Un cáncer que hace metástasis...
Por Benjamín Bojórquez Olea 13 Julio 2023
SOBRE EL CAMINO
Como sociedad no podemos legitimar que la élite política burle las
normas ni se pase por el arco del triunfo las leyes electorales.
El 26 de
junio la Alianza va por México, conformada por los partidos PAN, PRI y
PRD, dio a conocer el método de selección de su candidato presidencial, el
cual definirá a la o él "responsable nacional de construir un
Frente Amplio por México". Dicho proceso, que culminará el 3 de
septiembre, es una respuesta a la ruta trazada por Morena en
la designación de su aspirante presidencial bajo el eufemismo de "coordinador
de la Defensa de la Transformación". Ambos procesos trasgreden la ley
electoral. La normatividad electoral establece que las precampañas se realicen
hasta la tercera semana de noviembre de este año.
Morenistas y
aliancistas opositores aprovechan lagunas legales para adelantar el calendario
electoral poniendo en predicamento al INE y al TEPJF.
Las actividades actuales tanto de Morena y sus aliados como de
la oposición aliancista son propias de una precampaña. Por tanto, son actos
anticipados de precampaña y son acciones ilícitas. La ley prevé sanciones,
según la gravedad o reiteración de la falta, que alcanzan desde la amonestación
pública o una multa económica, hasta perder el derecho a ser registrado como
candidato. Sin embargo, la ley aplica a partir de septiembre, fecha que da
inicio el proceso electoral, no antes. Como aún no se declara formalmente el
proceso hasta septiembre, no hay materia. Sin embargo, hay medidas cautelares
como la de no llamar al voto, ni para el aspirante ni para el partido. Quedan
en vilo también el uso de recursos económicos. ¿Se realizará una
fiscalización a modo o quedará en el limbo el origen y la aplicación de
recursos? A poco más de dos semanas algunas de las llamadas "corcholatas" han
prodigado cuantiosos gastos en espectaculares, bardas, pendones y propaganda en
camiones en todo el país.
¿Cuál es el
origen del dinero? Estamos
ante nuevas y viejas disyuntivas. Los partidos políticos se han especializado
en establecer leyes electorales en cada reforma para después violarlas. Sin
embargo, se evidencia que el pragmatismo político del poder debe tener límites.
El poder no se conquista no importa cómo, no importa con quién y mucho menos no
importa con cuánto. Morena con sus aliados y la oposición
aliancista amparan una postura electoral que daña al país. Quedan evidenciados
los partidos y la élite política, siendo los actores que conducen los destinos
de la nación. ¿Así toman decisiones de gobernabilidad con gazapos y
artificios? Surgen otras preguntas que desde hace años flotan en
la esfera pública: ¿Cuál es la relación entre la ética y los valores
con los principios de la política? Ese ejercicio de poder muchas
veces torcido por abusos es la antesala de la corrupción no solo del poder sino
de la sociedad.
Qué pasa
cuando las élites políticas carecen de ética, de valores, de visión y coraje
para hacer conducir la sociedad. El desencanto emerge, lo societal pierde
sentido y los ciudadanos pierden la paciencia.
El
uruguayo José Mujica lamenta el desvío de los principios
éticos de la clase política en la región y la seducción por los privilegios y
la corrupción por el dinero público. "El problema es que la actual
generación de políticos ha arruinado la relación entre la ética, los valores
sociales y el ejercicio de la representación política". Enrique
Dussel, filósofo argentino mexicano, experto en el tema, dice: "Padecemos
una generación de políticos en México que carecen de calidad ética. Buscan
enriquecerse y han naturalizado la corrupción al grado que se ha calificado,
desnaturalizando la sociedad".
Por tanto,
relación entre ética y política ha sido tensa. Su desvío nos conduce a la
impunidad y a la corrupción generalizada como un cáncer que hace metástasis en
todos los rincones sociales. La corrupción es la antesala de la violencia y la
inseguridad que hemos padecido hace lustros. Por ello, es importante no
banalizar el actual debate electoral.
GOTITAS DE
AGUA:
Como
sociedad no podemos legitimar que la élite política burle las normas ni se pase
por el arco del triunfo las leyes electorales. Estamos ante el riesgo de una
evidente pérdida de autoridad moral de los principales actores que conducen y
simbolizan el rumbo de la nación. O, ¿debemos aceptarlos con el
mismo cinismo pragmático? Sin acortar la responsabilidad del
ciudadano, la élite política tiene negado menoscabar el orden socialmente
establecido. Si es inoperante el artículo 226 de la Ley
General de Instituciones y Procedimientos Electorales (Legipe),
sobre precampañas y sus tiempos electorales, instituida en 2007,
pues hay que cambiarlo porque está rebasado o es obsoleto. Pero no truquear
para adelantarse de manera alevosa sobre los contrincantes. Esto es provocar un
claro desencuentro político y un diálogo de odio. México es un país más plural
y complejo, en donde la cultura común ya no es variable absoluta. Se requiere
fortalecer la ética política y mínimos valores comunes que faciliten la
convivencia y la construcción social. De lo contrario, lo hemos visto en otros
países, la decepción. "Si cierran la puerta, apaguen la
luz". "Nos vemos Mañana"...