Opinion

#UnDíaSinUstedes…

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Por Benjamín Bojórquez Olea 09 Marzo 2020

SOBRE EL CAMINO

Mujeres que han salido a reclamar el derecho a ser escuchadas. Aunque la libertad es un derecho básico, si se nace y crece en un entorno machista, al recorrer los caminos de la vida, la elección de decidir aún ahora para las mujeres, implica enfrentarse a situaciones complejas desde el seno familiar. Una mirada al pasado, muestra cómo se fue construyendo asumiendo un derecho de decidir en libertad e intentando no reproducir muchas situaciones consideradas “normales” en una sociedad tradicional, porque de fondo representan la opresión, la discriminación y la ausencia de libertad. Reconozco que mucho de lo que ahora verifico, ha sido producto de una rebeldía ante las injusticias que observé y que se relacionan con los derechos que tienen las mujeres. Este lunes 9 de marzo, nos recuerda la lucha histórica sistemática de muchas mujeres que han salido a reclamar el derecho a ser escuchadas, estableciendo demandas justas hacia una sociedad que aún en pleno siglo XXI, requiere de políticas públicas acordes con nuestra realidad a partir de acuerdos sociales diferentes y a través de entramados sociales sustentados en la apertura a la tolerancia y al respeto, así como a la urgencia del establecimiento de marcos legales efectivos de protección a la vida. No se puede negar lo mucho que los movimientos feministas han logrado, resinificando comportamientos y conductas que naturalizaban sin resistencias, porque estaban dadas como aprobadas y legitimadas socialmente. Es importante también recordar que se han destacado en los últimos tiempos cuatro exigencias centrales del feminismo: el derecho al aborto legal, el respeto a la orientación sexual, la justicia para víctimas de feminicidios y no más violencia de género en centros de trabajo e instituciones. El paro nacional convocado para hoy 9 de marzo en todo el país y por primera vez en México #UnDiaSinNosotras, fue promovido por distintas organizaciones y colectivos como respuesta a un mal social actual provocado por la descomposición social, la pérdida de valores, la violencia ante la indiferencia, la intolerancia, la falta de acciones concretas y contundentes sobre el valor de la mujer en nuestro país y la violencia de género que se vive cotidianamente en México. No se puede seguir permitiendo una realidad en el que las niñas y las mujeres no se sientan seguras, en el que la igualdad sea una ilusión, en el que la violencia como lo confirman las estadísticas, esté presente en el acoso, en la explotación, en los feminicidios, las desapariciones o la trata de mujeres y de niñas. Esta violencia es injustificable y la única respuesta que exigen las mujeres unidas es que se aplique el estado de derecho. Modificar de una vez este andamiaje cultural que se ha preservado a lo largo de muchos sexenios, donde la corrupción y la impunidad siguen existiendo y en donde las condiciones de desigualdad de género sea uno de los temas principales en la agenda pública. También la violencia plantea una interrogante frontal a los hombres formados en un sistema cultural hetero patriarcal, que es urgente examinar y resignificar. Reconocer el micro-machismo, entendidos como aquel conjunto de conductas aprendidas en entornos cotidianos que reproducen la violencia y que al ser desarrolladas están normalizadas. Por eso se requiere de la apertura de espacios colectivos para visibilizar y dialogar estas actitudes, porque casi de manera inadvertida, tanto hombres como mujeres se reprodece un sistema cultural que está arraigado y que genera mucha de la actual desigualdad de género. Por tal razón, las masculinidades tradicionales dominantes no pueden seguir siendo promovidas en los diversos espacios de socialización, es necesario construir las otras o nuevas masculinidades, para la deconstrucción de las violencias, tanto de manera individual como colectiva. La construcción del género masculino tradicional se realiza en diversos espacios de socialización, por ejemplo en la crianza de los hogares , en donde se siguen reproduciendo el reparto desigual de poderes y responsabilidades, cuando es posible el empoderamiento de las mujeres favoreciendo el paso de los modelos hetero patriarcales familiares a los modelos democráticos donde se aprendan, trasfieran valores culturales y morales de reconocimiento y pertenencia que favorezcan la equidad de género, así como la renuncia y la identificación libre de estereotipos mediante ciertas acciones y de participación en igualdad.

GOTA Y CHISPA:

Esta construcción de las nuevas u otras masculinidades, deben de considerarse dentro de la agenda educativa, porque también en la escuela se institucionalizan las masculinidades tradicionales y se normalizan actitudes o estereotipos que distinguen y subordinan lo femenino de lo masculino. Hoy, las mujeres en diferentes escenarios realizan actividades en espacios dedicados a reflexionar y a dialogar sobre la equidad de género y las nuevas masculinidades. Así que se debe de demandar, pero también actuar en nuestros pequeños o grandes espacios de vida cotidiana, buscando la transformación de las relaciones sociales existentes en relaciones más igualitarias, hoy es el momento para reflexionar nuestra propia relación con las violencias normalizadas, en la posibilidad de favorecer masculinidades alternas analizando y eligiendo otras conductas, características y actitudes nuevas, siempre en libertad y ejerciendo el derecho a elegir, considerando que todos los seres humanos somos iguales en dignidad y derechos. Si quieren ser libres, seguir vivas y no tener miedo, todas las mujeres deben de continuar defendiendo unidas lo que quieren, tanto en caminos colectivos como en senderos individuales. “Nos vemos Mañana”…