Opinion

Violencia doméstica: un riesgo más del COVID-19

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Por Alex Méndez 21 Abril 2020

Conciencia ciudadana

Tuve una infancia relativamente normal. Afortunadamente, fui un niño cercano a mis padres y me dedicaba a jugar e ir a la escuela. Pero existen realidades que no debemos olvidar, donde la violencia y el abuso rigen las relaciones familiares, ocasionando daños irreparables en todos sus integrantes, principalmente en mujeres, niñas y niños.

Pensar en el dolor y la tristeza de las personas que son víctimas del incremento de la violencia doméstica a causa del confinamiento en casa por el COVID-19, me ha llevado a dedicarles este artículo.

En mi columna anterior hablé sobre la importancia de la familia en tiempos de la emergencia sanitaria, y mencioné la relevancia de tomar en cuenta las medidas de prevención emitidas por las autoridades, con el fin de mitigar lo más posible los efectos negativos de la pandemia en las familias mexicanas.

Como promotor de las medidas de prevención, estoy consciente de que muchos mexicanos están en peligro de perder sus vidas si salen de manera normal a las calles, por lo que deben permanecer en casa. Sin embargo, derivado de la contingencia sanitaria, se ha suscitado un nuevo fenómeno que debe ser atendido de manera urgente: un sustancial incremento de la violencia intrafamiliar a consecuencia del confinamiento, el estrés y las presiones económicas y sociales.

¿Qué es la violencia doméstica? Unicef la define como el maltrato que viven mujeres, niñas, niños o cualquier integrante de una familia, a manos de otro miembro de la familia o de una persona con la que se tenga una relación íntima, y se manifiesta a través de violencia psicológica, sexual, agresiones físicas o maltrato económico. Esto suena paradójico, ya que en el lugar donde nos deberíamos sentir más seguros es en el hogar.

Frente a esta grave situación, en días pasados António Guterres, secretario general de la ONU, pidió adoptar medidas para combatir la violencia doméstica a nivel mundial, un tema que debe abordarse con total seriedad a la par de la erradicación del COVID-19. Hoy la sociedad está a prueba y es el momento perfecto para elaborar un plan de acción que genere los cambios necesarios para construir un mundo mejor, con resultados rápidos y eficientes.

En México, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el 2019 se registraron 718,019 llamadas al 911 relacionadas con la violencia familiar. Sin embargo, solo en el primer bimestre del 2020 hubo 105,356 llamadas, un incremento alarmante, que preocupa aún más si se toma en cuenta la gran cantidad de abusos que no se denuncian.

La solución del problema no solo debe estar en los gobiernos, sino que involucra de manera directa a toda la sociedad. Garantizar el respeto a los derechos de las mujeres, así como de las niñas y los niños es parte fundamental para la reconstrucción del tejido social y familiar.

Frente a este fenómeno, es importante también darle su justa dimensión y crédito a los DIF estatales, los cuales han jugado un rol fundamental en la generación de estrategias y planes de acción para el combate a la violencia doméstica. Ejemplo de ello ha sido la publicación del decálogo “Hagamos un buen trato en familia”, así como la habilitación de líneas de ayuda para la atención a víctimas y apoyo emocional, entre otras acciones.

De igual manera, las mujeres que estén viviendo una situación de violencia intrafamiliar pueden comunicarse a la Red Nacional de Refugios al número 01 800 822 4460 para solicitar ayuda. Esta red ha lanzado recientemente la campaña “Aislamiento Sin Violencia. No Estás Sola”, en la que se alienta a la sociedad a denunciar y apoyar a quienes viven en esta situación.

Los mexicanos buenos somos más y es importante que sigamos fomentando el respeto en las familias y en las relaciones de pareja. Generemos lazos fuertes y una comunicación estrecha entre padres e hijos. Promovamos actividades saludables en familia. Vivamos relaciones familiares sanas para construir juntos una nueva cultura de paz.
 
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Alexandro Méndez es jefe de oficina de Recaudación zona norte en SATES. Es maestro en Administración Pública y doctorando en Administración Pública por la Universidad Anáhuac del Norte. Es profesor de asignatura en la maestría en Administración Pública de la Universidad Tecnológica de México.