Demasiado avión para tan magro piloto. Nadie me quita la idea de que la máxima autoridad de este país pactó con los hombres más poderosos (el poder hegemónico) para gobernar poco tiempo. Nadie, en sus cinco sentidos, cometería tantos yerros, todos los días, cada semana, mes con mes, como lo ha hecho el líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). El objetivo es desilusionar a los mexicanos de un solo golpe, de lo que es la “izquierda”, el “socialismo”, la “República del Amor”; el fin primordial es destrozar el sueño, el vuelo, de quienes votaron por él. Y la máxima autoridad política de México lo está consiguiendo de forma acelerada. No son pocos los amigos, intelectuales, artistas, académicos, gente de la sociedad civil, hombres y mujeres del campo que comienzan a marcar una sana distancia con Morena y su Cuarta Transformación. No es vacilada, no es cotorreo, no se trata de mofarse de alguien. Es una triste realidad, simple y llanamente. El creador de la Cuarta Transformación está haciendo hasta lo imposible para hacer ver que su Movimiento es un fracaso, una escenografía, un teatro, una caricatura. Hasta la gente de la izquierda lo percibe. Los mexicanos han visto y escuchado cosas demasiado extrañas en esta autoridad, desde lo más cómico hasta lo más ridículo, desde verse “coronado” con panes y bolillos hasta decir que se va a rifar el avión presidencial en seis millones de cachitos. La gente ya no se ríe de sus ocurrencias, de sus chistes, de sus expresiones; a los mexicanos ya les comienza a preocupar en manos de quien han depositado el presente y futuro de sus hijos. Los mexicanos, sobre todo los más humildes, los más pobres, los más necesitados, ya no se tragan tan fácilmente los engaños de un Mandatario que dice una cosa y termina haciendo lo contrario. “Hay que ser humildes”, aunque mi Junior viaje por todo el mundo y tenga a su hijo en Houston, Estados Unidos; “vamos a ser austeros”, aunque se esté tirando el dinero de los mexicanos en cosas superfluas. Los poderosos de este país mantuvieron en la cima de la gloria a los políticos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) por más de 70 años; después le dieron oportunidad al Partido Acción Nacional (PAN) para gobernar doce años seguidos. Después, por extrañas circunstancias, quizá vinculadas con el crimen organizado -porque malestar social no había-, hicieron a un lado la bandera blanquiazul para regresar a Los Pinos a la tricolor, con Enrique Peña Nieto. Pero a la izquierda radical le urgía ventilar la podredumbre de un gobierno federal y de unas administraciones estatales (Veracruz, Quintana Roo) que se burlaron de todo un pueblo, con los excesos de corrupción. El descontento social fue tan grande, como grande fue el sarcasmo de los políticos; por eso, nada ni nadie pudo detener a un Movimiento de Esperanza que se dijo capaz de enderezar entuertos. La oligarquía económica no pudo hacer otra cosa más que darle gusto a un pueblo atormentado: poner a su líder moral en las entrañas de Palacio Nacional. Cumplieron el capricho de la gente de “izquierda”. No había otra opción. A fin de cuentas, los que gobiernan y toman las decisiones torales en este país no son los partidos, no son los movimientos, no son las ideologías ni las doctrinas. Es el dinero. Para la gente del poder hegemónico, que son los que auténticamente representan al “sistema”, lo mismo da que gobiernen los azules, los tricolores o los marrones. Todos son sus lacayos. Lo cierto es que unos gobiernan mejor que otros; otros cometen menos burradas; unos disimulan su escasa inteligencia; otros navegan con bandera de pendetontos. Unos hacen reír un tanto más a los gobernados. Hasta que llega el hartazgo.
GOTA Y CHISPA:
Al mexicano se le puede hacer reír un rato y va a aplaudir a rabiar, porque ríe hasta de su propia desgracia; no obstante, cuando termine de festinar, más vale guardar distancia. Después de la euforia vendrá la calma, y si el chiste deja de gustar viene el descontento, el malestar, la rabia (por haber pagado boleto) y con toda seguridad, llegarán las mentadas de madre. Alguien se podrá burlar del mexicano una vez, dos, tres veces… pero que no se excedan ni se burlen de su inteligencia porque los timadores sabrán lo que es estar sentado en un nopal. Tirar a la basura un aeropuerto de talla internacional y cambiarlo por uno que pondrá en riesgo la vida y economía de cientos de personas, es una burla; defender la opulencia de tus hijos y exigir a la población vivir en la austeridad, es una verdadera ofensa. Quitar, reducir, cobrar servicios médicos básicos a los mexicanos más pobres y vulnerables cuando como gobernante tú y tus hijos son atendidos en las mejores clínicas de Estados Unidos, es una patada en los (…) Decir, con toda la seriedad del mundo, que el avión presidencial ahora se va a poner en rifa, y que se pondrán a la venta seis millones de cachitos de a 500 pesos, no es ni un insulto, ni una tontería, ni una locura ni un chiste. Es una muestra de que ya no se quiere gobernar. Es demostrar que tu gobierno te tiene hasta la madrugada, es decir, que los mexicanos no valemos nada; es convertir la política digna en una carpa de circo; es corroborar que el gobierno está pactado para pocos años. Que no dará para más. Ningún mexicano permitirá que se le siga dando “el avionazo”, venga de quien venga, aún se trate del Presidente de la República. La sorna y la mentira deben parar. Que quede claro para los seguidores de López Obrador: La verdad ha sido develada. El teatro perdió el interés de pueblo. La obra llegará a su fin. El avión es enorme y el piloto muy, pero muy inexperto. Al parecer, no da para más. “Nos vemos Mañana”…