, las propuestas de cambios de modelo educativo y de currículo, por otra parte -en el mejor de los casos como paso subsecuente al cambio curricular- la formación docente y de manera separada, la gestión escolar a la que normalmente se le concibe como una mera cuestión administrativa. Sin embargo, como plantea el epígrafe de hoy, resulta necesario en primer lugar, concebir la gestión escolar no como un proceso meramente administrativo sino como una tarea de gestión curricular, lo que implica “…situar el quehacer de la escuela en su esencia, en su objetivo. Implica, también, identificar la estructura como las relaciones institucionales, ofreciendo una lectura dinámica de la realidad social de la escuela”. No basta pues con proponer una nueva estructura curricular, una nueva organización de los contenidos si no se piensa de manera simultánea en la forma en que estas enseñanzas y estos aprendizajes que se proponen se van a desarrollar en la institución escolar y para ello es indispensable replantear la forma de gestionar las escuelas, desde la visión de la gestión curricular y no de mera administración de una organización cualquiera y por supuesto, en la formación con la que cuentan y la formación que tendrán que adquirir los docentes y los estudiantes para poder llevar estas propuestas de cambio a las aulas. Porque como señala este artículo citado, los profesores y los mismos educandos cuando llegan a clase, disponen de una serie de saberes que se constituyen simultáneamente, en puentes para acceder a otros saberes más complejos y en obstáculos para dicho acceso, cuando no se crean las situaciones de enseñanza que promuevan la reconstrucción y reestructuración de los contenidos en nuevos niveles de expresión y asimilación. Tomar en cuenta estos saberes previos, tanto de profesores como de estudiantes resulta también indispensable para cualquier modificación curricular si se quiere que llegue a operar en la realidad escolar, puesto que toda propuesta curricular pasa por la mediación de los y las docentes y también es filtrada en su recepción por los saberes y experiencias previas de los educandos.
GOTITAS DE AGUA:
A partir de estos saberes previos de los profesores y profesoras, tendría que pensarse simultáneamente el tercer elemento, ya que la formación docente es indispensable para que lo que se plantea, lo cual el currículo operacional, es decir, a la forma en que se organizan las experiencias y procesos de aprendizaje que realmente ocurren en el aula. Independientemente de que no sea recomendable que existan reformas educativas y cambios curriculares cada seis años, que no toman en cuenta las reformas y currículos previos a partir de una evaluación seria, si se quiere que esta nueva propuesta de marco curricular y plan de estudios que propone el gobierno actual llegue a cambiar efectivamente la formación de los niños y adolescentes mexicanos, es necesario una gestión curricular, formación docente y propuesta de planes y programas de estudio viéndolos como los tres cimientos inseparablemente articulados para todo cambio educativo eficaz. Replantear una visión de largo plazo es un elemento indispensable para que este nuevo marco y estos nuevos programas no se queden en ideología, discurso y -dando el beneficio de la duda- buenas intenciones. Lamentablemente creo que este trabajo implica mucho más tiempo que los dos años escasos que le quedan a este sexenio, además de que esta visión compleja está ausente de este proceso de consulta y cambio curricular. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…