Opinion

Yo sí quiero un nuevo aeropuerto

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Por Anabella Pezet 24 Mayo 2018

La discusión por la construcción del nuevo aeropuerto en México ha sometido a un profundo debate a la cúpula política y empresarial. El candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador ha dicho que, de llegar a la Presidencia de la República, cancelaría dicha construcción.

No es un tema menor, el proyecto del aeropuerto tiene una inversión programada de 186 mil millones de pesos, y una generación de empleos de más de 160 mil, hasta llegar a 500 mil, cuando se ponga en marcha. Sería el principal generador de empleos en América Latina, así de simple.

“En mi vida he visto un proyecto que pueda tener tanto impacto económico en un área como lo es el Nuevo Aeropuerto. Es un gran detonador, sólo lo puedo comparar con el Canal de Panamá”, señaló el ingeniero Carlos Slim, durante una conferencia de prensa de casi dos horas.

Yo no sé usted, pero yo sí quiero un nuevo aeropuerto. ¿Por qué? Porque quiero tener un aeropuerto digno y a la altura de un país tan grande como lo es México. Nuestro país es la primera economía de los países hispanos, la segunda en América Latina, y la treceava más grande de todo el mundo. Pronto será anunciado que México es el sexto país que más turistas visitan en el mundo, por arriba de Alemania, Turquía y Gran Bretaña. Ello representa un crecimiento del 68 por ciento de 2013 a la fecha, mientras que el resto de las potencias turísticas crecen a un ritmo tan solo del 12 por ciento.

A nuestro país llegan casi 40 millones de extranjeros, que invierten su dinero en nuestros majestuosos destinos turísticos. Y la meta es atraer, en el corto plazo, a 60 millones. Para ellos se crearon más de mil nuevas rutas aéreas, que transportan a diario, a miles de personas.

De igual forma, se ha registrado un incremento de visitantes de los Estados Unidos a nuestro país, antes de cada 100 norteamericanos, 14 venían por avión a nuestras tierras, hoy la cifra creció a 18. Asimismo, se incrementó en un 34 por ciento la llegada de visitantes europeos, 97 por ciento de América del Sur, y 127 por ciento provenientes de Asia.

Yo sí quiero un nuevo aeropuerto, porque no quiero esperar durante horas en el aeropuerto actual de la Ciudad de México los constantes retrasos o cancelaciones de vuelos, reconozcamos que hoy opera a su máxima capacidad. ¿Cuándo fue la última vez que planeó llegar a tiempo a una cita de trabajo, y tuvo que cancelarla, porque su vuelo salió con dos o tres horas de retraso, si es que pudo despegar?

Somos alrededor de 35 millones de pasajeros que nos transportamos cada año en nuestro país. Y la cifra de demanda de crecimiento es de casi 10 por ciento anual. Desgraciadamente, el aeropuerto actual está situado en una zona urbana, donde ya no hay para dónde crecer, ni construir nuevas pistas, ni terminales, ni nueva infraestructura. Existen proyecciones que para 2062, la cifra de demanda podría llegar hasta 119 millones de pasajeros por año. ¿Dónde los vamos a meter?

Yo sí quiero un nuevo aeropuerto, porque le creo a los ingenieros de instancias reconocidas internacionalmente, como el Instituto Tecnológico de Massachusetts, a la Asociación Internacional de Transporte Aéreo y a la Organización de Aviación Civil Internacional, que su construcción está en las mejores manos. Ejemplos del uso de la tecnología en la ingeniería civil sobran en el mundo. Los japoneses han logrado construir aeropuertos sobre el mar, en islas artificiales flotantes, debido al reducido espacio de tierra que enfrentan. El aeropuerto de Kansai, Japón, está considerado por la American Society of Civil Engineers, como uno de los 10 grandes logros de la ingeniería civil del siglo.

En China, el aeropuerto de Hong Kong que recibe a más de 70 millones de pasajeros al año, también fue construido sobre una isla montañosa. No resulta curioso que el despacho del arquitecto que diseñó este último proyecto, también haya diseñado el nuestro, Norman Foster, junto con el arquitecto mexicano Fernando Romero.

Yo sí quiero un nuevo aeropuerto, porque cancelar el que ya se está construyendo, nos costaría 120 mil millones de pesos a todos lo mexicanos. Cancelarlo equivaldría a perder ingresos por 3.3 por ciento de nuestro Producto Interno Bruto (PIB). ¿Por qué tenemos que perder ese dinero? Además de que para finales de este año y habríamos gastado 70 mil millones de pesos. Más aún, si el próximo gobierno no va a enfrentar presiones financieras para construir esta obra, ni tampoco va a tener que subir impuestos, ni endeudarse, ¿Por qué no seguir adelante?, ¿Sólo porque hay sospechas de corrupción?, ¿No sería más fácil y menos costoso exigir que se transparente cada peso invertido?

Yo sí quiero un nuevo aeropuerto, y exijo tener certeza del proceso constructivo de esta obra. No sólo es mi lana, es la lana de todos los mexicanos, y yo, como muchos, no esperamos perderla. ¿No será que detrás de este asunto está un tema más bien económico y político, sobre cuantos ingresos y generación de empleos dejará de percibir la Ciudad de México, hoy gobernada por la izquierda, y que pasarán a beneficiar a los habitantes del Estado de México?, Por qué no hacemos cuentas. ¿O usted qué opina?

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